Plan Rathavit es un dulce y hermoso omega de dieciocho años, poseedor de una tierna inocencia pero también de un fuerte temperamento. Aunque ha tenido varios pretendientes que lo han querido poseer, él nunca ha sentido amor por ningún alfa o beta pe...
Plan Rathavit acudió a su trabajo en la librería como cada mañana, la verdad es que estaba ya un poco harto de su jefe y de algunos clientes pues no hacían más que babear a su alrededor.
Le era muy incómodo pero le encantan los libros y además necesita el dinero para poder subsistir.
No es que le diesen asco los alfas pero a sus dieciocho años aún sueña con encontrar el amor verdadero pues eso de follar por follar, no va con él y por eso se mantiene virgen.
Contra todo pronóstico, la jornada de ese día transcurrió sin nada fuera de lo normal pero cuando ya pasaban de las ocho y estaban casi a punto de irse a casa, su jefe Zee Pruk se fue primero y le tocó cerrar a él.
El omega cobró a los últimos clientes y cuando salió fuera para bajar la reja, un rico olor llegó a su nariz, entonces miró hacia la calle y vio que una silueta se le acercaba.
-Por favor, déjame hacer una compra... necesito entrar-le habló un alto y esbelto alfa el cual se paró frente a este.
Plan se lo pensó por un momento pues su jefe ya le había advertido en más de una ocasión, que no abriese a nadie después de haber cerrado pero la verdad, no le pareció que ese alfa fuese un peligro.
Lo observó por unos segundos y vio que este lo miraba con ojos de ruego y que además vestía muy buena ropa, por lo que no podía ser un delincuente o un sádico loco, tan solo era un cliente que estaba apurado por comprar.
Finalmente volvió a subir la verja y una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo tras contactar con los rasgados ojos del alfa y olor su penetrante e increíble olor.
-Muchas gracias, muchacho.
Cuando estuvo bajo la luz del interior, el omega pudo apreciar mucho mejor la belleza de las facciones pues realmente el desconocido alfa era tremendamente atractivo y deseable.
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De entre las estanterías llenas de libros y revistas, el alfa también reparó en el omega mientras buscaba algo especial.
Clandestinamente lo miró de reojo, a la vez que aspiraba también el suave y cálido olor de Plan, el cual inconscientemente estaba impregnado todo el local.
-¿Pu-Puedo ayudarle, señor?, verá ...d-debo cerrar y te-tengo algo de prisa-Habló este al ver que el alfa no se decidía.
-No, no hace falta, me llevaré este. -Dijo finalmente el castaño enseñándole una novela de amor que escogió al azar.
Al acercarse al mostrador, el omega comenzó a sentirse más intranquilo pues extrañamente sus piernas le temblaban y su corazón estaba desbocado.
-Muchacho, ¿Puedes envolverlo para regalo?.
Este asintió sonriente, mientras sus manos rasgaron un trozo de papel de regalo y comenzó a hacer el paquete, ante la atenta mirada del alfa que lo observaba humedeciéndose los labios.
-¿Cómo te llamas, precioso?.
-P-Plan, P-Plan Ra-Rathavit-balbuceó el omega bastante nervioso.
-Hola Plan... emm....yo soy Mean, Mean Phiravich, encantado de conocerte.
-Igu-Igualmente, señor.
El omega sonrojado intentaba calmar su interior pues a pesar de que jamás la presencia de un alfa lo había afectado de esa manera, este parecía volverlo muy vulnerable.
Tras terminar el paquete y entregarselo, el alfa sacó su billetera y muy sonriente le dio unos billetes para pagar.
-Cobrate y quédate las vueltas, precioso...Cómprate algo tan dulce como tú.
-No puedo aceptarlo, señor Phiravich pero gracias-el dependiente se negó rápidamente pues su jefe le tenía prohibido aceptar propinas.
El alfa sonrió con molestia y acto seguido acarició la mano del omega, la cual tenía posada sobre el mostrador.
-No te preocupes, cariño... Me sobra el dinero y tú has tenido que demorarte en tu salida por mi culpa... Aceptalo, por favor o me sentiré muy mal.
Plan chasqueó la lengua y sin saber muy bien el por qué, finalmente aceptó.
-Bu-Bueno está bien.
Quizás había sido porque el alfa se lo había dicho de una forma tan rematadamente sensual y mirándolo con sus penetrantes ojos, que lo había vuelto bobo o quizás también porque estaba demasiado nervioso y vulnerable que quería irse a casa rápido.
Satisfecho y tras recibir las gracias varias veces por parte del omega dependiente, el castaño alfa con su compra en la mano se encaminó hacia la salida, donde se giró una última vez para echar un nuevo vistazo al omega.
-Adiós Plan Rathavit, cuídate mucho.
Este aún tembloroso sonrió amargamente y luego de soltó un gran suspiro pues aquel alfa era el ser más hermoso y deseable que había visto en su vida y por lo tanto, había sido el único que había despertado en su ser, un interés más allá de un simple cliente.
Resignado pues pensaba que seguramente nunca más lo volvería a ver, el omega apagó la luz de local, cerró la verja y se fue a su casa como hacía cada anochecer al finalizar la jornada.