Capítulo 30.

83 12 8
                                    

Gira la cabeza cuando escucha el motor de mi coche acercarse. Freno, pero no me atrevo a abrir la puerta y salir. No esperaba que estuviese aquí, claro, pero una pequeña parte de mí quería encontrarle de nuevo. Siento los nervios agarrados en mi estómago y respiro hondo. Rafa no se ha movido.

Bajo por fin, ralentizando mis pasos hasta llegar hasta él, cojo la parte de abajo de mi sudadera para dejar los nervios en alguna parte.

— Hola — Saludo, apoyándome en el mismo sitio que él, a su lado. Miro su perfil, tan perfecto como siempre aunque la oscuridad ahora lo quiera esconder.

— Hola, Vega. — Sus ojos están puestos en las estrellas, creo percibir un brillo en ellos cuando las observa.

— Quizá querías estar solo, no se me ocurría un lugar mejor al que venir. — Me disculpo al verle tan ausente.

— Tranquila — Murmura, e incluso baja mucho más la voz cuando continúa hablando — Parece estar escrito en las estrellas.

— ¿Cómo? — Pregunto, sintiendo un respingo aunque no le he entendido bien.

Sacude la cabeza a ambos lados, mostrando una pequeña sonrisa que no refleja su alegría. Se cruza de brazos, no me mira, ¿por qué no me mira? Siento impotencia por haber hecho algo así. ¿Me he equivocado, he tomado el camino incorrecto?

— Deja de pensar tanto las cosas, por favor — Escucho ahora su voz, parece conocerme tanto... — Has tomado una decisión, imagino que llevándote por el corazón. No te arrepientas si te hace feliz.

— Que seas así conmigo me hace sentirme mucho peor — Trago saliva — He tenido suerte de haberte conocido.

Se gira, han pasado unos diez minutos pero parecen haber sido horas eternas notando su frialdad conmigo. No está enfadado, lo percibo en su mirada, sí puede que dolido, aunque lo comprendo perfectamente.

— Sigue siendo como eres, ¿me lo prometes? — Me coge ambas muñecas y me trasmite esa calidez, esa paz. — Sigue escribiendo, Vega, y sigue soñando siempre. Quiero ser el primero en leer tu libro, tal y como te dije.

No quiero decir nada porque lo más seguro es que me ponga a llorar. Esto es lo más parecido a una despedida, y no a una cualquiera donde sabes que no vas a volver a verle en mucho tiempo, si no la peor despedida; tener cerca a esa persona y sin embargo, no sentirla contigo.

Se marcha, y sé que mañana mismo voy a verlo en la oficina pero nada va a ser como antes. ¿Cómo puedo echar de menos algo que apenas ha durado unas semanas? Parece que no me ha dado tiempo a nada, ni a conocerle como hubiera querido. Cada momento que he pasado con él ahora me parecen míseros instantes.

Me quedo encogida, envolviéndome con mis propios brazos y a solas. El mirador no tiene nada de especial si Rafa no está aquí. Me dejó caer y me quedo sentada mientras algunas lágrimas recorren mis mejillas, me siento la chica más patética del mundo, y la más cobarde por no haber sido capaz de dejar atrás el pasado.

No sé cuánto tiempo pasó ahí pero hace bastante frío cuando me tranquilizo y decido volver a casa. Ni siquiera me cambio, simplemente me tiro en la cama y me dejo llevar por el sueño.

***

Es viernes, debería estar contenta de que haya pasado la semana y lleguen dos días de descanso, pero me encuentro inquieta, no sé cómo reaccionar con Rafa ahora que las cosas están más distantes entre nosotros.

Salgo mucho antes de casa que de costumbre, no quiero arriesgarme y que Dani venga por aquí y e insista en llevarme. Si algo claro me ha quedado esta noche es que tengo que hablar con él y explicarle todo, lo he intentado pero por mucho que quieras retomar algo que fue increíble, si los sentimientos te dicen lo contrario no hay nada que hacer.

Escrito en las estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora