Es fácil saber qué es; una frase de la novela que anoche leí, que de hecho, tantas veces he leído. También es sencillo deducir quién ha dejado eso ahí y el motivo por el que lo ha hecho. Solo he hablado de ese libro con Rafa, justo ayer, y hoy, ¿eso?
Vuelvo a doblar el papel, las manos están temblándome, ¿qué quiere decirme con algo así? Estos detalles consiguen desubicarme por completo, y más en este momento de mi vida.
— Vega, ¿puedes venir a mi despacho? — Levanto la cabeza al escuchar mi nombre, guardo el papel en el bolsillo trasero de mis pantalones vaqueros y voy hacia allí.
Tengo que pensar hasta donde pongo los pies, ¿por qué demonios tengo que estar siempre nerviosa?
— Hola Rafa, buenos días — Apenas me sale un hilo de voz así que me aclaro la garganta.
Está sentado en la cómoda silla de su escritorio, con muchos más papeles esparcidos por la enorme mesa. Sí que tiene trabajo.
— Buenos días — Se echa hacia atrás, entrelazando las manos y ladeando la cabeza para observarme — ¿Hoy también quieres crear tendencia? — Bromea, señalándose el pelo. Se refiere al mío, como no, despeinado.
— Algo así — Me encojo de hombros, algo avergonzada me acomodo un poco algunos pelos revoltosos, aunque sé de sobra que no hay solución con ellos. — Soy una adelantada a mi tiempo, este peinado se llevará la siguiente temporada.
Sí, suelto cosas estúpidas cuando no tengo nada interesante que decir, menos mal que su reacción es buena y sonríe abiertamente.
— Tengo que decirte que ayer, nada más llegar a casa, tuve que leerme Jane Eyre — Lo dice tan seguido que tengo que analizar las palabras una a una — Gracias, no recordaba lo bueno que era.
— Por eso has dejado en mi mesa el... papel — Murmuro, él asiente — Yo casi me duermo esta mañana, anoche no me acosté hasta que no terminé de leerlo.
No dice nada, solo entrecierra los ojos, quiero decirle que deje de mirarme de la manera que lo hace, porque parece que me hago pequeña, diminuta.
— Al final le di una oportunidad a la novela de ayer, creo que está bastante bien — Cambio de tema.
— De acuerdo, entonces revísala, corrige si ves algún fallo de ortografía y después tráela a mi despacho, veremos qué hacer con ella. — Se ha puesto en modo jefe de repente.
Le digo que esta misma tarde a más tardar, la tendrá lista, y después salgo de su despacho. Necesito hacerlo porque algo en mí me dice que cuanto más conozca de él como persona, más perdida estaré.
Me tomo el café con Tom, hoy solo los dos. Le pregunto acerca de Ruth, de la historia que tienen aunque, por desgracia, no hay dicha historia. Le gusta desde que la vio por primera vez pero es incapaz de decirle nada acerca de lo que siente. Se queda sin palabras cada vez que están a solas. Me sorprende de alguien como él, tan alegre y seguro.
— ¿Crees que ella está interesada? — Le pregunto.
— No tengo ni idea — Cuando mueve la cabeza, varios pelos se le ponen en los ojos, aunque parece no importarle — Pero en eso puedes ayudarme — Muestra una sonrisa pícara.
— ¿Yo?— Señalo mi pecho, incrédula, ¿qué voy a poder hacer yo?
— Tú — Reafirma — He visto que os lleváis bien, puedes hacerle algunas preguntas: como si tiene novio o si está interesada en alguien del trabajo.
— Sí claro, Tom, qué fácil — Abro mucho los ojos— Apenas hemos hablado y ya voy a preguntarle cosas como esas, estás loco.
— Por favor — Hace una mueca como si de repente se hubiera convertido en un niño de seis años intentando convencer a sus padres de que le compren un juguete. Eso no se hace... no puedo resistirme.
— Lo intentaré — Termino resignada — Pero no te prometo nada, apenas la conozco.
Da igual, él se da por satisfecho. Vaya, llevo aquí una semana y ya estoy metida en varios líos sin entender cómo ni por qué.
Cuando falta poco menos de una hora tengo lista la novela, o al menos eso creo. He revisado punto por punto, tal y como me ha dicho Rafa. Me fijo que Tom sale de su despacho, imagino que haciendo lo mismo que yo, espero unos segundos a que pase por mi lado y me guiñe un ojo, yo lo miro como si estuviera enfadada con él por lo que quiere que haga, pero en realidad quiero ayudarle, es en parte gracias a él que este adaptada a este sitio.
La puerta está abierta así que voy hacia allí, todavía mirando a Tom, cuando choco con algo duro. No quiero que el ordenador se caiga de mis manos así que después del golpe doy una vuelta sobre mí misma, haciendo equilibrio y consiguiendo estabilizarme.
— Uf, por poco — Murmuro, orgullosa de no haberme caído, aunque no es tan raro en mí.
— Bravo — Encuentro a Rafa mirándome, incluso aplaude con una sonrisa de oreja a oreja — Buen giro.
He chocado con él, al parecer no lo he movido ni un solo milímetro. ¿Es que no puedo ser normal alguna vez en la vida?
— Perdón, iba mirando a... da igual — Desisto — Venía a decirte que el libro está listo.
— De acuerdo, envíamelo por mail — Dice, vuelve a su despacho y yo lo sigo — Lo mandaremos al siguiente departamento, nuestro trabajo ya está hecho.
— Genial — Estoy feliz. He leído y corregido mi primer libro. — Voy a seguir, todavía queda tiempo.
— Espera, Vega — Siento su agarre en mi muñeca, no me atrevo a girarme y solo espero que no note como tiemblo. — Necesito una última cosa antes de que te vayas.
Lentamente decido soltarme y romper nuestro contacto. Trago saliva antes de levantar la cabeza y encontrarme con sus ojos marrones, tan intensos como siempre.
— Dime. — Suelto todo el aire acumulado junto a esa simple palabra.
— Una película, la que primero te venga a la cabeza — Sonríe, empiezo a pensar que le encanta este juego. — Vamos, no pienses, solo suéltalo.
— Quiéreme si te atreves.
Madre mía. Lo he dicho tan de golpe que hasta ahora, que lo oigo salir de mis labios y escucho mi propia voz, no soy consciente.
— ¿Cómo has dicho? — Rafa alza mucho las cejas y abre los ojos, yo me tapo la boca con ambas manos, pero cuando más pienso en salir corriendo y desaparecer, es cuando suelta una carcajada — ¡Es broma, Vega! Conozco la película, y me encanta.
— Si no fueras mi jefe, te diría muchas cosas — Frunzo el ceño, enfadada. — Y ninguna agradable.
Solo sigue riéndose, al verlo tan desenvuelto y cómodo empiezo a soltar la tensión. Me he llevado un buen susto cuando ha puesto esa cara.
— No quiero volver a jugar a esto — Le digo, aunque ya no tan en serio.
— Lo siento, es que a veces pareces tan inocente que es increíble — Comienza a tranquilizarse, respirando hondo. No sé si me termina de gustar eso de hacerle tanta gracia — Solo quería tener un plan para esta noche, gracias por la recomendación.
— Oh, no es nada, tranquilo — Pongo los ojos en blanco.
— ¿Has visto? — Mira su reloj, estirándose y destensando algunos músculos de su espalda, ancha. Hasta con la camisa puede verse y me quedo absorta — Ya es la hora.
Me despido de él y salgo del despacho. Creo que cuando esté lejos va a seguir riéndose del espectáculo. Pero, aunque nunca vaya a reconocerlo delante de él, ha sido divertido.
Me marcho a casa con algo en mente, seguir escribiendo capítulos de mi libro, sé que ahora es el mejor momento. Y claro, como no y antes de ir a dormir, ponerme a ver Quiéreme si te atreves.
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Escrito en las estrellas.
RomanceVega vivía el cuento de hadas perfecto, o eso creía. De un día para otro su vida cambia y lo que creía un sueño se convierte en la peor pesadilla cuando es traicionada de la peor manera posible. Pierde toda esperanza en el amor y todo lo que conllev...