Ay, ¡esa película siempre consigue hacerme llorar! Es una historia de locos, pero preciosa al fin y al cabo. Me quito un par de lágrimas con la manga de mi pijama, no creo que nunca pueda cansarme de verla.
Es tarde, he escrito algunos capítulos y sé que necesito dormir, por lo que apago el volumen de la televisión y me doy la vuelta, arropándome bien.
Mi teléfono móvil vibra debajo de mi almohada, ¿a estas horas? Bueno, sería raro igualmente, hace semanas que no recibo ningún tipo de contacto social. Lo saco y desbloqueo para leer el mensaje, es de un número desconocido, no lo tengo guardado. Leo: ¿Capaz o incapaz?
Oh, venga ya. ¿Es que este hombre está loco, o pretende que me vuelva más loca yo? Por lo visto, es cierto que iba a ver la película, esa frase es la prueba. ¿Capaz o incapaz? No le respondo, porque mi respuesta sería la segunda: total y completamente incapaz.
Dejo el móvil donde estaba, como si no hubiera pasado nada, pero, cuando quiero darme cuenta, estoy sonriendo. No, me muerdo el labio inferior con fuerza, luchando internamente conmigo misma.
***
¿Le digo algo? No, mejor hago como si no hubiera recibido el mensaje, eso es. Voy a la editorial, trabajo y después me marcho a casa, claro que sí. Asiento yo sola, según me acerco a la puerta.
Hoy llego con tiempo así que me dirijo a recepción.
— Buenos días, Ruth — Saludo, recordando lo que me pidió Tom — ¿Cómo estás?
— Hola Vega — Sonríe de forma amable — Bien, ya es viernes así que mucho mejor.
— Ah, claro. Entonces esta noche nos veremos — Será una buena ocasión para hablar con ella en el pub.
No recordaba el día en el que estamos, vaya, ya ha pasado una semana y apenas me he dado cuenta, va a ser cierto eso del que el trabajo dignifica.
Me pongo a ello sin perder un momento. Quiero concentrarme en lo que hago, además, todo esto también me está ayudando a escribir y llevo bastante avanzado mi nuevo libro. No sé si será igual de bueno que el anterior, pero al menos quiero esforzarme.
El día trascurre bastante tranquilo, leo un par de manuscritos que no me dicen gran cosa y, con la aceptación de Rafa los descartamos. Hay gente a la que se le ocurren verdaderas locuras.
— ¿Vas con tu coche? — Me pregunta Tom cuando salimos por la noche.
— Sí, claro. Puedo llevaros si queréis — Digo a Ruth, ella también acepta.
Aparco enseguida, no es demasiado tarde por lo que hay algunos sitios libres. Hoy llegamos los primeros y poco a poco van viniendo los demás miembros de nuestro departamento.
Tom me pega un par de codazos en las costillas, señalándome con la barbilla a Ruth, que ahora baila con otro compañero.
— No me des codazos — Murmuro, disimulando.
— ¿No ves que está bailando con otro? Ve hacia ella o será tarde — Sigue empujándome y lo fulmino con la mirada antes de hacerle caso.
— A ver si no va a poder bailar con nadie — Protesto, hablando sola.
— ¿Decías algo? — Ruth está a mi lado, al parecer para pedir una copa.
— Oh, no, nada importante — Frunzo los labios, pensando. ¿Cómo se hacen estas cosas? Nunca he sido intermediaria, no al menos queriendo. — He visto que bailabas con... Emilio, ¿es que tenéis algo? Soy la nueva y no estoy nada enterada.
— ¿Con Emilio? — Ríe — Para nada, somos buenos amigos desde hace tiempo.
No soy la más sutil del mundo, intento indagar tan bien como creo que sé, estoy avanzando cuando nos interrumpen otros compañeros, que se unen a nuestra conversación. Miro por encima del hombro de uno de ellos, no he hablado con Rafa, le veo algo más lejos, junto a Marta. ¿Es que esos dos...?
No lo creo, pero, aunque hubiera algo a mi no me importa en absoluto, solo faltaría.
Reviso todo el pub, sin darnos cuenta se ha ido llenando de gente. Hay grupos charlando, bebiendo y bailando. El ambiente es bueno. Yo he decidido que solo beberé una copa, tengo que conducir. Me acerco a la barra y espero que el camarero me vea.
— ¿Cómo estás? — La pregunta hace que me pegue un buen susto, imposible de disimular está vez.
— Lo has hecho adrede — Me giro hacia Rafa con los ojos entornados. El esconde una sonrisa.
— Quizá un poco — Esa mueca, como si fuera un niño pequeño, hace que me derrita. ¿De verdad alguien puede ser guapo en todas las facetas posibles? Seguro que si yo hago algunos de esos gestos estaría horrible. — Perdóname, nunca antes he conocido a alguien como tú. Siento curiosidad por esos mundos tuyos.
No sé qué responder a eso. ¿Mis mundos? Bueno, para qué mentir, si es cierto que tengo unos cuantos guardados dentro de mi imaginación.
De repente los veo y entonces sé el motivo de mi incomodidad, no era por Rafa. Ahí están de nuevo, al parecer ellos también vienen aquí.
— Rafa — Digo con un nudo en la garganta — Sé que te voy a parecer la chica más rara del mundo, si no te lo he parecido ya, pero necesito que me hagas un favor.
— ¿Qué ocurre, Vega? — Pregunta extrañado, mirando justo donde lo hago yo. — Es la misma pareja de la semana pasada, ¿qué problema tienes con ellos?
— Escóndeme, por favor — Sin darme cuenta de lo que hago agarro sus brazos, poniéndolo delante de mi — Eres grande, contigo en medio no podrán verme.
— Está bien, está bien — Se coloca cerca, tanto que tengo su cuello justo a la altura de mi cara, lo que me faltaba, y su olor de nuevo por todas partes. Quizá no ha sido tan buena idea como pensaba desde un principio — No querría meterme en tu vida privada pero ya que me has metido tú, ¿vas a decirme quiénes son?
— Eh... son mi ex novio y mi ex mejor amiga — Le respondo sin apenas darme cuenta, solo estoy pendiente de ambos, y de que no me vean sobretodo.
— Entiendo — Asiente, y su barbilla roza mi frente — Entonces, ¿hiciste algo de lo que ahora te arrepientes?¿Por eso te escondes y actúas así?
— ¿Yo? — Me separo un poco para mirarle con rabia, aunque él no tiene la culpa de nada — Yo no hice nada, Rafa. — Tengo que parpadear varias veces para contener las lágrimas.
— De acuerdo, lo siento — Suspira, observándome con preocupación — Ya sé lo que haremos, ven.
Coge mi mano, de forma suave y tranquila, al principio no sé lo que está haciendo pero después tira un poco de mí, lo justo para arrastrarme a la salida, para hacer, de nuevo, lo que tanto necesitaba, salir de este lugar.
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Escrito en las estrellas.
RomanceVega vivía el cuento de hadas perfecto, o eso creía. De un día para otro su vida cambia y lo que creía un sueño se convierte en la peor pesadilla cuando es traicionada de la peor manera posible. Pierde toda esperanza en el amor y todo lo que conllev...