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El pelinegro llegó lo más temprano que pudo a la escuela, dejó los papeles que rellenó Jimin el día anterior justo a la entrada del despacho de la directora -para que sea lo primero que vea- y luego siguió corriendo hasta llegar a la sala de profesores, sólo estaba la docente de física con quien nunca había hablado, así que simplemente dejó sus cosas en su lugar y volvió a trotar por los pasillos en dirección al aula de Miranda. Temía que no enviaran a su alumna a clases, o que le haya pasado algo malo.

Debía hacerle saber que no estaba sola.

Esperó pacientemente cinco minutos y la vio ingresar doblando por el pasillo y con la cabeza baja, llevaba los auriculares enganchados a sus orejas y la mirada perdida en el suelo.

—Miranda— la llamó. Ella levantó su vista y se encaminó hacia donde estaba él, era muy extraño que un docente abrazara a una alumna, pero en ese momento ella se sentía sola y necesitaba compañía, así que simplemente se aferró a la camisa blanca que llevaba el pelinegro y comenzó a llorar.

—No quería q-que volviera— el pelinegro le acarició el cabello castaño y solo la dejó desahogarse, él no era el mejor dando apoyo emocional, pero sí sabía que abrazar a las personas ayudaba mucho —No entiendo cómo es que mi mamá pu-pudo perdonarlo— le dijo separándose de él y secando sus lágrimas.

—Lo sé, yo tampoco lo entiendo, pero no estás sola ¿si?— se agachó a su altura y le sonrió —El profesor Namjoon me dijo que junto con la directora y la fiscal seguiríamos este caso de cerca, estaremos al pendiente de cualquier cosa— ella sonrió y le agradeció todo lo que estaban haciendo por ayudarla, el establecimiento educativo no era uno de los mejores académicamente, pero las personas que trabajaban ahí dentro amaban a sus estudiantes.

Yoongi se enderezó y dejó que Miranda entrara a su aula, se despidieron con una inclinación y el pelinegro siguió recorriendo la escuela hasta llegar al lugar donde estaba el negocio, compró tres aguas y unos paquetes de golosinas para sus amigos, Seokjin amaba estas cosas y él sabía que últimamente no tenía tiempo de comprarlas. Cuando iba saliendo, se encontró con un rostro conocido.

—Hola, señor vecino— lo saludó Kao y el pelinegro se tragó sus impulsos de estrangularlo ahí mismo, ese crío insistía con llamarlo señor.

-—¿Qué haces aquí? ¿Jimin está contigo?— Kao asintió, entró a comprar y cuando salió le hizo una seña con su manito para que lo acompañara, aún medio atontado por encontrárselo en su escuela Yoongi lo siguió. ¿Desde cuando le hacía caso a un infante? Su dignidad estaba cada vez peor.

Kao lo llevó hasta el despacho de la directora, donde se encontró con la preciosa figura de Jimin parado frente a la puerta, al verlo, él se giró y le sonrió con picardía —Min Yoongi, pero que apuesto se ve con camisa y corbata.

El pelinegro se maldijo por sexualizar cada cosa que se relacionara con Jimin, pero la verdad es que escuchar su nombre salir de la boca de él fue malditamente caliente y sexy.

Se lo imaginó gimiendo su nombre y su cordura se fue directamente a la mierda.

Park Jimin y su trasero lo tenían realmente mal.

Trasero Apetecible / YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora