Capítulo 17.

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Se escucha algo a mi espalda, un ruido bajo pero alargado, ¿rodadas de coche? Eso creo, pero no es lo más normal en un sitio en mitad de la nada y por lo que acabo de comprobar, completamente abandonado.

Pego un salto para bajarme del muro y miro a ambos lados buscando el mejor escondite. No apago la luz de la linterna, ya es de noche y estoy asustada. Me agachó y me oculto tras un grueso tronco del primer árbol que veo. Sí, es un coche que se acerca, ahora lo escucho perfectamente.

No sé porqué tengo tanto miedo, quizá alguien siga viviendo en este sitio. El coche se detiene y alguien baja de él, pasos, escucho pasos lentos acercarse a mí, sea quien sea me ha visto, estoy segura. ¿Qué hago? La mejor idea que se me ocurre es pillarle por sorpresa.

Pego un salto desde detrás del tronco del árbol, alumbrando directamente a la sombra que ahora tengo ante mí a los ojos, si no me ve no puede hacerme nada.

— ¡No quiero morir! — Grito — ¡No me hagas daño!

No sé cuántas cosas más sin sentido sigo exclamando, pero ya he empezado a correr, se me cae el móvil de las manos y pienso en dejarlo donde está, pero nadie me ha atacado así que me quedo quieta. Mi teléfono está a unos cuantos pasos pero solo me fijo en el final del camino.

— ¿Vega, eres tú? — Un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza. Me conoce, esa persona sabe mi nombre. — Soy Rafa, tranquila. Puedes dejar de correr y gritar cuando te apetezca, cuando te venga bien...

— ¿Rafa? — Vuelvo, recojo mi teléfono del suelo y alumbro hacia él, que se tapa la cara con una mano. — Pero, ¿qué haces aquí? ¡Me has dado un susto de muerte! ¿Cómo se te ocurre?

— ¿Yo? — Se acerca a mí y con su dedo tapa la luz que sale de la parte trasera de mi móvil — O sea, que sales de detrás de un árbol alumbrándome con eso, pegando gritos, corriendo... ¿y el susto te lo he dado yo?

— Pensaba que eres algún tipo de asesino en serie solitario, de esos que acechan a sus víctimas y cuando las encuentras solas, ¡zas! — Otro escalofrío. Está refrescando, debe ser tarde.

— Me he quedado corto diciéndole a mi padre que tienes mucha imaginación — Entorna los ojos, decido apagar la linterna — A saber qué ronda por esa cabecita tuya.

Respiro mucho más tranquila viendo el lado bueno de las cosas, ahora no estoy sola en este sitio.

— No me has respondido, ¿qué haces aquí? — Agradezco que no se vea nada, me he puesto roja como un tomate.

— Podría preguntarte lo mismo — Chasquea la lengua — Pero creo que sé la respuesta. Hemos hablado de este sitio y he sentido la curiosidad de verlo de nuevo.

Asiento, exactamente tiene razón. He venido hasta aquí para ver si recordaba más cosas, sobretodo y siendo sincera, para saber si podría recordarle a él de niño.

— Ha sido una decepción — Suspiro realmente apenada y moviendo la cabeza a ambos lados. — Está abandonado.

— Hagamos una cosa — Dice, serio y tomando el control — Es tarde, está muy oscuro y hace frío, voy a pasarme el sábado por aquí, quiero verlo a la luz del sol ¿querrías venir?

— Claro — Respondo, hablando siempre antes de pensar — Quiero decir que me gustaría ver el sitio donde hemos pasado parte de nuestra infancia. — Miro al cielo, completamente estrellado — Hasta ahora, solo he recordado esto — Señalo hacia arriba — En las noches de verano se veía precioso.

Asiente, al parecer también lo recuerda, porque en su gesto percibo añoranza.

— Nunca sabemos cómo de importante es un sitio hasta que te marchas de él y te das cuenta de cuánto lo echas de menos. Ni si quiera lo recordábamos y de repente...

Pienso como él, hace años que no pensaba en las cabañas del pantano, ni en los momentos felices pasados allí junto a mi familia y bueno, también junto a Dani. Éramos solo niños, no nos dábamos cuenta de lo que teníamos. Ahora, diez años después, desearíamos volver.

Nos quedamos observando el cielo durante unos minutos, la luna está algo más grande que el último día.

Rafa me pide ir delante con mi coche, el me seguirá con el suyo para que ambos lleguemos sanos y salvos. No necesitamos más percances por hoy.

De camino tengo tantas cosas en la cabeza que temo desconcentrarme de noche y en la carretera. No estoy acostumbrada a conducir en estas condiciones.
Decido poner música en la radio, sí, será lo mejor.
Busco en las emisoras hasta que encuentre alguna canción que me guste, pronto lo hago. Rewrite the Stars resuena ahora en mi coche y una tonta sonrisa aparece en mi rostro. Adoro esta canción y lo que significa.

Sigue sonando cuando llegamos de nuevo a la ciudad. Antes de marcharme a casa quiero despedirme de Rafa así que activo el intermitente y dejo el coche a un lado de la carretera, él ve mi señal y hace lo mismo. También ha puesto música mientras volvía y me doy cuenta de que sin querer estábamos escuchando la misma canción, qué casualidad.

— Tengo que decirte que me alegro que hayas aparecido allí — Digo, algo avergonzada pensando en cómo he reaccionado antes.

— Quién lo diría — Ríe — Cuando te he visto saltar hacia mí pensé que eras algún tipo de animal salvaje.

— ¿Y soy yo quien tengo mucha imaginación? — Ahora me hace reír a mí, me gustaría haber visto su cara al ver una sombra con una luz encendida entre los árboles. — Siento haberte asustado.

Sacude la cabeza, ha dejado la música puesta y acaba de terminar la canción, estaba cantándola en mi cabeza mientras sonaba.

— ¿Has pensado alguna vez cuál sería la banda sonora de tu vida? — Pregunto, aunque no sé el motivo, a veces hablo sin sentido — Creo que esa canción sonaría en la mía.

— El gran Showman es una gran película — Responde, dejándome despistada, se percibe de mi cara — Podría estar en la banda sonora de cualquiera.

— Ya, sí, lo sé... — Quedo desconcertada.

Son las once de la noche y vuelvo a estar con mi jefe, a solas. No sé que estoy haciendo pero creo que no quiero seguir, no quiero volver a lo que un día me hizo daño. Me prometí a mí misma que no confiaría en nadie tan fácilmente, así no podrían dañarme como lo han hecho.

— Me marcho a casa, es tarde — No le miro a la cara y vuelvo hacia mi coche — Nos vemos mañana en el trabajo.

— Está bien, Vega... — Se queda sorprendido de que haya cambiado de tema tan de repente, lo noto en su expresión — Y gracias, ya tengo qué ver esta noche — Muestra una pequeña sonrisa — Te veré mañana.

Se queda donde está, como si de un modelo perfecto se tratara apoyado en el capó de su coche, posando para una sesión de fotos.

Yo me alejo, rápidamente. Huyo más bien. Es lo mejor que sé hacer últimamente.

Escrito en las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora