Capitulo 29

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Ir a una tienda con Manuel significa dos cosas: o quiere que le compres todo lo que ve o termina metiéndote en problemas, en este caso la primera.

No llevamos ni diez minutos en el centro comercial y ya me ha hecho comprarle un helado, armo un drama por un suéter que vio y le gustó; ahora quiere que le compre una jodida bombilla con luces como si yo tengo un banco.

—No—repito por milésima vez, vivimos a comprar el dinosaurio pero al parecer olvidó eso.

—¿Gastarás más de cien dólares por un peluche para ella y no puedes dar diez por esa bombilla para mí? Pésimo servicio—se queja.

—¡Es una bombilla como cualquiera otro a excepción de las luces!

—¡No sólo eso! Puedo conectarlo a mi celular por bluetooth y poner canciones en él, las luces se moverán al mismo ritmo de la canción —ruedo los ojos cansando de escuchar lo mismo.

Camino para salir de esta tienda e ir a la que estaba con Nay hace un rato. El dinosaurio le ha encantado y yo no tenía idea de qué regalarle, pero eso es tiempo pasado, ahora si sé.

Una vez afuera, miro a mis lados dándome cuenta de que Manuel no está, ¿ahora donde se metió?

Vuelvo a entrar a la tienda de electrodomésticos y lo veo en la caja, él le paga a la chica y se acerca a mí.

—Me sorprende, ¿no que no tenías dinero?—me pasa por el lado.

—La chica me lo regaló, lo que mi supuesto mejor amigo no hace—no me cansaré de decir lo dramático que es.

—¿Qué le dijiste para que te lo regalara?—pregunto aunque sé que es mentira.

—Que tiene bonito trasero—me rio.

—¿No podías decirle que tiene bonita sonrisa?—lo veo negar con la cabeza, nunca cambiará.

Nuevamente, entro a la tienda de peluches y camino por los pasillos con él siguiéndome. Una vez frente al peluche lo observo más de cerca, es casi de la misma estatura que mi novia, de color azul y su pelaje luce muy suave. El rostro de ella se iluminó cuando lo vió, me desesperó un poco que quisiera comprarlo porque luego me quedaría sin ideas sobre qué regalarle.

—Wao, de verdad está bonito—lo carga, el muñeco lo hace parecer más flaco de lo que ya es.

—¿Tú no vas a regalarle nada?—pregunto quitándole el peluche de sus manos, como lo imaginé, su pelaje es suave.

—Estaba esperando que dijeras eso para recordarte que a quien le gusta es a ti, no a mí—¿no olvida?

—Una cosa no tiene que ver con la otra—le digo, ambos caminamos hacia el mostrador.

—Que cumpla años y seamos amigos no quiere decir que deba darle un regalo—contraataca.

Llegamos al mostrador y pongo el peluche sobre este, el chico que hay al otro lado, lo mira y después a nosotros.

—¿Efectivo o tarjeta de crédito?—pregunta mirándome.

—Efectivo—respondo, él afirma con la cabeza tecleando algo en su computadora.

—A mí nunca me regalaste algo tan costoso—miro a Manuel—, lo más caro fue una menta y te comiste la mitad.

—¿Hablas de la menta que tú me regalaste y luego me pediste la mitad?—lo miro con una ceja alzada.

—Eran dos, pero me comí una—dice con sencillez.

—Te comiste una y media—lo corrijo—, encima dices que soy el peor para darte regalos—me mira como si está ofendido.

Un amor inolvidable |#2|✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora