Capitulo 30

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Estado de ánimo: Feliz.

Aunque Manuel me arruinó las primeras horas del día y yo no soy quien cumple años me siento con muy buena energía, quizá porque tengo días imaginando la cara que pondrá cuando le dé su regalo.

Quería ser el primero en felicitarla pero esperando la media noche me quedé dormido, cuando desperté eran casi las 2am y a esa hora la llamé. Estuve la mañana entera esperando que llegara la hora de verla y por fin es el momento.

Luego de entrar mi celular en mi bolsillo, agarro mi enorme dinosaurio y teniéndolo cargado salgo de la habitación. Camino por el pasillo y al bajar las escaleras las voces de mi madre y Manuel se hacen presentes, dejo el dinosaurio en uno de los sofás y voy a la cocina; ambos están ahí.

Manuel sólo sonríe al verme, mi madre pasea su vista por mi camisa manga corta de color azul, luego por mis pantalones oscuros y se detiene en mis tenis, sus ojos vuelven a los míos pero no dice nada.

Me acerco a Manuel, me siento junto a él en uno de los taburetes y entro mi mano en el cereal que está comiendo.

—¿Entraste la mochila al auto?—él afirma con la cabeza.

—¿Qué esperamos para irnos?—lo miro para que se calle, por suerte mamá no se da cuenta.

—Termina de comer—ordeno, al parecer se da cuenta de que no puede mencionarlo.

Mientras ambos comemos del cereal, escucho mi celular sonar en mi bolsillo, miro a mamá y luego lo saco. Al desbloquearlo noto que es Nanci e informa que ya está por salir. Miro a Manuel y le hago saber que ya podemos irnos.

—Nos vemos más tarde, mami Laura—se despide bajando del taburete.

—¿Ya se van?—pregunta, yo me acerco y beso la mejilla de una Laura que parece desconcertada.

—Si, nos vemos en la noche—ella acaricia mi mejilla, Manuel se acerca y la abraza.

—¡Cuídense!—nos grita cuando estamos en la sala, vuelvo a cargar mi dinosaurio y salimos de la casa.

Manuel le quita el seguro a las puertas del auto y abre la trasera para que entre el gran peluche, luego me tira las llaves y yo las atrapo en el aire.

—¿Cuál es el plan?—pregunta una vez estamos en el auto.

—Ella irá a la casa de Dante, ir de aquí a allá nos tomará tiempo, así que debemos inventar una excusa para los chicos—le hago saber

—Déjame pensar en algo, tú no eres bueno con las mentiras—ruedo los ojos.

—No vamos a mentir, daremos una excusa—una idea llega a mí—. Diremos que tuviste un problema y tuve que ayudarte, eso no sería mentira ya que lo de esta mañana cuenta—lo miro mal, vuelvo mi vista al frente.

—Tienes razón, no encontraba mi gel para el cabello y eso es un enorme problema, por eso te puse a buscarlo durante un par de horas—se ríe, como que eso a mí me causa gracia.

—¿Olvidaste la parte en la que María casi te encierra y no te deja salir? Agradece que estuve ahí—le recuerdo.

—Estás creando un mar donde no hay ni un vaso de agua—de reojo lo veo cruzarse de brazos.

—¿Nunca has podido durar un par de meses sin buscar problemas? Cuando no es en tu casa es en la escuela, por suerte y en esta escuela no he escuchado al director llamarte por el alta voz—lo regaño.

—¡Deja de darme sermones!—se queja, luego lo escucho reír—. Me tratas como un niño.

—Actúas como tal—respondo tajante—. Actúas como un niño sólo cuando quieres y te conviene—agrego, lo miro y la sonrisa en su rostro no dice nada bueno.

Un amor inolvidable |#2|✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora