Diez

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Lo siguiente que pudieron ver en la pantalla fue a Andy matando a un par de personas, por proteger un grupo de caballos.

— ¿Realmente acaba de matar a esas personas para salvar unos caballos? — Preguntó Nile impresionada.

— Si, Andy no iba dejar que esos cazadores maten a esos caballos, porque ella los ama. — Asintió Nicky.

— A veces creo que ama más a los caballos que a algunas personas. — Comentó Joe, haciendo que Booker y Nicky rieran.

— ¿Se acuerdan cuando nos llevó a Baja California para salvar un grupo de caballos mustang? — Preguntó Booker a los otros dos.

— Si, ella creía que era un crimen que los mataran solo porque nadie quería comprarlos al ser casi imposibles de domar. — Le explicó Nicky a Nile.

— Deberías pedirle que te enseñe a cabalgar, sus lecciones pueden ser muy divertidas. — Le aconsejó Booker a Nile, haciendo que Joe y Nicky rieran y Nile tuviera ganas de poder conocer todos sus recuerdos y no solo los traumáticos.

Por un día continuaron las imágenes de batallas con los scythians, hasta que volvió a aparecer un momento privado con Aquiles. Ella estaba llorando. Era raro para todos escuchar a Andy llorar, porque ella era de las personas que lloraban silenciosamente. Pero en el recuerdo lo hacía con sonido, intensidad, fuerza. Por un lado era aliviador que pudiera expresar su dolor, todos sabían que cuando lo hacía en silencio una parte de ese dolor quedaba guardado dentro de ella, en cambio de esta manera lo liberaba. Pero a la vez era desgarrador poder sentirla así de triste.

¿Cómo me podes pedir eso? ¿Cómo te puede parecer buena idea que me case con otro hombre si me amas? — Reprochó ella, enfrentándolo con furia mientras lloraba.

Es la única manera de que liberen a tu gente Andromache, si querés que los scythians vivan y no sean esclavos, y los troyanos no revelen tu inmortalidad a los otros reinos, esta es la forma. — Justificó Aquiles su razonamiento.

Es injusto. — Se quejó ella.

La vida es injusta. — Asintió él.

No quiero ser una reina, odio la realeza. — Dijo ella frustrada.

Lo sé, pero ambos sabemos que es la única forma. — Insistió él.

¿Por qué estás tan tranquilo y seguro con esto? ¿No te duele que tenga que casarme con otro hombre? — Cuestionó ella, sintiéndose algo dolida.

Claro que me duele, me duele en cada parte de mi ser. — Aseguró él. — Pero entiendo lo que es ser un líder y los sacrificios que eso implica. — Agregó argumentativamente.

No quiero ser la líder de nadie. — Dijo ella y se dejó caer en la hierba.

Pero lo eres, y ambos sabemos que si no haces esto te sentirás culpable por el resto de tu vida. — Dijo él y se sentó a su lado. — Sabíamos que nuestra relación iba a terminar en tragedia amor, lo supimos desde el principio. — Agregó tomando una de sus manos y dio un beso suave en esta.

Odio que tengas razón. — Admitió ella, acariciándole la cara con ternura.

Me gustaría poder quitarte el peso de la inmortalidad, estaría dispuesto a cargarla conmigo si eso significaría que no sufras más. — Confesó él.

¿En verdad harías eso por mi si podrías? — Preguntó ella, totalmente emocionada y sorprendida.

Si. — Afirmó él con sinceridad.

A million ways to dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora