Capítulo 29

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Despertó con los rayos del sol posados en su rostro, abrió los ojos levemente, sintiendo recién como un par de brazos estaban envueltos alrededor de su cuerpo, apresando su cintura lo suficiente para creer que no deseaba que ella se apartará. Busco los ojos de Alex, pero los halló cerrados, dando a entender que aún seguía durmiendo, volvió a posar su rostro en el pecho de Alex, pero esta vez soltó una de sus manos, empezando a acariciar los bordes del pectoral del hombre de cabello negro.

Pensó en la noche anterior, todo lo que Alex dijo, la manera en que la miró o las palabras que susurro antes de dormir. Sonrió inconscientemente, pensando que si la felicidad pudiera ser medida, ella definitivamente rebasaba el límite, y se extendía hasta el infinito.

-Eso hace cosquillas- Mascullo una voz rasposa.

Alzó la mirada, otra vez, pero esta vez se encontró con aquellos ojos verdes que tanto anheló en sueños.

-¿Dormiste bien?- Pregunto con una sonrisa.

-He soñado contigo.

-¿Y qué hacíamos en tú sueño?- Indago, interesada en él.

-Ser felices, me gusta pensar.

Lo vio sonreír, acomodando uno de los mechones rebeldes de su cabello mañanero atrás de su oreja.

-Tienes prohibido decir cosas tan dulces por la mañana- Dijo con las mejillas sonrojadas, alzando su mano para envolver los labios de Alex entre sus dedos, sintiendo el vibrar de sus risas.

-¿Empezaremos con las pautas tan temprano?

-Hablas de ellas como si las tomarás en cuenta- Negó, sentándose en la cama, volteando a mirarlo -Sin embargo, aún recuerdo perfectamente como tachaste las anteriores.

Vio la sorna en su sonrisa, mostrándose tan superior como siempre.

-¿Acaso tienes pruebas?

La sonrisa que jugaba en sus labios incremento fugazmente, pero de un momento a otro disminuyo, dejando ver rastros de sorpresa, bajo levemente la mirada, ocultando sus ojos de Alex.

-¿Lucia?

-Hay algo que quizás debas ver- Murmuro, levantándose de la cama -No pensaba mostrártelo hasta después, pero creo que no volveré a tener el valor.

Veía su delgada espalda, y sus hombros desnudos, caminando hacia el armario, abriéndolo con lentitud y sacando una misteriosa caja de color negro entre los rincones del mueble.

-Solo cuándo te perdí me di cuenta que todo me recordaba a ti- Sonrió con tristeza, sentándose al borde de la cama -Y pese a querer olvidarte, por encima de todo, no quería borrar lo que compartimos, lo que fuimos.

Le entrego una caja mediana de madera, tosca al tacto y con detalles dorados, pero Alex se percató de la manera en que evadió su mirada. Observo el pequeño broche que sellaba la caja, y sin pensarlo demasiado, la abrió. Sus ojos se encontraron con una pequeña montaña de hojas blancas, y al lado de ellas también se hallaban un par de fotos volteadas.

-¿Qué son...?

-Todos los poemas que me escribiste, y las notas que me dedicaste, las cadenas que me regalaste, y las fotos que compartimos.

Tomo la pila de papeles entre sus manos, percatándose que se hallaban boca abajo, ocultando su contenido, aquel que se vio descubierto cuándo reconoció su propia letra dentro de las hojas. Sintió como Lucia tomaba las fotos del fondo de la caja, pero no podía dejar de leer todas la palabras que le escribió antes.

El placer de tus labios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora