08.

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Nairobi.


Acariciaba el pelo de el morocho, quien estaba abrazado a mi cintura. Habíamos pasado todo el día juntos y en verdad, no queríamos despegarnos. -Tengo que ir a una reunión de "gente importante."- comentó. -¿Vas a venir conmigo?

-¿Estás loco?- me reí. -No sirvo para eso, olvidate.

-¿Porqué?

-Mira lo que soy, Lucas. cualquier cosa. no voy a ir ahí para que se caguen de risa de mí.

-¿Qué decís? nadie va a tener permitido hacerte algo, acordate con quien andas, mami. - dejó un beso en mi mejilla. -Te presento como mi mujer y nadie se te acerca.

-Ah ¿cómo tu mujer?- vacilé.

-Sí, obvio, no voy a correr riesgo de que algún viejo quiera quedarse con vos.

Sonreí para después abrazarlo más fuerte. Me daba miedo nuestra conexión pero a la vez, me hacia sentir que no podría vivir sin él. Lucas era una persona muy buena, no lo dudaba, pero... ¿Si algún día se cansaba de mí?

________

Entramos a un lugar muy, muy lujoso. Como el que nunca vi en mi vida, todos estaban vestidos de traje, incluido mi acompañante. Yo tenía puesto un vestido color vino y unos zapatos dorados que Lucas que me había regalado. Marcas carísimas, que salían más caros que mi casa entera. Todos nos miraban raro, no sabia si con aprobación o desaprobación.
Nos acercamos a un grupo de personas mayores, compuesto por dos hombres canosos y dos mujeres llenas de joyas.

-Ellos controlan toda la venta de cocaína fuera del país, a lugares como Colombia o Venezuela. Personas muy importantes, mami.- dijo en susurro.

-Bien...- suspiré.

Nos fuimos acercando de a poco, hasta quedar frente a ellos. -Martín, Elena, Greta, Héctor... Ella es mi novia, Nairobi.

-Un gusto.- dijeron al unísono.

-Lo mismo digo. - sonreí.

Ellos comenzaron a hablar sobre todas las ventas que estaban siendo exitosas, pero yo me retiré al patio a tomar un poco de aire, ya que no acostumbraba a todo lo que pasaba allí adentro. -Lucas, ¿es tu novio?- escuché la voz de un hombre detrás de mí y me volteé.

-Eh, sí.- asentí, no era mi novio, ni siquiera estaba en mis planes, pero debía decir que si. -¿Porqué pregunta?

-Porque... lo conozco y, él nunca tiene novia, o no desde ese día...

-¿Desde que día?

Se encogió de hombros y puso un cigarrillo sobre sus labios. - No soy quien para contar sus cosas, pero... debes tener cuidado, porque la plata acá lo es todo.

-¿A qué se refiere?

No pudo contestarme que Lucas salió, lo miro de la mala manera y me miró a mí. -¿Qué haces con él?- preguntó con seriedad.

-No hacíamos nada, Giménez. yo ya los dejo solos, buenas noches.- hizo una media reverencia y se retiró.

-¿Quién es? - pregunté confundida.

-Nadie, Nairobi. No te metas.- alcé las cejas y entramos de nuevo al lugar, entre champán y sushi pasó nuestra noche, Lucas no me habló, algo que me dejó confundida; hasta que llegamos a su casa. -Decime que él no te dijo nada, porque vive inventando cosas sobre mí.

-No me dijo nada, Lucas. ¿qué pasa?

Me agarró de los hombros y suspiró.
-Esto es terreno de arenas movedizas, y no vas a querer hundirte.

-No entiendo...

-Escuchame... si yo me hundo, vos no te vas a hundir conmigo ¿entendes? no le creas a nadie lo que te digan.

Estaba asustada por todo lo que me decía, ¿Qué pasado ocultaba Lucas?

tardes grises | homer el mero meroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora