Capítulo 7.

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No sé si me está dando una especie de ataque de ansiedad, pero es muy parecido porque me falta el aire.

Vuelvo a casa unos veinte minutos después. En el trayecto paso de la tristeza al enfado y la rabia. Aprieto tanto las manos que las uñas se me clavan en las palmas, pero me da igual. No entiendo ni entenderé nunca cómo pudo hacerme algo así tras seis años.

Cuando llego mis padres ya están dormidos, cosa que agradezco porque sin hacer ruido voy hasta mi habitación, me meto bajo las sábanas y dejo que todo me atrape.

***

Esa mañana, una hora antes comienzo a prepararme, aunque me da tiempo de sobra, llevo toda la noche despierta. Me doy una ducha y me visto; pantalones cómodos y camiseta sencilla. La buena noticia es que en la editorial no parece ir nadie de etiqueta, me sentiré una más.

Esa mañana estoy poco habladora en el desayuno, también les digo a mis padres que iré en autobús, pero voy con el suficiente tiempo de darme un buen paseo y despejarme. Lo necesito después de la noche que he pasado.

Son las nueve menos diez cuando estoy en la puerta pero decido no esperar, entro y saludo a Ruth con la mano.

— ¿Qué tal, Vega? — Sonríe — Me alegro mucho por ti, ya me han dicho que eres la nueva compañera y te incorporas hoy mismo.

— Eso parece, muchas gracias, Ruth — No me acerco demasiado, tengo las ojeras algo marcadas — Nos vemos después.

No sé porqué le digo eso, supongo que para subir rápidamente. Una vez en la segunda planta busco a Tom, es la única cara conocida hasta ahora.

Está en una de las mesas más alejadas. Me acerco titubeando, no hay casi nadie todavía.

— Hola, Tom — Saludo con una pequeña sonrisa.

— ¡Eh, hola! — Alza mucho las cejas, parece transmitir buen rollo allá donde vaya. Con sus camisas extravagantes y su pelo alborotado. — ¿Empiezas hoy? — Asiento, nerviosa.
— Ven, Marta ha llegado hace poco.

Lo acompaño hacia el pasillo de la izquierda, dónde está la sala de descanso que conocí ayer. Hay varias puertas más y todas de cristal, claro. Me dejan ver su interior, la mayoría son despachos. Tom llega a uno de ellos y da dos pequeños toques, una mujer alta que hay dentro nos mira por encima de la pantalla de su ordenador y hace una seña para que pasemos.

— Buenos días, Marta — Está mucho más serio ahora — Ella es Vega, la chica que empieza a trabajar hoy. Le hizo la entrevista Rafa.

— Oh, ya, que pase — Dice nada más. Su tono es seco y su mueca desagradable pero decido no juzgar a simple vista.

Tom me desea suerte en susurros y sonríe, alejándose. Sola ante el peligro. Cierro la puerta de su despacho a mis espaldas.

— He recibido tu contrato esta mañana — Me informa, leyéndolo — Estarás tres meses a prueba, si tu rendimiento es bueno, hablaremos para alargarlo.

— Está bien — Contesto casi sin voz.

Va enumerándome distintos puntos. El horario, salario y lo más importante, de qué me encargaré. Al parecer por el momento leeré los manuscritos que lleguen y, si me gustan, los pasaré a un puesto de mayor relevancia para que los examinen. Habla mucho y se explica bien, aunque sea bastante sería e incluso dé un poco de miedo con ese pelo tan negro y tan largo.

— ¿Tienes alguna pregunta? ¿Alguna sugerencia? — Pregunta, levantando la cabeza y mirándome directamente.

— No, nada — Digo enseguida, como para llevarle la contraria... Me acerca el papel donde firmo. Ya es oficial.

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