05.

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Nairobi.

—Para mi que no te quiere solo como su "puta"— comentó Julieta. —Digo, ningún hombre lleva a su puta a tomar helado, le dice que es a la única que se lo hace con entusiasmo y no sé que cosas más.

—Basta, Cazzu.— negué. —Es obvio que es solo un juego para él, está experimentando.

—Aja, si.— Luchi rodó los ojos. —Ojalá todos los hombres con los que me acuesto experimenten así conmigo.

—No entiendo para que les cuento si van a insinuar dos mil boludeces.— dije dándoles la espalda para mirar la televisión.

Ellas, como siempre, se durmieron. Pero pasaron dos, tres horas y yo simplemente no podía. Hace dos días no veía a Lucas: Lo había estado evitando bastante. Me mandó varios mensajes a WhatsApp pero yo solo le contestaba cortante. Me aterraba un poco todo lo que podría pasar entre nosotros, y como terminaría después. —¿Julieta?— pregunté extrañada al verla que estaba escapando por la ventana cuidando de no hacer ruido.


Me miró. —Pensé que estaban todas dormidas.— rió nerviosa. —Yo... iba a comprar, eh...

—¿Y tenías que escapar por la ventana para ir a comprar?— pregunté incrédula. —¿A dónde vas?

Suspiró. —A encontrarme con Tomás.

Mordí mi labio inferior reprimiendo una risa. —Anda tonta, pero avisanos, no queremos asustarnos después.

Sonrió y asintió para después saltar la ventana e irse, escuché un motor afuera y cuando vi a Julieta subirse, pude notar que el conductor era Tomás. Me tranquilicé un poco y volví a acostarme en el sillón. —Me lo robó. — escuché la voz de Luchi, quien se sentó a mi lado. —¡Julieta me lo robó!


—¿Qué?

—Sí, ¿porque quien se cogía a Tomás antes que ella? yo. a mi me gustaba. no a ella ¡pero como siempre tiene que tener lo que tengo yo!

—Son amigas, no tienen porque estar compitiendo siempre de quien tiene lo mejor.

—No competimos, solo es que... ¿cuántas veces ella se cogió a mis hombres?

—Tomás nunca fue tuyo. — bufó.
—Aparte... tuyo solamente era como un garche fijo, nada más. Ay, ya vas a conseguir a mejores hombres.

—No sé, es una envidiosa ¡una envidiosa!

—Cállate Luchi, tampoco te comportes como una falsa, si después andas diciendo que la querés demasiado y que se yo.

Tragó saliva. —No niego quererla, pero ¿es necesario hacer todo lo que yo hago?

Me encogí de hombros. Suspiró y volvió a acostarse hasta quedar dormida. Luciana y Julieta a veces eran como el agua y el aceite. Caminé fuera de la casa de Puchi hasta que de un momento a otro, terminé frente al departamento de Lucas preguntándome; "¿Qué mierda estoy haciendo?"

Saqué mi celular de mi bolsillo trasero y tecleé.

Nairobi: hola Lucas

Lucas: hola mami
que onda?
es raro que vos me hables

Nairobi: si es que
no sé
tipo
estoy cerca de tu casa
y pensé que capaz podiamos vernos, igual si querés no sé

Lucas: jajajaja
que tan cerca estás?

Nairobi: afuera

Me clavó el visto y esperé paciente hasta que abra la puerta. Y cuando lo hizo, ahí estaba. El pelo mojado, sin remera y un short de tela con un pequeño lobo Nike.

—Hola, reina. — me saludó con una sonrisa. —Pasá.

Asentí y pasé por su lado, entramos al ascensor hasta llegar a su depto. Cuando estuvimos ahi, agarró mi mano para guiarme hasta su habitación que de todas maneras ya sabia donde quedaba.

— Lucas...— susurré. —Mi mamá está muy mal, y no trato de que me ayudes ni nada pero, hay veces que me duele el pecho de manera inexplicable. Siento un vacío tremendo.

—Hermosa...— llamó mi atención, dejó un mechón de pelo detrás de mi oreja y plantó un beso en mi frente. —Nada va a pasarles mientras yo esté con vida.

tardes grises | homer el mero meroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora