Capítulo 10

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-¡Daniella!- Llamó Lucia.

La mujer de ojos cafés giró sobre sus talones, encontrando a su mejor amiga a un par de pasos de distancia.

-Te extrañe- Dijo apenas se acercaron para darse un fuerte abrazo -Son tan tranquilas las mañanas sin ti- Sonrió.

-Solo fueron un par de días- Carcajeó al separarse -¿Lista para ir al departamento?

-¿Por qué Jean Paul no te acompaña? Literalmente vive unido a ti- Señalo, tomando sus pequeñas maletas.

-Debe estar muy ocupado hablando con él nuevo chico que conoció en un bar- Contesto.

-¿Desde cuándo va a bares? No abandona los clubs de Madrid.

-No puedo quejarme, gracias a eso no ha vuelto a preguntar por la noche de la exhibición- Se cruzó de brazos.

-¿Reconoció a Alex?- Pregunto con asombro, buscando su mirada.

Con la simple mención de su nombre, Lucia pudo sentir como un pequeño escalofrió subía por su espina dorsal mientras empezaban a acelerarse levemente los latidos de su corazón.

-No tiene idea- Contesto, correspondiendo su mirada -Tampoco he tenido oportunidad de contarle, no hace más que estar en el celular todo el día.

-Quizás solo desee qué te acerques a hablarle, es Jean Paul, a veces se comporta como un niño.

-Lo entiendo, pero no es sencillo para mí- Bajo su mirada a sus botas color piel -Y tampoco lo será para él, teniendo en cuenta que también está vinculado de alguna forma.

-¿A qué te refieres?- Cuestiono, saliendo del aeropuerto a su lado.

-Jean Paul parece ser un amigo cercano de la novia de Alex- Respondió apenas sintió como un sabor amargo se adueñaba de su paladar.

De repente Daniella escucho como las bocinas y derrapes de los autos resonaban enteramente en sus oídos, busco la mirada de Lucia, percatándose de como el pesar y la tristeza manchaba sus rasgos.

-Lucia...-Murmuro -Lo siento tanto.

-Está bien- Negó, alzando la mano para llamar la atención de un taxi -No me afecta en lo absoluto, sería muy tonto de mi parte si lo permitiera.

Pero Mariana sabía que mentía, podía verlo en el verde sus ojos, le dolía profundamente pronunciar esas palabras.

...

Escuchaba a las personas hablar a su alrededor, pero no apartaba sus ojos de las hojas entre sus manos, releyendo el único caso que tenía toda su atención.

-David- Llamó la mujer de cabello rubio que encabezaba la amplia mesa de oficina -¿Estás de acuerdo con la nueva reforma del bufete?

Observo a su madre, haciéndole saber en silencio que era ajeno a la conversación que se mantenía sobre la mesa.

-Totalmente- Contesto.

Su madre suspiro antes de posar una discreta sonrisa en los labios, dando por terminada aquella junta. David se colocó de pie con apuro, pero su madre fue quién le pidió que permaneciera en la habitación.

-No volveré a estar distraído.

-David, ¿Eres consciente qué la mayoría de las personas que trabajan en el edificio piensan qué estás en la firma únicamente por qué eres mi hijo?- Pregunto, sentada en la silla negra con las piernas cruzadas -¿Deseas darle la razón, acaso?

Quiso decirle qué él no quería estar ahí en un principio, que solo estudió derecho porqué sus padres se lo pidieron. Pero se limitó a guardar silencio, apartando la mirada.

El placer de tus labios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora