Cuatro

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Después de una semana de rondar por varias ciudades de Vietnam, Andy encontró a Quynh. Efectivamente, no fue allí donde la enfrentó. Sino que durante el siguiente mes se dedicó seguirla y vigilarla en los países por los que ella se movilizaba: Bangladesh, Camboya, China, Indonesia, Malasia, Tailandia y Vietnam.

Haciéndolo, finalmente pudo descubrir dónde era que tenían secuestrado a su equipo. En una prisión en una ciudad del sur de Bangladesh. Andy observó y estudió la prisión por dos semanas, hasta saber todo acerca de su funcionamiento para así poder planear su entrada y rescate.

Decidió hacer su misión un día que Quynh no estaba. Por ahora, prefería evitarla. Más cuando su equipo estaba de por medio.

Con el asesoramiento tecnológico de Copley, pudo desactivar todas las cámaras de seguridad de la prisión. Entró a paso decidido, con un chaleco antibalas, varias pistolas y su hacha.

Avanzó por la prisión sin problemas, deshaciéndose de cada guardia con quien se cruzaba. Sería mortal, pero su agilidad en pelear seguía intacta y era mejor que la de cualquiera de ellos.

Estaba por llegar a la celda donde tenían encerrado a su equipo. Lo sabía, lo sentía en cada parte de su ser. Era momento de tener una victoria. La única herida que había recibido hasta ese momento era una bala en su brazo y eso le daba confianza.

Con su hacha rompió la cerradura de la puerta de la celda y entró. Allí estaban Booker, Joe, Nicky y Nile acostados y atados a camillas. Había muestras de sus órganos en algunos frascos a los costados de su camillas, dando un aspecto siniestro a ese lugar que era una mezcla de laboratorio y prisión.

— Andy. — Dijo Nicky, siendo el primero en recuperarse de la sorpresa.

— ¿Qué haces acá? — Preguntó Booker, sin poder creer que ella fuera real.

— ¿Cómo nos encontraste? — Preguntó Joe, tan asombrado como los otros.

— Vine a sacar sus bellos traseros de aquí. — Respondió ella, intentando poner un poco de humor.

Andy los fue liberando de sus esposas uno por uno. Joe fue el único que se animó a darle un abrazo. Ella pudo percibir que los demás también querían hacerlo, pero probablemente debían sentir que no lo merecían por todo lo que había ocurrido entre ellos. Les repartió las pocas armas que todavía tenía en su poder, y ella se quedó con su hacha.

— Estás herida. — Dijo Nicky, observando su brazo.

— No es nada. — Dijo ella, quitándole importancia. — Es hora de movernos, hay que irnos de aquí. — Indicó.

Todos acordaron con ella, lo mejor que podían hacer en ese momento era salir de esa prisión. Se acomodaron en posición de pelea y se prepararon para salir.

De repente, algo inesperado sucedió. De las ventilaciones de la celda empezó a salir gran cantidad de gas. Y así, sin darles tiempo a reaccionar, todos perdieron la conciencia.

Cuando despertaron estaban otra vez todos retenidos físicamente en las camillas, excepto Andy. Ella tenía las piernas atadas con unas cadenas a una de las paredes y sus manos esposadas.

A los minutos, apareció Quynh.

— Andromache. — Dijo Quynh su nombre. — Te estuve esperando, sabía que tarde o temprano ibas a venir por ellos. Tu sensibilidad te hace predecible. — Comentó con cierto humor.

— Déjalos ir. — Pidió ella.

— ¿Por qué haría eso? — Le preguntó, divertida ante la idea.

— Porque me tienes a mí. — Respondió ella con seguridad.

— ¿Estarías dispuesta a tomar el lugar de ellos aún siendo mortal? — La cuestionó, ganando curiosidad ante eso.

A million ways to dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora