Capítulo 36.

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Yo también tengo una pequeña sorpresa para Rafa, pero todavía no sé cómo hacerlo.

Ayer mismo terminé mi libro, y soy consciente de qué y quién me ha ayudado a inspirarme. Apenas he tenido que comerme la cabeza porque los capítulos trascurrían solos, uno detrás de otro contaban la historia que quiero plasmar para otros.

No era la idea principal, porque, como en la vida y tal y como dice Rafa, no hay que meditar tanto las cosas, simplemente suceden y tienes que seguir, sea como sea y equivocándote si es necesario. En realidad, el libro simplemente cuenta el caos que ha sido mi vida últimamente; la traición, la desesperación, el sufrimiento, y hasta un nuevo comienzo.

Llevo toda la mañana pensando en un plan genial relacionado con ello, con mi libro. Pero claro, soy demasiado nueva aquí como para hacerlo yo sola, así que pido ayuda a Tom, quién si no.

Llamo su atención mediante movimientos de mis manos hasta que levanta la cabeza y me ve, le pido que se acerque y no tarda ni un minuto en hacerlo.

— ¿Qué ocurre? — Sigue tan feliz como desde que empezó con Ruth, no para de contarle a todo el mundo con el que se cruza lo estupendamente bien que les va.

— Necesito algo — Muerdo mi labio inferior, la idea se me va ocurriendo en el camino, así que improviso — Digamos que quiero que un manuscrito de los que nosotros corregimos le llegue directamente a Rafa, ¿cómo lo hago?

— Esto... Vega — Se mete las manos en los bolsillos y pasa el peso de los talones a la punta de los pies, balanceándose — ¿Qué tal si se lo envías por mail? ¿Sabes que existe, no?

— Ay, Tom — Pongo los ojos en blanco, ya, ya sé que no me he explicado bien — El caso es que no quiero que sepa que lo envío yo, ¿entiendes? No quiero que ese manuscrito tenga que ver conmigo.

— Pero, ¿a qué viene tanto misterio? — Ahora baja la voz y como cotillo de nacimiento que es se apoya en mi mesa.

Es en ese momento, cuando me dispongo a seguir explicándole mi extraño plan, cuando Rafa sale de su despacho hablando por el móvil y con pasos acelerados, parece que va con bastante prisa aunque sí es cierto que le da tiempo a mirar hacia donde estamos y guiñar un ojo, me sonrojo al instante y lo noto, así que bajo la cabeza para disimular como sea.

Tom se da cuenta, es raro que no lo hiciera, y más conociéndolo. Mira hacia Rafa, luego hacia mí, unas cuantas veces hasta que desaparece en el ascensor, después, abre mucho los ojos.

— No sé lo que está pasando y eso me pone muy nervioso — Habla rápidamente, aunque eso sí, en murmullos, lo que hace la situación un tanto graciosa — Me lo cuentas todo o me vuelvo loco y me tiro al suelo a dar gritos, ahora, aquí mismo... tú decides.

Suelto una carcajada demasiado alta, me tapo la boca con las manos porque no puedo aguantar la risa, no hace falta que se vuelva loco porque ya lo está, al igual que yo y que tanta gente en el mundo.

— Como dicen en la maravillosa película de Alicia en el país de las maravillas, querido Tom: Estás completamente loco, pero te diré una cosa, las mejores personas lo están.

— No, esta vez ni hablando de películas vas a distraerme — Arruga la nariz y se queda callado unos segundos — Pero te doy toda la razón, quien no haya visto esa película no puede hablar conmigo jamás.

¡Qué dramático es! Pero lo adoro, me encanta pasar tiempo con él y tener de nuevo un gran amigo con el que compartirlo todo, echaba de menos momentos así, de risas y charlas sin parar. Aunque claro, Tom ahora mismo no está para eso, simplemente quiere que le cuente todo y no lo voy a sacar de ahí.

Al final consigue hacerlo, me saca todo con pelos y señales, de hecho, creo que se ha equivocado de oficio y su verdadera vocación era ser periodista o algo parecido. No me juzga, algo que me encanta en él, solo pregunta y después escucha absorto cuando le cuento cada detalle desde el primer día que llegué a la empresa, incluyendo nuestro encuentro desde hace diez años.

— Entonces, ¿qué necesitas de mí? Has dicho que quieres que le llegue un libro a Rafa sin pasar por otras manos antes pero no me cuadra nada, aunque... — Suspira y cierra los ojos un segundo — ¿Quieres que haga de celestino? ¿Voy a ser tu Cyrano?

— ¡No, Tom, por favor! — Me altero al pensar algo como eso e incluso me sonrojo — No hay nada sentimental entre Rafa y yo, no al menos en el aspecto que tú hablas. Solo necesito que sea el primero en leer mi libro.

Ahora si, por fin me deja contarle el plan que más o menos he podido trazar, pero necesito que él me ayude.

Rafa sigue con sus idas y venidas de la empresa y, aunque me sigue teniendo algo asqueada que pase tanto tiempo fuera y todavía tenga en la cabeza aquel comentario de Rafael sobre si estaba conociendo a alguien, en este momento me viene bien que no esté aquí.

Después del trabajo Tom se empeña en que tomemos algo él y yo para ultimarlo todo, era mi plan pero al final lo ha acabado diseñando casi todo por su cuenta.

— Esta bien, Vega — Se termina su refresco y se recoloca en el taburete del bar donde estamos ahora mismo — Ha llegado tu salvador y tengo todo planeado — Se nota que se siente orgulloso de sí mismo y yo no puedo hacer otra cosa que aguantar la risa y por supuesto, escucharlo atentamente.

Al final, no parece resultar tan complicado.

Pasaré mi libro a un Pen Drive y lo llevaré a la editorial, solo tendré que pasarlo al ordenador de Rafa, no es nada del otro mundo. El papel más difícil quizá lo tenga Tom, que tiene que vigilar que nadie me vea y seguramente distraer a la Marta, la única que ronda el despacho de vez en cuando. Todo eso, pensando en que Rafa, como cada día, se marchará de la empresa durante un buen rato.

— ¿Está todo claro?

— Creo que sí — Suspiro, echando el aire por la nariz — Ojalá salga todo bien, tengo miedo de que nos puedan pillar... o algo peor.

— Confía en mí, ¿de acuerdo? — Se levanta, hemos pagado y se ha hecho tarde, pasa el brazo por mis hombros y nos encaminamos a la salida — Tú me ayudaste con Ruth y ahora no puedo hacer otra cosa que ayudarte a ti, para eso están los amigos, ¿no crees?

Asiento, casi emocionada. Amigos, vaya, hasta la palabra me suena extraña a estas alturas. Amigos que son capaces de arriesgarse y jugarse el cuello por ti. Me gusta esa sensación.

Llevo a Tom a su casa y conduzco de vuelta a la mía con todo el plan en la cabeza, ¿saldrá bien? Eso espero, lo que sé es que ahora me queda una larga noche acompañada de mi libro para así dejarlo perfecto; estoy preparada para que Rafa sea el primero en leerlo. 

Escrito en las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora