Epílogo.

136 15 5
                                    

Un año después.

¡Está lleno de gente! Paseamos por el camino de piedra con tranquilidad, observando que por todos lados hay alguien haciendo cualquier actividad.

Familias en sus cabañas, varias barcas flotando sobre el lago y con parejas en ellas, jóvenes acampando, niños y niñas correteando de un lado a otro. Camino con Rafa de mi mano, una vez que la tomó hace ya más de un año, no ha vuelto a soltarla. Espero que no lo haga nunca.

Llegamos hasta el columpio, ahora casi siempre ocupado, aunque siempre encontramos el momento de venir aquí los dos juntos. Además, la ruta de las estrellas ha resultado encantar a todo el que viene, recorren el camino con esfuerzo y la recompensa llega cuando estás arriba y disfrutas del cielo; es una imagen que nunca puedes olvidar aunque la hayas visto tan solo una vez.

El padre de Rafa y los míos, vienen a menudo aquí a pasar los fines de semana, y siento que además de nuestro sueño, también hemos revivido el suyo y el de mucha gente más, ya que cada vez aumentan las caras conocidas. Yo no podría ser más feliz, porque he descubierto en este tiempo que poco importan los lujos, o hacer y ser lo que la gente quiere que seas, simplemente hacer lo que a ti te haga feliz.

Yo sigo escribiendo, hace un par de meses publiqué mi segundo libro y fue bastante fácil, solo describí la auténtica felicidad de estar con la persona indicada y, lo que para muchas personas puede ser una historia de amor más, para mí es algo especial, único por no haberlo vivido de verdad hasta ahora.

— Tengo una sorpresa para ti — Me dice Rafa cuando volvemos a la cabaña a la hora de cenar — ¿Te apetece que esta noche disfrutemos de ellas?

Sé a lo que se refiere y acepto encantada. Así lo planeamos, esa misma noche hemos decidido subir, pero no cuando lo hace todo el mundo, no. Ponemos el despertador a las tres de la madrugada y, con linterna en mano, salimos hacia allí. Dada la hora que es, no nos cruzamos con nadie en todo el camino.

La subida es larga, pero hoy en día se hace mucho más amena porque charlamos y bromeamos, ni siquiera nos damos cuenta cuando hemos llegado.

— ¿No es increíble, Vega? — Rafa me abraza por la espalda, apoyando su barbilla en mi hombro — Llevamos aquí más de un año pero cada día es diferente al anterior, es mejor.

Es cierto, al principio pensé que sería una locura, una de esas decisiones que tomas en caliente y cuando trascurre el tiempo, te arrepientes. Pero no, porque como dice Rafa, no hay una rutina, ni un horario, simplemente naturaleza y libertad. Y ellas, las estrellas, siempre nos acompañan.

— Has sabido elegir el lugar indicado — Susurro, apoyándome contra su pecho.

— Y la persona indicada — Termina la frase, haciendo que me gire para estar cara a cara — De eso quería hablarte.

— Adelante — Le animo, parece nervioso. Pone ambas manos en mis brazos, acariándome desde los hombros a las muñecas repetidamente.

— Vega, como te he dicho y te diré siempre, eres la persona que llevaba buscando toda mi vida — Comienza — Despertar y verte durmiendo a mi lado es una de esas cosas de las que no me cansaré nunca, y no me arrepiento de haberte pedido venir aquí, conmigo, porque es la mejor decisión que he tomado nunca. No quiero que esto acabe, y de hecho, me gustaría compartirlo todo contigo.

— ¿Qué quieres decir? — Me estoy asustando, sí, Rafa suele tener este tipo detalles y palabras conmigo, pero hoy parece más inquieto de lo normal.

— Que te cases conmigo — Sonríe, nervioso — Que nuestros dos nombres estén escritos juntos y que todo esto sea nuestro, de ambos.  

Me quedo sin palabras, ¿de verdad acaba de decir lo que creo que acaba de decir? Su cara de ilusión y felicidad así lo muestra.

— Pero... es una locura, Rafa, ¿casarnos? — Cojo sus manos para apretarlas y terminar de creérmelo.

— Cometimos la locura de venir aquí hace mucho tiempo, y, Vega, es la locura más bonita que he cometido en toda mi vida — Se encoge de hombros — Así que estoy dispuesto a seguir haciéndolo. Quiero casarme contigo, pasar el resto de los días en un sitio como este... y que nuestros hijos y nietos crezcan aquí y sean tan felices como ahora lo somos nosotros, ¿qué me dices? ¿Quieres seguir disfrutando de las estrellas cada día a mi lado?

— Por supuesto que quiero, Rafa — Me tiro a su pecho para rodear su cuello con mis brazos y su cadera con mis piernas — Y quiero disfrutar cada noche a tu lado de las estrellas.

Me besa, apretándome con fuerza contra él, como si fuésemos uno.

Siempre he pensado que existe esa persona, la que encuentras un día y es justo la que el destino tiene preparada para ti. Mi persona favorita es Rafa y no tardé mucho en descubrirlo, así que, ¿por qué no dar ese paso y todos los que vengan después? Estoy dispuesta a hacerlo, a pasar cada nuevo día con él cogido de mi mano.
Y es que la felicidad, a veces, te encuentra sin que la estés buscando, o quizá llevaba años esperando el momento oportuno.

Pensamos en avisar mañana mismo a nuestros padres ya que, como últimamente, están pasando el fin de semana en las cabañas. Organizaremos una comida y lo anunciaremos, sin más. Sabemos que nos apoyan, lo han hecho antes de que ni nosotros mismos supiéramos que estábamos locos el uno por el otro.

— Y ahora, Vega... — Rafa acaricia mi mejilla con dulzura — Tienes que decirme en qué estás pensando, rápido, lo primero que te venga a la cabeza.

— La respuesta ha sido la misma desde el principio, Rafa — Respondo con una sonrisa — En ti, siempre en ti.

FIN



Escrito en las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora