Dos días. Ese par de palabras se me repiten una y otra vez involuntariamente. Esa noche, de camino a casa me doy cuenta de algo importante, ¡no se lo he dicho a mis padres! Soy la peor hija del mundo, o bueno, la hija con peor cabeza que puede existir.
Los reúno en la cena, están expectantes porque les he dicho que tengo que contarles algo. Me miran con atención y no sé cómo empezar.
— Bien, ¿tenéis algo que hacer este próximo viernes a las cinco de la tarde? — He decidido hacerlo a mi manera, siempre resulta más fácil.
Se miran entre ellos, extrañados, claro.
— Solo lo digo porque resulta que... voy a presentar mi libro — Alzo mucho las cejas. Uno, dos...
— ¡Pero bueno! — Los dos se levantan de la silla como si tuvieran un muelle debajo — ¿Y eso cómo ha sido? ¿Como tan de repente?
— La verdad es que llevamos dos semanas trabajando en ello, tengo tantas cosas encima que no recordaba no haberlo dicho —Es una especie de disculpa, un tanto rara. — ¿Qué decís? ¿Os confirmo en la lista?
Ambos me atrapan en un abrazo. Saben desde hace años lo importante que era para mí, a pesar de estudiar y quizá dedicarme a otra cosa, nunca he querido dejar de escribir y cumplir el sueño de publicar mi libro.
La noche se alarga porque, por supuesto, quieren saberlo todo desde el comienzo. No les explico con detalles, claro, tampoco es necesario que sepan que me colé en el despacho de Rafa para que fuera el primero en leerlo, aunque sí les digo cuánto me ha ayudado, él y Tom entre muchos otros compañeros. Me escuchan atónitos, sin decir una palabra.
— Y bueno, hoy mismo he recibido la noticia de que este viernes lo presentaré, ni siquiera yo he visto el resultado final, pero después de todo lo que hemos trabajado no me decepcionará.
Son casi las dos de la madrugada cuando por fin, agotados de hablar nos vamos a la cama. Les ha costado creerlo, como a mí al principio, pero no, todo esto ya no es ese sueño lejano, es una realidad, una perfecta realidad.
Consigo descansar, pero eso sí, no pego ojo en casi toda la noche. Más vale que haga algo con las ojeras antes de la presentación. Quizá le puedo pedir a Ruth que las disimule con alguno de sus trucos de maquillaje.
Parece mentira que en apenas unas horas vayan a ocurrir tantas cosas.
Eso sí, esa mañana se me pasa rapidísima y cuando quiero darme ha llegado el mediodía, miro la hora que marca el reloj de mi ordenador portátil cuando escucho que alguien me llama.
— Vega, ¿puedes venir? — Rafa asoma la cabeza por la puerta de su despacho, alzo la cabeza por encima del ordenador y asiento, levantándome para ir hacia allí.
Estoy nerviosa, no hemos vuelto a hablar después de la especie de desencuentro que tuvimos, aunque tampoco sé si llamarlo así, con Rafa las cosas suelen estar confusas casi desde el principio... como para un segundo libro, vaya.
— ¿Estás bien? — Vale, en mi vida suele suceder eso, he llegado al despacho, me he sentado pero me he quedado callada, como ida... a veces me pierdo y no si quiera soy consciente. — Pareces más distraída de lo normal.
— No, para nada — Muevo la cabeza a ambos lados — Ya sabes, la presentación y eso.
— Ya, claro. Estarás nerviosa — Chasquea la lengua, él no se ha sentado, camina de un lado a otro con las manos metidas en los bolsillos de uno de esos vaqueros que tan bien le quedan. — ¿No es eso?
Bueno, dos veces en menos de un minuto que me evado de dónde y con quién estoy, debo centrarme.
— Mucho — Trago saliva — Dime al menos que vas a estar ahí por si me quedo atascada o... no me salen las palabras.
— Lo vas a hacer bien — Por fin se detiene, apoya una mano en cada reposabrazos de mi silla y me mira a los ojos — Estoy seguro.
Tengo que echarme para atrás, solo hay dos opciones y la otra no es precisamente alejarme de él. No puedo tener esa cercanía sin saber qué significa. Sin saber al menos si para Rafa es lo mismo que para mí, si se le acelera el pulso o si le tiembla todo el cuerpo, no lo parece, al menos no en estas últimas semanas.
— ¿Qué sucede? — Al parecer mi gesto de retirarme ha sido demasiado exagerado — ¿Huyes de mí?
Su pregunta es entre broma y molestia, al menos eso me parece. Como respuesta bajo la cabeza a mis manos, que nerviosas se entrelazan entre ellas. Decido levantarme y mantener la compostura.
— No, es solo que tengo trabajo. — Es la primera excusa que me viene a la cabeza.
— Pero si es tu hora de descanso, Vega — Cada vez parece más extrañado pero no está tan mal que se sienta como yo ayer en nuestra peculiar comida.
— Lo sé, pero son cosas atrasadas, ya sabes... Con esto del libro apenas he podido centrarme en nada más.
Si, estoy huyendo como una cobarde y me escabullo entre los distintos muebles de su despacho, hasta rodeo la pequeña mesa para llegar a la puerta. La cara de Rafa es de auténtico asombro y desconcierto, aunque no dice ni pregunta nada más.
Me despido de él como puedo y salgo aparatosamente, a punto de tropezarme con mis propios pies.
Una vez en el ascensor, respiro hondo; lo he hecho bien y alzo la cabeza orgullosa de mi misma.— Te lo prometo, me caes muy bien pero eres bastante rara — Menos mal que el que me pilla en esta situación es Tom y no cualquier otro compañero o compañera.
Suelto una carcajada, vaya espectáculo, pero así soy yo.
— Tiene una explicación — Le digo — Pero, ¿tú que haces aquí?
— Te esperaba para comer y al ver que no venías he subido a buscarte, pero al parecer hasta te he rescatado de algo... o alguien. — Miro a otro lado, mordiéndome el interior de la mejilla — ¿Rafa?
— Sí, pero no te voy a contar nada, no quiero que me juzgues — Me cruzo de brazos, cerrandome así a más preguntas.
— ¿Lo he hecho alguna vez? — Tom se pone delante de mí, el ascensor ni siquiera se ha puesto en marcha pero no parece importarle — No eres justa, claro que no. Y ahora que está todo más interesante me dejas fuera, está bien.
Oh, venga... se está haciendo el ofendido e intento no reír más cuando veo que los orificios de su nariz de inflan.
— Está bien, eres peor que mis padres — En fin, con alguien como Tom siempre tengo que darme por vencida — Enrosco su brazo como el mío, tal cual dos señoras paseando, y pulso el botón para bajar de una vez — Pero tú lo has dicho, te caigo bien a pesar de ser rara... y todo un desastre.
— ¿Me vas a contar de una vez en qué lío andas metida?
— Escucha con atención.

ESTÁS LEYENDO
Escrito en las estrellas.
Storie d'amoreVega vivía el cuento de hadas perfecto, o eso creía. De un día para otro su vida cambia y lo que creía un sueño se convierte en la peor pesadilla cuando es traicionada de la peor manera posible. Pierde toda esperanza en el amor y todo lo que conllev...