Cinco

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Enfrentarse a la inmensidad del océano era algo para lo que ninguno de ellos se había preparado.

Se ahogaron un par de veces, hasta que finalmente lograron aprender a flotar a pesar de que sus manos estuvieran esposadas.

— Debemos hacer lo mismo que hizo Andy. — Dijo Booker, el primero en romper el silencio.

— ¿Qué? — Preguntó Nile confundida.

— Fracturar nuestras manos para liberarnos de las esposas. — Explicó Booker a lo que se había referido.

Eso tenía sentido. Era una buena idea e iba a funcionar. Y a diferencia de Andy, sus manos se iban a curar en un par de minutos. Todos se descolocaron los huesos de sus manos y así lograron liberarlas.

— ¿Qué hacemos? — Preguntó Nile, comenzando a sentir pánico hacia la situación.

— Por empezar nos mantenemos siempre juntos, lo importante es no perdernos. — Respondió Nicky.

— Creo que deberíamos seguir la corriente y esperar que nos lleve a algún territorio. — Propuso Joe.

Así que, eso hicieron. Siguieron la corriente del océano. A veces les costaba dilucidar hacia dónde tenían que ir, porque las corrientes eran imprecisas, se cruzaban y mezclaban entre ellas. Pero intentaron hacerlo.

Murieron un par de veces ahogados, un par de veces de agotamiento, un par de veces de hambre y deshidratación. Pero, finalmente llegaron a tierra. Se arrastraron por la playa, sin tener energías para continuar, y se derrumbaron en la arena seca.

Varias horas después despertaron, con las energías recargadas y el sol molestando en sus ojos.

— ¿Dónde estamos? — Preguntó Booker.

— No creo que nadie lo sepa. — Respondió Nicky.

— ¿Cuánto tiempo creen que pasamos en el océano? — Pidió saber Nile.

— Hasta donde pude llevar la cuenta, íbamos quince días. — Contestó Joe.

— Deberíamos buscar un pueblo o algo, y comunicarnos con Copley. — Sugirió Nile.

— ¿Y luego qué vamos a hacer? ¿Buscar a Andy? — Cuestionó Nicky.

Eso los hizo a todos sumergirse en un profundo silencio.

Andy, la vida sin ella había sido difícil, y hasta terrible en algún punto. Estando separados de ella, de una manera que habían considerado definitiva en algún punto, se dieron cuenta que ninguno de ellos sabía funcionar sin ella.

Joe y Nicky la extrañaron en cada instante. Ellos habían vivido toda su inmortalidad con Andy, y les resultaba complicado vivir sin ella. Siempre había algo que les recordaba o le hacía pensar en ella. Era como si siempre estuvieran esperando que apareciera mágicamente.

Booker se sentía culpable de haberla dejado sola cuando ahora ella era mortal. Sentía que estaban desaprovechando el poco tiempo que les quedaba de ella y tenía miedo que si en algún momento fueran a su reencuentro se encontrarán con que ya había muerto.

Nile añoraba tener una figura, un ejemplo de modelo a quien seguir. Ella era joven, idealista y tenía convicciones fuertes. Y había creído que eso era suficiente para ser una líder, pero siéndolo se dio cuenta que no le gustaba del todo esa función. Le costaba tener que tomar decisiones todo el tiempo y le dolía los errores que cometían. Siempre había consecuencias para las cosas que hacían, y a veces esas consecuencias no eran buenas. Tener ese peso sobre sus hombros le hizo darse cuenta lo difícil que debía haber sido para Andy vivir tantos años, casi siete mil si les había dicho la verdad.

A million ways to dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora