Rafael nos abre la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, cada recuerdo que tengo suyo es así, siendo un hombre alegre, supongo que a eso se debe el buen humor que trasmite Rafa normalmente.
— ¡Bienvenidos! — Exclama — Vamos, no os quedéis en la puerta, adelante.
Se hace un lado, primero entran mis padres y yo me quedo un tanto rezagada sin querer, estoy muy nerviosa.
— ¡Vega! — Me saluda — Tan guapa como siempre — Me recibe, encantador como en el pasado. — Estáis en vuestra casa, adelante.
Ya solo con ver el recibidor puedo comprobar que es más grande que casi toda nuestra casa junta. Colgamos las chaquetas en la percha y seguimos a Rafael por el larguísimo pasillo que parece no tener fin, hasta llegar al salón. Es espectacular con dos sofás de cuero color marrón oscuro, una alfombra mullida que ocupa casi todo el espacio y la televisión más grande que he visto en mi vida, ¿de verdad hay gente que se puede permitir esto? Nunca he querido nada más que lo que tengo, pero vivir así no debe estar nada mal.
Rafael nos hace una especie de visita guiada por todo el primer piso; hay una sala de estar algo más pequeña, la cocina que no tiene que envidiar a esas que salen en las revistas, con todo tipo de accesorios, y por supuesto, un jardín trasero que hasta tiene piscina. Aunque, sí tengo que admitir que lo que más envidia consigue darme es la biblioteca, hay una sala que simplemente tiene libros y más libros, tres estanterías abarrotadas de ellos que me dejan sin aliento.
Yo hace un buen rato que no observo ese alucinante hogar, porque imagino a Rafa en él; sentado en uno de esos cómodos y mullidos sofás, viendo cualquier película en la televisión, o cocinando, dándose un baño en la piscina, o concentrado leyendo uno de esos libros de una bonita historia que nos gustan a los dos... ese último pensamiento hace que me salga una tonta sonrisa.
— No me digas nada, has visto la biblioteca. Esa sonrisa no puede significar otra cosa — Rafa aparece bajando las escaleras cuando estamos de vuelta a la cocina. Me mira durante unos segundos — Bienvenidos a casa. — Extiende ambos brazos, dirigiéndose ahora a todos.
— Hola, Rafa — Saluda también mi padre — Desde luego, tenéis una buena colección, Vega se ha quedado varios minutos en shock cuando lo ha visto. Si pudiera, nos sacaría a nosotros de la casa para meter esa cantidad de libros.
A los demás les hace gracia su comentario, a mi por supuesto me avergüenza. Pero es cierto que me encantaría tener muchos más libros de los que ya tengo, una habitación llena de ellos, por todas partes...
Rafa nos sigue. Ocupamos nuestros sitios en una mesa enorme, hecha para que coman unas diez personas como mínimo, somos cinco así que sobra sitio por todos lados. Eso sí, comida hay para un regimiento, van a tener sobras para unas cuantas semanas, aunque nada más comenzar a comer compruebo que todo está buenísimo.
La primera conversación tiene que ver con los negocios que se traen ahora entre manos cada uno de nuestros padres. Rafael ha sabido invertir y a eso se debe la casa que tiene, imagino que entre otras muchas cosas, claro. Aunque lo que me gusta de Rafa es que no presume de nada de eso, él simplemente soñaba con montar una editorial para conocer nuevos escritores, así lo explica y de tal manera lo que escucho, ensimismada.
— Creo que hay que darle oportunidad a esa gente que quiere contar su historia y que sabe cómo hacerlo, cómo trasmitir y que los lectores lo vivan de la misma manera — Mueve las manos mientras habla, hasta dejo de comer por miedo a atragantarme.
Desde luego y siendo como es, hará lo que quiera hacer. Lo tiene todo para convencer a quien se proponga. Al menos, conmigo ya lo ha hecho. Estoy segura de quién quiero que sea el primero en leer mi libro, cuando lo tenga terminado, claro.
Mientras estoy sumida en mis pensamientos el tema se desvía, no sé cómo ni por qué, pero me llama la atención una frase de Rafael, me hace volver a la mesa con ellos.
— No se lo he preguntado directamente, pero creo que Rafa tiene algo por ahí oculto, ¿me equivoco? — Se gira a mirar a su hijo y percibo el cariño que ambos se tienen.
— ¡Venga, papá! — Se sonroja, ¿en serio? Es la primera vez que un leve rubor le cubre las mejillas— Sabes cómo soy y si lo que te preocupa es que deje desatendida la editorial, puedes estar tranquilo. Tanto Marta como los trabajadores saben lo que hacen, y lo hacen muy bien — Me guiña un ojo y bajo la cabeza, ¿es que está loco? Seguro que hasta mis padres se han dado cuenta.
— Estoy muy tranquilo con eso — Rafael sacude la cabeza — Pero me llama la atención que últimamente aparezcas y desaparezcas, ¡incluso hay noches que ni viene a dormir! — Se dirige ahora a mis padres, que los escuchan con una sonrisa.
Eso último hace que me dé una punzada en el pecho, es cierto lo que acaba de decir. Rafa pasa las mañanas en la editorial, y algunas tardes, pero se va durante mucho tiempo, tenía entendido que a reuniones aunque... ahora estoy perdida, ¿no duerme en casa, entonces, dónde?
— Venga, ya vale... — Se pone a comer, disimulando y queriendo dejar el tema. Al parecer está incómodo.
— ¿Qué decís? — Baja la voz, como si solo se escucharan entre mayores — ¿Qué tiene por ahí a una chica escondida? ¿Podéis creer que todavía no me ha presentado a ninguna de sus novias?
Caigo en la cuenta de algo, Rafa es bueno conmigo, siempre lo ha sido, atento y comprensible, pero eso no quiere decir nada, ni que me dé explicaciones ni que pueda estar con alguien, claro. Es un chico soltero hasta donde sé, puede hacer lo que quiera. ¿Por qué demonios no había pensado en que quizá tenga novia, o esté conociendo a alguien? Sus escapadas entonces tendrían un motivo.
— Si no has conocido a ninguna de mis novias es porque quizá no las haya, ¿no has pensado en eso? — Alza ambas cejas, moviendo la cabeza a ambos lados, incrédulo. — Necesito salir de esa encerrona que me han montado, Vega, ¿quieres que te enseñe la azotea? Las vistas son espectaculares.
Me pilla por sorpresa, creo que a los demás también, pero estoy de acuerdo con él y me temo que en toda esta conversación la próxima víctima voy a ser yo, así que me levanto enseguida.
— Tienes razón — Miro a unos y otros con los ojos entornados, incluso los señalo — ¿Lo hacéis adrede, eh? Pero ya os conocemos...
Se echan a reír, claro, probablemente sepan que voy bien encaminada. Les saco la lengua antes de salir de la cocina detrás de Rafa. En cuanto dejamos de estar a la vista rodea mi muñeca con sus dedos y me lleva escaleras arriba.
Cruzamos de lado a lado un pasillo muy parecido al de la planta de abajo, aunque este con más puertas a ambos lados, imagino que son las habitaciones. Llegamos hasta una puerta final, de cristal y corredera, Rafa la abre de un ágil movimiento y salimos a una estancia más recogida.
Tiene una pequeña mesita redonda y dos sillas de madera, una a cada lado. También muchas flores que se nota que cuidan cada día y hasta una hamaca de color naranja a un lado.
— Siento el espectáculo — Habla Rafa, tragando saliva, se acerca a la barandilla de color blanco que deja ver gran parte de la ciudad a lo lejos — A veces creo que mi padre utiliza a sus amigos para sonsacarme cosas de mi vida.
— Te entiendo — Resoplo, poniendo los ojos en blanco — Hoy te ha tocado a ti pero probablemente sería la siguiente.
Sonríe, apoyado con ambos codos en la repisa de la ancha barandilla. El cielo está nublado y me gusta ver los dibujos que forman las nubes. Al parecer, también a Rafa.
— ¿Es cierto que nunca le has presentado a ninguna chica como tú novia? — Le pregunto aunque, por supuesto, sin mirarle.
— Así es, nunca he tenido algo tan importante como para hacerlo oficial a la familia y demás, ya sabes. — Susurra.
Dejo el tema, imagino que ya ha sido suficiente para él por hoy. Nos quedamos ahí en silencio, porque a los dos nos gusta tener la compañía del otro de esa manera. Aunque ese silencio lo rompe una voz en mi cabeza que sigue repasando las palabras de Rafael, ¿oculta algo Rafa, a qué se deben sus idas y venidas?

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Escrito en las estrellas.
RomanceVega vivía el cuento de hadas perfecto, o eso creía. De un día para otro su vida cambia y lo que creía un sueño se convierte en la peor pesadilla cuando es traicionada de la peor manera posible. Pierde toda esperanza en el amor y todo lo que conllev...