Capítulo 16

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El insistente sonido del claxon de los autos logro despertarlo. Abrió los ojos con cansancio, encontrándose con el techo de su auto.

Después de huir del club y recordar que había tomado sus llaves del bolsillo de Alex mientras bebían, conducir tanto como le permitió su estado, decidió parar en el estacionamiento de un súper mercado para poder descansar e intentar olvidar lo que había sucedido. Busco su celular entre los asientos traseros, hallándolo en el suelo, con muchas llamadas perdidas de Jean Paul.

En años de tener aquellos pensamientos, de conocer la existencia de su confusión, nunca se planteó la posibilidad de realmente ser homosexual, aún le atraían las mujeres a pesar de sentir curiosidad por los hombres. Pero recordó a Jean Paul, lo feliz que fue cuándo se besaron por primera vez, lo que sintió cuándo se dijo a si mismo que realmente le gustaba.

Pero no todo podía ser sencillo, porqué el simple hecho de recordar como lo llamó aquel desconocido lo hizo sentir tan enojado consigo mismo, con su alrededor que no dudo en golpear, y peor aún, amenazarlo. Tenía muchos meses que no se metía en alguna pelea, después de que principalmente sus amigos le recomendaran que dejará de lado aquel enojo, pero no pudo evitarlo anoche, no cuándo fue llamado por el insulto que más detestaba.

Volvió a fijar sus ojos en el celular, y los mensajes de Jean Paul donde le preguntaba si estaba bien, a donde había ido, por qué había actuado de esa forma. Y sintió vergüenza, porqué aquel hombre de ojos celestes no merecía eso, a pesar de conocerlo muy poco podía darse cuenta que era un hombre bueno.

Algo que la vida se cansaba de recordarle que él nunca sería.

Observo la hora del celular, percatándose de lo tarde que era, que necesitaba una ducha y comer algo.

...

-Daniel- Susurro su nombre -¿Daniel?

Abrió los ojos con lentitud, confundido al no ser capaz de reconocer la habitación donde se hallaba, vistiendo aún la ropa de anoche. Llevo su mirada a la puerta, encontrando a Soledad en el marco de ella con lo que parecía ser una bandeja entre sus manos, y de inmediato pudo percibir el olor a café recién hecho.

-No sabía si despertarte o no- Comento, acercándose a la cama -Pero traje el desayuno y no quería que se enfriará.

Daniel la vio un momento a los ojos, capaz de poder verse a sí mismo, correspondiendo la pequeña sonrisa que se posaba en sus labios.

-Buenos días- Murmuro, fijándose en la bandeja que ahora reposaba sobre él.

-Buenos días- Respondió.

-¿Ya desayunaste?- Pregunto al percatarse que ella permanecía de pie.

-Comí un poco antes de despertarte- Contesto.

Frunció las cejas, tomando un poco de la humeante taza de café.

-Me hubiera gustado acompañarte- Admitió el hombre de ojos miel.

-No estoy acostumbrada a desayunar con nadie.

Enfocarse en la política no era sencillo, pensó Daniel, era entregar los mejores momentos de tú vida a tú carrera, y correr el riesgo de perderlo todo de un día a otro. Como el caso de Soledad, que a pesar de no demostrarlo tanto, estaba aterrada con toda la situación que estaba viviendo actualmente.

-Insisto- Alzo la mirada, cruzando sus ojos -Me encantaría haber desayunado contigo.

Soledad lo observo fijamente, apresurándose a tomar un pan tostado del plato, oyendo perfectamente la carcajada de Daniel.

El placer de tus labios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora