Andrés
Corro hacia Amparo, que está tendida en el piso.
—¡Prendan las luces! —exijo con desesperación.
Las lucen de los celulares se prenden al instante y Amparo está convulsionando.
—¡Hay que llevarla a un hospital! —grita Bartolomé con miedo.
Las luces de la casa se prenden, de la nada, y pongo a Amparo de costado.
—¡Pásame un almohadón! —pido y alguien me hace llegar uno.
Miro mi reloj de muñeca controlando la convulsión.
—¡Llama a la hermana! —grita Rosario, con desesperación.
—Está en la casa de frente. —cuenta Judas. María y Rosario se van en busca de Clara.
Bartolomé guarda el juego, desesperado de no poder hacer nada y vuelvo a hablar:
—¡Llama al hospital! —pido en un grito al ver que no se le pasa y saliva empieza a caer de su boca.
Al cabo de unos minutos la ambulancia llega.
Clara se sube con su hermana, Judas y yo vamos en su auto hasta el hospital.
Cuando llegamos, nada más, ni nada menos, mi hermano nos recibe.
—¿¡Qué paso!? —le pregunta Clara a un enfermero.
Ninguno sabe qué le pasó, pero logro entender la desesperación de Clara al no saber que sucede con su hermana.Los enfermeros de la ambulancia se llevan a Amparo por el pasillo.
Clara esta histérica gritando que tiene que ir con ella y no la dejan. Una enfermera se acerca a ella para intentar calmarla y en cuanto Clara se da vuelta, me ve.
Su mirada de preocupación pasa a una asesina. Empieza a caminar hacia mí y cuando me tiene de frente me empuja por el pecho.
Le saco una cabeza y media, pero retrocedo un paso por seguridad.
—¿¡Qué mierda pasó!? —cuestiona gritando.
—¡Clara! —llama mi hermano. —Necesito que te calmes. —pide intentando recopilar paciencia.
—¡No puedo calmarme porque no sé qué le va a pasar!
—¡Ella va a estar bien, Clara! —asegura Santiago y la atrae a su pecho, envolviéndola en sus brazos. Intentando calmarla.
Pongo los ojos en blanco y con Judas caminamos hasta la sala de espera.
Ambos suspiramos, nos dejamos caer en las incómodas sillas y... y sigo sin entender que mierda pasó.
—¿Quién es Mateo? —cuestiona Judas, más para él que para mí.
—¿Por qué convulsiono? —continuo.
—¿Quién es Emilia? —sigue
—¿Qué mierda pasó esta noche? —finalizamos preguntando a la vez.
Los padres de Amparo llegan y reconozco a su padre.
—Es policía. —murmura Judas, me giro a verlo y está mirando al señor González. —Se dice que lo despidieron de su distrito por traficante. —cuenta y miro al señor con desconfianza.
No me gusta ese hombre, pero no creo que se hayan ido por eso. Simplemente, no encaja con ese chisme.
Las horas empiezan a pasar, mis padres llegan, junto con los de mi amigo y la sala de espera se transforma en un caos.
—Chicos. —llama Santiago, asomándose por una puerta. —Vengan. —pide volviendo a meterse a la habitación.
Con Judas entramos y nos quedamos mirando a mi hermano.
—¿Qué pasó? —cuestiona cruzándose de brazos.
—Lo que dijimos... —empieza Judas.
—No me lo creo. —admite.
No fue una mentira general. Dijimos que estábamos jugando un juego de mesa y que se cortó la luz, cuando volvió Amparo estaba convulsionando.
No fue del todo falso.
—Quiero detalles. —pide mi hermano.
Suspiro y apoyo mi cadera en una mesa de metal.
—Estábamos jugando a un juego... raro... se llama "El Ritual" es sobre hacerle pregunta a un ser del más allá. —explica Judas y Santiago lo mira desconcertado.
—¿Y qué pasó?
—Creo que Amparo vio algo. —comento con duda.
—¿Cómo qué "algo"? —interroga Santiago.
—Sí. Estoy seguro que vio algo que el resto no. —vuelvo a suspirar y cruzo mis brazos sobre mi pecho. —Un tal Mateo nos estaba hablando y, de la nada, los focos de luz explotaron.
—Y las velas se pagaron. —murmura Judas, con la mirada perdida.
—¿Me estás diciendo que algo... del más allá lastimó a Amparo a tal punto de que le genere una convulsión? —inquiere Santiago.
—Si lo decís así... —murmuro sabiendo lo descabellado que suena al decirlo en voz alta.
—¿¡De qué forma queres que lo diga!? —grita alterado.
—Hay algo Santiago... —empiezo pero me corta.
—¡No me importa eso! —grita con desesperación. —¡Está así porque fuiste irresponsable y decidiste jugar a algo así sabiendo su condición!
—¿¡Y cuál es su condición, Santiago!? —debo controlarme. Tengo qué.
—¡Amparo es una enferma psiquiátrica! —vuelve a hablar alzando la voz, pero no lo suficiente como para que se escuche allá afuera.
Judas me mira y algo pareció hacerle un click en su interior.
—Quizá sí sea...
—No. —niego cortándolo. —Estoy seguro que no.
—¿Por qué? ¿Por qué tan seguro? —cuestiona mi hermano con preocupación.
—¿No te acordas cuando me contaste que en la casa del abuelo sentías que alguien te hablaba al oído?
La expresión de mi hermano cambia y noto como se tensa.
—Te creí porque era vos, no dude y a la semana empezamos una investigación de críos. —le recuerdo con enojo. —Te pido que me creas. —suplicó.
Santificar suspira con derrota, camina hacia la puerta y cuando llega a mi lado frena.
—La diferencia es que yo no lo escuchaba realmente. —murmura y sale.
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(A) normales
ParanormalAmparo Gonzales no medirá más de un metro sesenta, ni correrá más rápido que Flash, ni será tan valiente como la Mujer Maravilla pero a veces uno se hace fuerte por los demonios que esconde. Los secretos oscurecen el alma, cualquier secreto, pero s...