Trece

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Los siguientes recuerdos de Andy eran algo confusos, porque las batallas que ella y Quynh peleaban se mezclaban con las batallas que soñaba en las que estaban Joe y Nicky. Solamente podían diferenciarlo cuando había alguna imágen de Joe, Nicky o Quynh.

— En verdad se mataron muchas veces. — Dijo Nile a Joe y Nicky, sin poder creer que esos dos hombres que se amaban completamente se hayan matado tantas veces.

— Te lo dijimos. — Dijo Joe algo defensivo.

— Pensé que habían estado exagerando. — Se quejó Nile.

— Estábamos en bandos contrarios y nos enseñaron a odiarnos. — Explicó Nicky. — ¿Esperabas algo distinto? — Pidió saber.

— No lo sé. — Contestó Nile.

— No es que solo habían aprendido a odiarse, sino que eran dos niños. — Intervino Quynh.

Eso hizo que Joe y Nicky rieran, Andy y Quynh los habían tratado como niños cuando se conocieron. Booker y Nile no se rieron, ni dijeron nada. Todavía no conocían a Quynh y no sabían cómo reaccionar ante ella.

Los recuerdos de Andy siguieron pasando, mostrando más y más imágenes de batallas. En algún punto era realmente agotador la complejidad y la intensidad de todos esos recuerdos, esa mujer nunca había dejado de pelear en su vida.

Andy despertó bruscamente, después de soñar nuevamente con los otros dos inmortales matándose uno al otro.

— Esa es la mina a la que Andy nos llevó. — Dijo Nile, reconociendo el lugar del recuerdo de Andy.

— Si. — Asintió Booker.

— Dijo que se habían topado con ella en el año 1150. — Recordó Nile.

— Si, durante las guerras baussenque. — Informó Quynh.

— Es decir, que habían pasado como cincuenta años desde que comenzaron a soñar con nosotros. — Dijo Nicky pensativamente, como queriendo sacar las cuentas.

— ¿Por qué esperaron tanto para ir por ellos? — Pidió saber Nile, con curiosidad.

— Porque no queríamos intervenir en una guerra en la que no creíamos. — Explicó Quynh.

— ¿Ustedes también soñaban con ellas? — Preguntó Booker a Joe y Nicky.

— Por supuesto, y de hecho hemos tenido sueños muy interesantes. — Contestó Joe divertido, haciendo que Nicky y Quynh rieran.

Andy se levantó y salió de la mina en búsqueda de Quynh.

¿Otra vez soñaste con los chicos? — Preguntó Quynh, quien estaba haciendo una fogata.

Si. — Asintió ella.

Déjame adivinar. — Pidió Quynh. — ¿Volvieron a matarse? — Soltó su pregunta, mientras levantaba sus cejas.

Si, no puedo creer que sigan matándose con todo el tiempo que pasó desde la primera muerte. — Contestó ella algo frustrada.

Bueno, tiene sentido, están en bandos contrarios. — Opinó Quynh. — Tal vez deberíamos buscarlos, sabemos que siguen en Jerusalén por nuestros sueños. — Propuso.

Si, deberíamos buscarlos. — Concordó ella. — Pero yo no voy a pelear ninguna batalla santa por ellos, ni por los cristianos, ni por los musulmanes. — Agregó con seriedad.

No creo que ellos vayan a apreciar tu fatalismo en cuanto a las religiones. — Comentó Quynh divertida.

Todas las religiones son lo mismo, son las personas intentando dar sentido a sus mortales vidas. Pero los dioses no existen y nada tiene un significado, al menos no que en verdad lo conozcamos. — Justificó ella su pensamiento.

A million ways to dieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora