A la mañana siguiente cuando Mean se despertó, se encontró vacío el otro lado de la cama, ya no había ni rastro del omega, ni tampoco de sus ropas, al parecer este se había ido sin despedirse.El alfa entonces se levantó y caminó hasta el lavabo y luego de hacer sus necesidades fue a la cocina donde abrió la nevera y se cogió una cerveza.
Casi sin ganas le sacó la chapa y la tiró al suelo haciendo una mueca de desagrado con la boca para luego dejarse caer en el sillón.
-A tu salud, Plaan... felicidades por tu futura boda- dijo amargamente, alzando la botella antes de tomar un largo trago y encenderse un cigarrillo.
Se sentía nuevamente devastado y vacío, a pesar de su esfuerzo y tenacidad, no había conseguido que el omega se olvidara de su vida con el moreno alfa.
-¡Maldita sea!, ¡Joder!-gruñó molesto finalmente mientras golpeaba un cojín, el cual salió disparado hacía el suelo.
Plan había sido lo único real y sincero en toda su vida y lo había perdido por ser un idiota egoísta, por pensar sólo en sí mismo y en el poder económico.
Esos años sin verlo le habían servido para darse cuenta de su error y tras volverlo a recuperar, no había logrado retenerlo, por eso se odiaba a sí mismo, el omega se le había vuelto a escapar de entre los dedos.
Pensó entonces que quizás era porque éste nunca había sido suyo realmente pues no lo había marcado o porque quizás a pesar de sus palabras para este, tan solo había sido sexo.
-Eres un gilipollas, Mean- se dijo sintiéndose utilizado.
Tras chasquear la lengua con desprecio, volvió a tomar otro trago de su cerveza y comenzando a reírse histericamente.
Eso le dolía profundamente pero qué podía hacer, tan solo le quedaba regodearse en su propia desgracia y vagar solo por el mundo.
Sentía amor, jamás creyó sufrirlo en sus propias carnes, hasta que había conocido al omega, éste era un tormento que había estado quemándolo por dentro desde esa primera vez juntos.
Amor... ese profundo y doloroso sentimiento que seguía y seguiría atormentando su existencia hasta el día en que dejase de respirar.
Porque eso había sido el omega para él, su amor, su aliento, ese soplo de aire puro que le llenaba los pulmones y lo sostenía firmemente evitando que desfalleciese en medio de su fracaso.
Plan resultaba ser toda su vida, ahora lo sabía pero ya era tarde.
Ahogado en su amargura, se terminó la cerveza y tras esa vino otra y otra más, hasta que ya muy embriagado se tambaleó de nuevo hasta su habitación y se dejó caer sobre la cama.
Antes de quedarse dormido, maldijo un par de veces a este por haberlo dejado de nuevo, la vida ya no tenía sentido para él.
(...)
A miles de kilómetros de allí, el pequeño omega pensaba en lo caprichoso que era el destino, el cual le estaba obligando de nuevo a emprender el mismo camino que años atrás había realizado.
En Corea le esperaba Perth, su futuro esposo, ese maravilloso alfa, el cual la vida le había regalado y con el que se había prometido pero al que había traicionado acostándose con Mean, un fantasma del pasado al que creyó poder resistirse.
Sentía remordimientos y mucha culpa pero a cada estación que el tren fue superando, él también fue intentando olvidar lo ocurrido por su bien y por el de Perth.
Enterrar de una vez por todas el recuerdo de Mean y todo lo que eso conllevaba, por lo que cuando al fin el tren llegó a su destino, éste se bajó y buscó entre la gente la cara de su prometido, el cual sonriente, lo esperaba ansioso de abrazarlo y tenerlo consigo de nuevo.
El alfa había pasado muchos nervios pues creyó que este podría no regresar a su lado, ciertamente se había sentido muy inseguro hasta ese momento en que lo tuvo entre sus brazos.
-Te extrañé muchísimo, mi amor.... Te amo tanto.
El omega sonrió ante esas palabras del alfa, aunque sólo respondió con un simple «y yo a ti también», no pudo evitar sentirse extraño pues de pronto notó como si esa frase ya no tuviese el mismo significado que antaño.
Aún así, hizo caso omiso de sus sensaciones y escuchando a su cabeza, ya que había tomado esa decisión, olvidarse de lo sucedido con el alfa castaño.
Casarse con su prometido y ser felices el resto de sus vidas, lo tenía más que decidido, ese era su propósito y tan solo esperaba lograrlo con éxito pues ya no había vuelta atrás.
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4. No fue mi intención amarte - Meanplan (Zaintsee) -Omegaverse Terminada
FanfictionPlan Rathavit es un dulce y hermoso omega de dieciocho años, poseedor de una tierna inocencia pero también de un fuerte temperamento. Aunque ha tenido varios pretendientes que lo han querido poseer, él nunca ha sentido amor por ningún alfa o beta pe...