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Apenas llegaron al hogar y Yoongi divisó las figuras de sus dos amigos salió corriendo del auto con Jimin y Kao pisándole los talones.

—Por fin llegas, te creíamos perdido— le reclamó Namjoon palmeándole el hombro.

El menor llegó unos segundos después, traía sus fieles lentes de sol puestos sobre su rostro y a Kao en brazos —Oh, hola otra vez Namjoon-ssi— sonrió Jimin y a su amigo se le subieron los colores al rostro, parece que Yoongi no era el único embobado por el menor.

—Tú debes ser Jimin— el mencionado asintió —Yo soy SeokJin, por fin tengo el placer de conocerte en persona— su vecino lo miró extrañado, ese individuo era muy raro, hablaba como si ya supiera de su existencia desde hace mucho tiempo.

—Jin hyung, cierra la boca— gruñó Yoongi por lo bajo, ya le bastaba con que Jungkook supiera sobre las fotos, no quería que su amigo soltara todas las maldiciones que le dijo a Jimin por no poder dormir bien, porque realmente no sabría donde esconderse.

—Ahí viene la fiscal— anunció Namjoon, desviando la atención de todos hacia el cuerpo de la mujer que se encontraba a unos pocos pasos de ellos —Esa mujer siempre está llena de papeles.

Cuando llegó a donde estaban ellos les entregó una hoja a cada uno, ni siquiera los saludó, Yoongi suponía que estaba tan atareada con la muerte de la madre de Miranda que no tenía cabeza para otras cosas —Tienen que rellenarlas en caso de que se lo pidan, aunque como vienen conmigo dudo que tengan que hacerlo, pero siempre es mejor prevenir— el pelinegro le hechó un rápido vistazo a su hoja y descubrió que eran las mismas preguntas que le hicieron a él cuando vino a buscar a su alumna la vez pasada.

—Hay un chico que llegará un poco más tarde— interrumpió Jimin —¿Podrá entrar?

La fiscal se quedó mirándolo más tiempo del necesario y el menor se sintió incómodo, así que poco a poco se fue acercando al cuerpo de Yoongi y refugiándose en su espalda, cuando la fiscal Kim se dio cuenta, murmuró unas cuantas disculpas y sonrió. —Sí, podrá entrar, pero tendrá que llamarme, no creo que le dejen pasar por su cuenta— Jimin asintió y dijo que le enviaría un mensaje a Jungkook —Bien, tenemos que ingresar, Miranda y Taemin nos están esperando.

Jimin acomodó a Kao sobre uno de sus brazos y tímidamente cogió la mano de Yoongi y enredó sus dedos en ella, al sentir el tacto el pelinegro hizo un puchero y afianzó el agarre, sintiendo su corazón revolotear de felicidad. Si querían avanzar en la extraña relación que se había formado entre ellos debían ir al ritmo de Jimin, respetar sus momentos y hacer las cosas cuando él esté listo. Acababa de salir de una relación violenta, es obvio que necesitaría tiempo, y el pelinegro estaba dispuesto a esperarlo.

Cuando estuvieron adentro Kao se encontraba alucinando, habían niños y niñas por doquier —¿Puedo ir a jugar— le preguntó a su padre con ojitos anhelante.

—No, Kao. Nosotros estamos aquí para ver a Miranda y a Taemin.

—¿Nos los vamos a llevar a casa para que vivan con nosotros?— traducción de eso "¿Los van a adoptar?" Yoongi y Jimin se miraron y comenzaron a reír, adoptar no estaba en los planes de ninguno de los dos, pero tampoco sonaba como una mala idea.

—No, Kao— repitió Jimin aún sonriendo —Sólo estamos aquí para jugar un rato con ellos.

A medida que seguían avanzando Kao iba saludando a todos los niños que se cruzaban por su camino, el menor tuvo que bajarlo y sujetarlo de su manito, porque iba realmente inquieto, al igual que su padre -Jimin-, Kao era una persona muy sociable.

La fiscal los guió hasta una sala donde se encontraron con una señora mayor vestida con un traje de dos piezas, ellas se saludaron y su anfitriona desapareció por el pasillo para luego volver con los hermanos Choi. Por los rostros de tristeza que portaban ambos, Yoongi supo de inmediato que ya estaban al tanto de lo sucedido con su madre.

Miranda avanzó hasta donde estaban ellos y dejó caer su cabeza en el pecho del pelinegro, Yoongi reaccionó de inmediato y la envolvió en sus brazos, el cuerpo de la joven comenzó a sacudirse producto de todas las lágrimas que estaban fluyendo por su rostro, no le importaba que hubiera un montón de gente mirándola, no le importaba que estuviera su hermano a unos pasos de ella porque ya no tenía fuerzas para ser su pilar. Había perdido a su madre y absolutamente nada se la iba a devolver.

Kao se soltó de Jimin y avanzó hasta Taemin, sacó un chocolate algo derretido que tenía en su bolsillo y se lo ofreció con una sonrisa, tal vez no entendía mucho sobre qué sucedía, pero sí entendía que ese niño un poco menor que él estaba triste, y eso es algo que no podía permitir.

—Estaré hablando con la señora Mei sobre el caso— anunció la fiscal mientras dejaba los papeles y carpetas sobre uno de los sillones que habían ahí —Cualquier cosa ustedes sólo nos interrumpen— ambas mujeres se sentaron en el escritorio, y antes de que alguien pudiera decir algo, la puerta del despacho se abrió y dejó ver a un joven pelirrojo con cara de pocos amigo.

—Traigo un parásito diciendo que tiene que encontrar a un tal Jimin— dijo entre dientes.

—Que no soy un parásito, hyung— protestó Jungkook, pasando por su lado y entrando al lugar —¿Ve? Sabía que usted me traería hasta ellos— se acercó y saludó a cada uno de los presentes —A ustedes dos no los conozco pero se ven amigables— dijo deteniéndose frente a Namjoon y Jin.

—¿Taehyung oppa?— murmuró Miranda secándose las lágrimas y mirando al joven pelirrojo —¿Jisung también vino?

El recién llegado relajó su expresión y sonrió —Sí, pequeña, mi hijo Jisung también vino— en ese momento entró un niño castaño de la edad de Taemin, llevaba en la cabeza unas tiernas orejitas de conejo, Yoongi oyó a Jimin y a Jin sontar una exclamación de ternura. El pequeño se acercó hasta donde estaban Kao y el hermano de Miranda hablando sobre la barra de chocolate, se sentó en el suelo y los otros dos lo imitaron, la felicidad de los niños se conseguía con cosas muy simples. Kao recién estaba conociendo a Taemin y a Jisung, y ya lo consideraban un amigo.

—Oye parásito, no te despegues de mí, no conozco a nadie— dijo Taehyung acercándose a Jungkook, el menor de todos se encargó de ser el hilo conductor de la conversación, Namjoon y Jin parecían bastante contentos de hablar con él, la risa de limpia vidrios que tenía su amigo se oía a kilómetros de distancia.

Con su corazón cálido, Yoongi volvió a sujetar la mano de Jimin y los guió hasta un sillón, Miranda se recostó con la cabeza apoyada sobre sus piernas y a los segundos concilió el sueño, ambos suponían que no había dormido durante toda la noche.

Jimin miró sus manos unidas y le dio un pequeño beso en su pálida mejilla —Gracias, Yoongi hyung— susurró sin dejar de mirarlo. Con su mano libre, el pelinegro le quitó las gafas y acarició aquellos mofletes que aún tenían pequeños rastros de moretones.

—Nunca más estarás solo, Jimin— afianzó el agarre de sus manos y miró hacia el frente, sus dos amigos estaban conversando animadamente con Jungkook y Taehyung, las sonrisas de sus rostros le hacían ver que no todo estaba tan mal —Kao tiene dos nuevos amigos— dijo al desviar su vista hacia el suelo y ver a los tres pequeños sentados ahí haciendo cosas raras con sus manos que sólo ellos entendían. Jimin emitió una suave risa y se recostó en el hombro del pelinegro, no solo sus manos estaban unidas sino que sus corazones estaban creando un lazo que con el tiempo sería indestructible.

—Miranda estará bien— dejó un pequeño beso en los cabellos de Jimin —Y tú y yo seremos felices.

—Sí, lo seremos— y por primera vez en la vida, Jimin estaba seguro de que eso sería completamente cierto, porque Min Yoongi fue su luz en medio de la oscuridad.

Fin

Trasero Apetecible / YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora