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– ¡Emma!.– Escuchaba su nombre proviniente de un fuerte grito.–¡Es hora de levantarse!¡Llegarás tarde a la escuela!.– Volvió a escuchar aquella horripilante voz pero está vez sintiendo como su cuerpo era sacudido ligeramente a travez de las cobijas

– ¡Déjame en paz!.– Aclaro con molestia.– ¡¡Solo déjame dormir 5 minutos!!.– Trato de taparse sus oídos con sus manos para impedir que la voz de la pelirroja la siguiera llamando, pero fue un intento estúpido por qué no funcionaba.

– Tienes que ir a la escuela, le prometí a tu madre que sería responsable, así que basta de dormir y levántate.

Sus oídos ya no aguantaban seguir escuchando esas órdenes por lo que con toda la molestia del mundo se levantó mientras hacía gestos representando las ganas que tenía por seguir durmiendo.

– Ya me levanté ¿Estás feliz?.– Pregunto ligeramente molesta.

– No te molestes déjame decirte que no eres la única que desearía seguir durmiendo, pero le prometí a tu madre que sería responsable eso implica llevarte a la escuela con puntualidad.– Aclaró Anna.

– Está bien. En un momento bajo.

– Te espero para desayunar.

La pelírroja Asintió saliendo de la habítacion

Emma con cansancio y mala gana se levantó dispuesta hacer todo lo necesario para alistarse para la escuela.

Acomodo lentamente su cabello poniendo como último detalle aquel broche para frenar que su mechón rebelde siguiera cayendo sobre su rostro, Después aquel artículo se hizo inútil por qué fue cubierto por su gorro el cual llevaba casi todos los días.

Emma sabía que su cabello suelto acompañado de aquel broche sin duda la hacían lucir una hermosa cabellera albina, pero al parecer los niños del colegio no pensaban lo mismo pues a diario tenía que estar sufriendo de sus constantes burlas y acosos solo por qué su color de pelo no era muy común al de los demás, por esta razón trataba de llevar el gorro puesto sobre todo en lugares públicos.

Trato de animarse a sonreír lo más posible digamos que el colegio era una de las peores cosas que le pasaban durante el día, Pero no se atrevía a contar a nadie lo que sufría por miedo a ser vista como alguien débil ante sus compañeros de clase y también preocupar a su madre.

Cerro la puerta de su habitación bajando por las escaleras fingiendo una sonrisa no quería llamar la atención de Anna con un rostro de preocupación.

– Buenos días Anna.– Saludó.

– Buenos días Emma.– Respondió la pelirroja quien estaba sirviendo el desayuno.– Toma asiento.– Invito.

La pequeña se sentó mientras saboreaba aquel exquisito platillo frente suyo, Aunque su atención cambio al momento que un ruido llegará a sus oídos el cual parecía ser una queja expresada a través de un gruñido.

Miro el origen de aquel sonido el cual era Anna quien estaba quejándose adolorida mientras tocaba su espalda.

Supo que eso era la consecuencia de la caída que había provocado el día anterior.

– ¿Estás bien?.– Pregunto con vergüenza además con  preocupación.

– Si estoy bien solo me duele un poco, Me alegras que te preocupes pensé que tú orgullo no te dejaría.

– solo preguntaba no es para tanto.– Aclaró con aquella máscara de orgullo sobre su rostro.

– Ja dejémonos de hablar por un rato y apúrate a comer que ya se está haciendo tarde.

El Destino Nos Volvió a unirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora