Capítulo 3.

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Decido enfocar mi libro desde otra perspectiva, sí, así seguro que irá mejor.

Comienzo a pulsar teclas sin pensar, pero con la idea meditada en mi cabeza. Esta vez la protagonista no será la típica chica enamoradiza y soñadora, de esas que se quedan impactadas con el hombre perfecto y ya no pueden separarse nunca de él. De eso nada, ahora mi personaje principal será una mujer madura, inteligente y capaz, con una piedra por corazón. Implacable para que nadie lo ablande.

Los orificios de la nariz se me inflan de la emoción y sonrío mientras escribo, imaginándome la historia en tiempo real. Si hasta una melodía suena en mi cabeza y me muevo a su ritmo.

— ¡Vaya! — Escucho la exclamación de mamá desde la puerta y del salto que pego el portátil está a punto de salir volando de mis rodillas — No sabes cuánto me alegra verte tan contenta.

— Haz el favor, mamá— Pongo una mano en mi pecho respirando con dificultad — Lo haces a adrede, ¿no? Dime la verdad. Sabes que soy capaz de asustarme hasta de una hoja volando, ¿Cómo me haces esto?

Pero ya es tarde porque va riéndose por el pasillo a carcajadas. Muevo la cabeza a ambos lados, ha conseguido hacerme sonreír por primera vez en todo el día, desde luego no tiene remedio.

Cuando dejo de escucharla me centro de nuevo, aunque primero decido cerrar la puerta de mi cuarto para no llevarme más sorpresas. Después, busco una de mis canciones preferidas, de esas que son capaces de inspirarte enseguida, la pongo bajita y de fondo, y comienzo.

Las horas transcurren en el exterior, lo sé porque pronto deja de entrar luz por mi ventana. Una vez que estoy casi en completa oscuridad y los ojos comienzan a pesarme, decido descansar. Apenas puedo mover el cuello, lo tengo rígido de mantener la misma postura durante horas pero, ha merecido la pena. Los capítulos hasta ahora escritos no están nada mal, al menos he conseguido progresar.

Mi teléfono móvil vibra bajo la almohada y sí, por supuesto consigue sobresaltarme, aunque es uno de esos mil sustos que puedo llevarme al cabo del día. No conozco el número que aparece en la pantalla, aun así, descuelgo.

— ¿Sí? — Respondo.

— Buenas noches, ¿hablo con Vega? — Escucho la voz de una chica al otro lado.

— Soy yo, sí. Soy Vega — Estoy nerviosa, no me preguntéis porqué pero suelo estarlo.

— Te llamo de la editorial Navarro — Al menos esa chica parece tranquila y lo transmite — Me presento, soy Ruth. Esta mañana has dejado tu currículum y estamos interesados, ¿podrías pasarte mañana por aquí y hacer una entrevista? Quizá tenemos un puesto para ti.

— Eh... claro, si, mañana — Hablo atropelladamente, ni siquiera sé si me está entendiendo — ¿A qué hora me paso?

— A las nueve está bien — Noto cierto humor en su tono, seguramente sea por mí.

— De acuerdo, allí estaré. Muchas gracias.

— A ti, Vega. Nos vemos mañana. — Cuelga y yo me quedo con el móvil en la mano sin saber qué hacer.

Lo aprieto con fuerza, me levanto y miro a todos lados sin moverme. Esto no me lo esperaba, no tan pronto, ¡si solo hace unas cuantas horas que he dejado el currículum! Supongo que al llevar tan poco tiempo con la empresa, necesitaran personal. Pero la pregunta es clara, ¿estoy preparada? ¡Pues claro! Soy como la chica de mi libro, fuerte y valiente.

— ¡Mamá! — Grito, corriendo por el pasillo, tropiezo con mis propios pies y llego a trompicones a la cocina — Ay, mamá, qué miedo.

Vale, he dicho que soy valiente, pero todo lleva un progreso...

— Pero, ¿qué te pasa? — Da dos pasos atrás cuando ve mi forma de entrar, casi me caigo pero he aguantado en pie. — ¿Por qué vienes así?

— Me han llamado — Doy vueltas en la cocina, y con lo pequeña que es, en dos pasos estoy en un lado y en otro, mi madre me mira, con los brazos en jarras. — De la editorial nueva, esa que han montado en las afueras, ¿qué voy a hacer?

— Tranquila, hija, por favor... — Pone ambas manos en mis brazos, creo que para que me esté quieta — Me alegra mucho que te hayan llamado, eso es que han visto algo en ti que les interesa.

— Pero eso no puede ser — Cierro los ojos, respiro y vuelvo a abrirlos para encontrarme con los de mi madre — ¿Y si no puedo hacerlo?

— ¡Pues claro que vas a poder! — Exclama, frunciendo las cejas — Eres una chica inteligente y educada, Vega. Tan solo tienes que llegar allí, presentarte y dejar que te conozcan.

Asiento, las palabras de mamá son fáciles de escuchar pero cuando llegue el momento no sé si me va a dar algo. Además, está el problema del sueño, ¿cómo voy a ir con estas manchas oscuras bajo los ojos? Hace días que no desaparecen.

Cuando llega papá hablamos del tema, de ese y de muchos más. Se alegra mucho que la editorial que me ha llamado sea justo la de su amigo Rafael, le pregunto que si ha tenido que ver pero lo niega y le creo. Tampoco dejo que lo llame, al menos de momento y para que la decisión que tomen conmigo, no sea por conveniencia de quién es mi padre.

Ellos siempre tienen respuestas y consejos para todas mis preguntas y dudas. Al final consiguen que cuando voy a mi habitación dispuesta a descansar, esté mucho más relajada.

Esta noche solo pongo música, una de las canciones que utilizo para relajarme. Cierro los ojos y acompaño a la melodía en mi mente; notas suaves, pausadas... ¡no! Esa imagen, ¿es que nunca va a dejarme tranquila? Siempre aparece y no tengo cómo hacer que desaparezca.

Mañana todo cambiará, quiero pensar en eso. Tengo una oportunidad para que mi vida comience de nuevo desde cero, para cambiarlo todo y dejar atrás estos años en los que he estado metida en una burbuja. Ahora salgo al mundo exterior sola, sin nadie cogido de mi mano que pueda acompañarme, pero estoy dispuesta a hacerlo, a enfrentarme a lo que nunca he podido. Es la hora, lo sé, y si en esa editorial me dan dicha oportunidad, tengo que aprovecharla.

Escrito en las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora