Veinticuatro

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Llegaron a Ucrania y bajaron del avión. Andre les había conseguido una camioneta familiar y un celular como había prometido.

Andy volvió a subirse en el lugar del conductor, y los demás se acomodaron en el resto de los lugares. Esta vez fue Booker quien se sentó en el lugar de su acompañante. Ella manejó por las rutas de Ucrania, esta vez sí con gps, hasta que llegaron a Chernivtsi.

— Voy a ir a conseguirnos documentos y pasaportes. — Indicó ella, cuando frenó la camioneta.

— De acuerdo. — Asintió Booker.

— ¿Podrías sacar una foto a cada uno de nosotros? — Le pidió ella, entregándole un celular que sacó de su bolsillo.

Se bajaron de la camioneta y se pararon frente a una pared lisa. Booker sacó una foto a cada uno y Nile le sacó una a él, luego le devolvieron el celular a Andy. Todos volvieron a la camioneta y ella se dirigió a un galpón donde sabía que funcionaba un negocio de documentación falsa.

Todos se quedaron esperando en la camioneta, hasta que...

— Creo que es buen momento para comprar provisiones de comida. — Dijo Joe, señalando un pequeño mercado que había en la siguiente cuadra.

— Es buena idea. — Aceptó Booker.

— ¿Alguien quiere venir conmigo? — Ofreció Joe.

— Yo voy con vos amor. — Respondió Nicky.

— Y yo, necesito estirar las piernas y fumar. — Dijo Nile.

— Vuelvan antes que Andy. — Les pidió Booker.

Booker puso música y entabló una pequeña conversación con David y Quynh, mientras esperaban a los demás.

A los diez minutos, Joe, Nicky y Nile ya estaban devuelta con un par de bolsas. Cinco minutos más, y apareció Andy.

— ¿Todo en orden? — Preguntó Booker, cuando ella entró a la camioneta.

— Si. — Afirmó ella.

Andy le entregó los documentos a Booker para que los repartiera y emprendió viaje. Cruzaron la frontera hacia Rumania, y ella los condujo hasta la ciudad de Timisoara. Una vez allí, dejaron la camioneta abandonada en un callejón y caminaron hacia la estación de tren.

Esperaron a que fuera de noche, y se colaron en el único tren de carga que iba a Croacia. El vagón estaba lleno de mercadería, pero la acomodaron contra un costado para tener espacio suficiente de sobra para todos.

— Tengo la cena. — Informó Joe, sacando unos sandwiches de su mochila cuando iban una hora de viaje.

— Esto era lo que necesitaba. — Dijo ella, recibiendo el sandwich felizmente.

— Lo sé. — Dijo Joe, guiñandole un ojo.

Comieron los sandwiches mientras intercambiaban pequeñas conversaciones. Debatieron sobre qué tan peligrosas eran las personas del equipo de la doctora Kozak, y luego se acomodaron para descansar. De a poco, todos se fueron quedando dormidos.

En un momento de la noche, volvió a ocurrir lo mismo que en el avión. Todos los inmortales se encontraron compartiendo un sueño. Esta vez era sobre el recuerdo de la segunda muerte de Andy. Soñaron con las violencia de ese momento... y esta vez despertaron cuando a ella le cortaron una de sus manos.

Andy despertó dando un pequeño grito de dolor. Se sentía confundida y aturdida, sus recuerdos todavía estaban demasiado frescos como para dar cuenta de lo que en verdad ocurría.

— Andy. — La llamó Nicky, agarrando uno de sus brazos.

— ¡No me toques! — Exclamó ella, en un idioma que ninguno de los demás conocía, liberándose de su agarre.

A million ways to dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora