Epílogo

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—¿Dónde está papá?—Pregunto mirando a mi madre ponerse unos aretes, se ve muy bonita.

—Tuvo que salir de un pronto por asuntos del trabajo, pero ya debe estar por volver—bufo mentalmente.

—¿Nunca puede dejar ese trabajo aunque sea por un día?—Me quejo, ella ríe, al ver que no tiene intenciones de responderme salgo de su habitación.

Mientras camino a la mía escucho la puerta siendo abierta, me devuelvo y camino a las escaleras, luego las bajo. Papá va a entrando con el hombre que vi aquel día, es alto, de tez clara, su cabello tiene unas cuantas canas, ojos cafés y parece tener la misma edad que mi padre.

—Axel—papá me hace salir de mis pensamientos, lo miro y por lo menos está cambiado—. Voy por los documentos—le dice a ese hombre, me pasa por el lado y nos deja a nosotros dos acá abajo en un muy incómodo silencio.

—Bruno—lo escucho decir.

—¿Disculpe?

—Bruno, mi nombre es Bruno y soy compañero de tu padre—aclara—. Un gusto, Axel—me extiende su mano.

—El gusto es mío—por cortesía la estrecho, él parece ser una buena persona, no trasmite mala vibra ni tampoco desconfianza.

—Acá están—papá hace acto de presencia, le entrega un folder al famoso Bruno, luego estrechan sus manos.

—¿Ya están listos?—Escuchamos la voz de mamá cuando Bruno ya está afuera, ambos volteamos a verla.

—Esperábamos al señor aquí presente—le digo, papá me mira mal. Cuando mamá llega al final de las escaleras él sujeta su mano.

—Vamos entonces, es de mala educación llegar tarde a una cena—nos dice, yo ruedo los ojos y salgo de la casa, camino directo al auto de mi padre ya que yo no tengo ganas de conducir. Una vez en frente abro la puerta trasera y entro, segundos después ellos dos entran cada uno a su puesto.

—¿Quién era ese hombre, papá?—Le pregunto.

—Es un compañero de trabajo, nos conocemos desde antes de tu nacer.

—Recordándome que me mentiste durante diez y ocho años—bromeo, a él no le da gracia porque me mira mal por el retrovisor.

—Axel siempre con sus chistes malos—me dice mamá.

—Mamá siempre de chismosa—ella voltea sobre su asiento, yo muerdo mis labios aguantando las ganas de reír.

—¿Cómo me llamaste?

—Chismosa—repito, sus cejas se hunden y la mirada que me está dando me da risa.

—Pero que maleducado te has vuelto—extiende su mano y me pellizca.

—¡Mamá!—Me quejo sobando mi brazo.

—Infantil, ni siquiera te pellizque duro—no, lo hizo tan despacio que ahora tengo una roncha.

—¿Lo llamas infantil y tú eres quien está jugando con él?—Me defiende papá, yo sonrío cuando ella lo mira.

—¿Los dos en mi contra?—Se queja, borro mi sonrisa y miro por la ventana cuando ella vuelve a mirarme.

—En tu contra no mi vida, ese chico de ojos raros que lleva mi nombre al revés es mi hijo y debo defenderlo—mamá nos mira mal a ambos.

—Como son tan unidos háganse de comer, laven su ropa e independícense—se cruza de brazos, papá y yo sólo nos reímos pero no decimos nada.

Al llegar a la casa de mi novia los tres bajamos, yo llego primero y toco la puerta.

—¡Los estábamos esperando!—Saluda Nanci al vernos, yo me acerco a ella y le doy un pequeño abrazo.

Un amor inolvidable |#2|✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora