Capítulo 28

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Era un secreto, algo que ni siquiera sus mejores amigos sabían. Pero lo había dicho en voz alta, por fin, justo a la persona que nunca pensó contárselo.

-¿Cuándo...?

-La mañana de la graduación, no estuviste presente, y... Quería verte, necesitaba hacerlo. Por eso fui a tú departamento, y el recepcionista confesó que te habías ido hace días, que el departamento estaba en venta- Contó, acariciando sus hombros con la yema de sus dedos -El departamento que te ayude a pintar, el lugar dónde me di cuenta que me gustabas, dónde hicimos el amor por primera vez...

Lo recordaba como si fuera ayer, sentir que al final era cierto, definitivamente habían terminado, y su historia también. La vio sentarse en silencio, con sus ojos fijos en el suelo, acariciando sus propias manos.

-Pocas horas antes de Navidad, en la casa de tú abuelo, yo fui a buscarte- Susurro, posando una triste sonrisa en los labios, incapaz de evitar las lágrimas -Y te vi llegar, en compañía de una chica de cabello crespo, que tiempo después me di cuenta que era Tania.

-¿Por qué...?

-¿No lo sabías?- Adivino -Pensé que estabas con ella, que habías encontrado mi reemplazó.

-Nadie nunca podría reemplazarte.

-No lo pensé así en ese momento- Negó -Solo me fui, y pase la noche con Mariana, mejor dicho, Mariana pasó su navidad consolándome.

-Entonces... Todo este tiempo, ¿Buscamos al otro, de verdad?- Pregunto a un hilo de voz -¿A pesar de perdernos, intentamos reencontrarnos?

-Pero fallamos, miserablemente- Dijo antes de colocarse de pie, recuperando la determinación que perdió hacía pocos segundos -Así qué por favor, te pido que tengas piedad de un corazón que aún susurra tú nombre, y te marches.

Mantuvo la mirada en el suelo, a pesar de levantarse, se atrevió a mirarla con lentitud.

-La madrugada de la playa te hice una pregunta, sin embargo nunca la devolviste.

-¿Qué puede cambiar eso ahora, Alex?

-Quiero que la hagas- Insistió.

Inhalo con fuerza, tratando de acumular todas sus fuerzas, intentado no desmoronarse frente a él.

-Si te concedieran un deseo, ¿Qué pedirías?

-A ti.

Observo sus ojos verdes, encontrando el brillo que tanto adoraba en ellos.

-Tres veces, siete veces, cientos o miles de veces. Las que sean suficientes para que nos vaya bien está vez, intentarlo cuántas veces sean necesarias para hacernos bien.

Camino lentamente hacía ella, tentando a tomar sus manos, pero temía romperla, pese a ya haberlo hecho.

-Te amo, Lucia Sandoval. A pesar de los años, del daño, de rompernos el alma en pedazos. Mi corazón aún clama por ti en las noches y mis ojos no son capaces de borrar tú nombre. Y sí, fuimos inmaduros, nos equivocamos demasiado, pero no existe persona que haga acelerar tanto mi corazón con una simple voz como tú, y me niego a pensar que todo fue un error, algo de una vez que no tiene oportunidad a más, me rehúso a creer que esté amor llego a su fin.

-¿Y si esté amor solo logra herirnos más?- Pregunto -¿Si solo logra terminar de quebrarnos?

-De todos modos me entregaré completo.

Sus palabras gritaban tantos sentimientos mezclados, como si hablará su corazón, o su alma. Pero el persistente miedo que Lucia sentía en sus costillas no dejaba hablar a su corazón, muy al contrario, su mente usaba todas sus fuerzas para crear excusas.

El placer de tus labios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora