Día 9: Reconciliación

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Narancia pasó la noche sin dormir, leía y releía las cartas y poemas de amor que Fugo le había regalado. Aunque todo el mundo pensaba que Fugo era Feroz y amargado, Narancia sacaba los mejores sentimientos de él, bondad, empatía, amor. Le escribía hermosos versos y preciosas cartas a la chica.

—Fugo tontito, escribes cosas tan bellas, creo que no debí decirte cosas hirientes

Narancia estaba arrepentida, él sólo quiso hacer lo mejor por sus estudios y ella lo lastimó. Quería enmendar las cosas, estaba amaneciendo y no había dormido, sólo quería ver a Fugo y disculparse.

Abrió la cortina y la puerta de su balcón, ella quería mirar el amanecer de un nuevo día para armarse de valor e ir a disculparse. Luego de ver el hermoso sol de un nuevo día, bajó la mirada y vio el auto de Fugo estacionado. Sintió nervios pero a la vez alegría, podría disculparse de forma sincera.

Mista golpeó la puerta de Narancia y por fuera le dijo a la chica que Fugo la estaba esperando.

A Narancia no le importó tener ojeras y estar desaliñada por el trasnoche, sólo bajó corriendo las escaleras, tropezando con sus tacones en el último escalón. Fugo corrió a atraparla para evitar que caiga, ambos se vieron fijamente a los ojos. Una vez que Narancia quedó de pie nuevamente, desviaron la mirada el uno del otro, más que nada por pena.

—Narancia, yo...—Fugo estaba nervioso—¿Podemos hablar afuera?

Narancia asintió con la cabeza sin dirigirle la mirada. Luego caminó tras él hasta el patio principal de la mansión, la cual tenía gran vegetación, hermosas flores y esculturas preciosas. Se sentaron en una de las bancas del lugar.

—Narancia, se que nada de lo que diga podrá enmendar mi error, no merezco tu perdón luego de haberte golpeado, pero realmente te amo y no quiero perderte

—Fugo, yo dije cosas sin pensarlas, no te odio y tampoco quiero terminar contigo, tampoco creo que seas gallina, realmente lo lamento

—Y yo no creo que seas tonta, se que te esfuerzas y no tuviste una buena base, perdóname por favor

—Yo quiero perdonarte, quiero que todo esté como antes... pero tengo miedo que me vuelvas a golpear

Fugo ya no sabía qué decir. No quería lastimar a Narancia nunca más, pero no confiaba en su temperamento. Narancia tomó su mano y bajó la mirada.

—Se por qué te quedas en silencio, tienes miedo de volver a hacerme daño

—Narancia...

—Yo también te hice daño, te lastimé con mis palabras y eso creo que dolió más que la bofetada

Narancia apretó la mano de Fugo y suspiró

—Narancia, no fue tu culpa, tienes razón, debo terminar mi carrera, yo no debí golpearte, sólo tuve miedo, miedo de que me juzgaras por lo que me pasó tal y como lo hicieron mis padres

—Yo no te voy a juzgar, lo dije sin pensar, pero jamás lo volveré a hacer, perdóname Fugo, yo te amo

—Narancia, tú debes perdonarme

Ambos se tomaron las manos y acortaron la distancia con un beso, Fugo se sentía afortunado, pues su gran amor lo había perdonado y le había dado otra oportunidad. Narancia por su parte estaba muy feliz de volver a besar a Fugo, volver a verlo y volver a amarlo.

Tras separarse, Fugo acarició la zona donde anteriormente había lastimado a Narancia.

—No merezco tu bondad Narancia, eres lo que más amo

—¿No terminamos entonces?

—No, tomaré aquellas palabras como algo dicho sin pensarlo y sin sentirlo

Ambos volvieron a besarse, Fugo tomó las manos de Narancia y entrelazó sus dedos mientras se besaban de forma apasionada. Tras separarse, Narancia se recargó sobre el hombro de Fugo y bostezó.

—Narancia, debes descansar, te llevaré a tu cama

—¿Y tú no dormiste?

—No, anoche pasé en vela pensando en venir a disculparme, hasta que un poco antes del amanecer me armé de valor

—Entonces vamos a dormir juntos, sólo estar abrazaditos para recuperar el sueño antes de volver a estudiar para mi examen

—Está bien Narancia, vamos

Fugo la cargó hasta su habitación, donde la dejó sobre su cama y se recostó a su lado. Quitó sus zapatos y los de ella para meterse bajo las cobijas, ambos abrazados de forma inocente.

Mista entró a la habitación para preguntar si iban a bajar a desayunar, pero los vio tan bien durmiendo abrazados, que sonrió y los dejó a solas, ambos debían descansar.

FugoNara Tober 2020 - FugoxFem NaranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora