11.

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Nairobi.

-Con los chicos teníamos planeado ir a algún lado este fin de semana largo, en Pinamar siempre alquilan una quinta para estas fechas y hacen muchísimas jodas seguidas, si te queres prender y traer a tus amigas- comentó Lucas para después darle un mordisco a su sanguche.

-No quiero dejar sola a mi vieja, Lu- respondí suspirando -Suena divertido, pero no- negué.

—Pero si ya está bien me dijiste— hizo un puchero —Quiero que vayas conmigo.

Suspiré -Voy a ver que hago, pero no te prometo nada.

-Si me decias que eras tan fácil de convencer me hubiera ahorrado en pensar miles de excusas para darte y que vengas.

Reí -Vamos a comer, dale.

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-¡Tenemos que ir! Osea, no hay chance. ¿Sabes lo que va a ser eso? Convivir cinco días con la mdb, en una casa... Osea ¿Cómo te pudiste negar, tarada? Más vale que estés arrepentida y le digas que sí.- exclamó Luchi mientras me ayudaba a secar los platos.

-Vos seguro te debes estar pensando en garchártelos a todos y por eso queres ir, maldita zorra.- dije riendo.

-No tengo un dueño como vos, asi que, sí.

-Yo tampoco tengo dueño.

-Deciselo a tu morochito, dale.- comenzó a reírse –Boluda, tu vieja va a estar bien. Todos los vecinos la quieren y la van a cuidar. Aparte ya le conseguiste las pastillas y cada día está mejor, ¿te vas a atar a tu vieja toda tu vida? entiendo que es doloroso, pero ella en serio está mucho mejor y se le nota. No desperdicies tu juventud, hasta ella te lo dijo.

Tragué saliva. -No se, Luciana...

-Por fi, por fi, por fi... Ellos se están pegando en la música y es una re oportunidad para mi carrera de modelo, si me ven con ellos todos van a hablar de mí.

-Como colgada que sos van a hablar.- solté una carcajada.

-¡Pero van a hablar!- exclamó. -Por favor...

Rodé los ojos. -Está bien, pero no me asfixies con el tema, que ya te conozco y siempre que tenemos algo bueno planeado me hablas del tema hasta que llega el día.

Dejó un beso en mi mejilla. -Por eso sos mi mejor amiga. Ahora, decile a tu wacho que nos va a tener ahí con ellos.

Sonreí, quizá no sea tan mala idea.

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El viernes había llegado y consigo el fin de semana. Viajábamos a la madrugada así teníamos más tiempo para disfrutar, a más tardar el miércoles a la madrugada nos tendrían de nuevo en el barrio. -Gracias por haber venido, reina- dijo H, abrazándome por los hombros. -Sabía que no me ibas a dejar solo igual.

-Te tenés exceso de confianza.

-A mi no, a vos. Confío en vos.- dejó un beso sobre mis labios y sonreí.

-No me digas que yo voy a tener que viajar con esta chorra- se quejó Tomás, mirando a mi amiga.

-Chorra no, tengo nombre, nene.- le respondió esta. -Cazzu para vos, ¿y sabes? el teléfono que te robé no valía ni dos pesos, no te quejes.

Reí, eran unos inmaduros. Nos subimos al auto, Chulu manejaba, pero se iban a ir turnando. Puchi, Luchi, Julieta, Troca, Tomás, Chulu, Lucas y yo transportaba el vehículo, era medio todo un quilombo, pero pudimos acomodarnos. 

Yo me senté a upa de H, Julieta sobre Puchi, Luchi en el medio y Tomás adelante porque no quería que Cazzu le vuelva a "robar" aunque todos sospechábamos que detrás de todo ese actin se tenían ganas, y se las sacaron, porque era más que sabido que cogieron, aunque no querían hacerlo saber.

-No te muevas mucho.- murmuró Lucas tomándome de la cadera con fuerza. 

Me reí. -¿Porqué?- pregunté.

Mordió el lóbulo de mi oreja y me quejé. -Ta' bien.

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Bajamos por la ruta para usar el baño, todavía nos quedaban dos horas por delante, así que salimos todos a aprovechar. -A Puchi se le paró la pija tanto que le apoyé.- dijo Julieta riendo.

-Si, bolu. Me vas a tener que petear un toque.- le siguió la joda y yo me eché a reír cuando noté que una mujer salió de uno de los cubículos y nos miraba con asquerosidad.

Se lavó las manos y salió. -Tetas caidas.- le gritó Luchi, siempre buscando bardo.

-Basta tarada.- le dije colocando mi mano sobre su boca.

Todas hicimos nuestras necesidades y salimos, los hombres habían hecho lo mismo y cargado nafta, pero ahora era diferente, no estaban solos. Estaban acompañados de tres chicas altas y con cuerpos atléticos. -¡Nai!- exclamó Lucas. -Ellas son unas conocidas que también van para allá, se les quedó la camioneta y las vamos a llevar.

Sonreí fingida y Luchi habló. -¿Y a estas quien las invitó?

tardes grises | homer el mero meroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora