Esa noche los cuatro subieron a superficie, Miguel Ángel había logrado conseguir el permiso de Donatello para andar por todas partes más seguro. Se sentía feliz, al fin la rutina volvía a la normalidad, sin robopies ni los seguidores de Destructor siendo una amenaza. Leonardo les hizo una seña para que hicieran un círculo, obedecieron sin rechistar.–Muy bien, ya saben que hacer; sí sucede algo no duden en contactar al resto... Raph.
–¡¿Solo fue una maldita vez, esta bien?!
Grito furioso el temperamental, recordando aquella vez en la que encontro un grupo de Kraang en un almacén robando piezas de tecnología y él, sin pensarlo salto a la acción, suerte suya que Mikey estaba casualmente cerca para darle apoyo, aunque termino cinco días en cama por una fea hinchazón en el tobillo.
–Nos vemos en el restaurant del señor Murakami dentro de tres horas. Buena suerte.
Los tres menores asintieron, partieron a diferentes direcciones. La ruta de Miguel Ángel tenía como punto de referencia el edificio Byerly, no conservaba gratos recuerdos para ser sincero, pero tenía ventajas de andar por esos lares. Corrió silenciosamente hacia aquel rascacielos. Un silbido sorprendido escapó de sus labios al divisar las hermosas estelas de la ciudad, los focos de los autos, las ventanas de los departamentos, negocios abiertos y personas caminando alegremente por todas partes. Mikey entrecerro los ojos, se enfoco en un local que tenía coloridos disfraces en los ventanales. Se acercaba Día de Muertos después de todo, ¿qué más podría esperar? Una complacida sonrisa surco sus labios. Comenzó a vagar por todas partes, ignorando olímpicamente los gritos de auxilio de las prostitutas que se les ocurría andar en calles oscuras a plena madrugada. No le importaba y estaba harto de fingir que si.
Pero hubo algo que sí llamo su atención. Ciertamente escucho gritos, pero estos eran diferentes, casi rugidos. Sus ojos se escondieron tras la membrana nictitante, dibujo los numchakus fuera de su cinto, girándolos en sus manos con una naturalidad que a cualquiera daría escalofríos. Se deslizo en el tejado para asomarse, tan curioso como es, observo las luces encendidas en el apartamento del que procedían los gritos. Miguel Ángel se percato de siluetas moviéndose en el interior, haciendo gestos extraños en posturas aún más raras. Se estaban insultando mutuamente.
Sus ojos brillaron y, tranquilamente se sentó a observar como quien ve su programa favorito.
–¡No puedes seguir haciéndolo!
–¡¿Tú qué sabes, estúpida?!¡Largate!
La difusa sombra de una botella volando se anticipo al sonido de vidrio romperse. Entonces, las luces se apagaron.
Se quedo quieto un momento, entrecerro los ojos tratando de descubrir que era exactamente lo que había pasado, aunque pronto se percato de una mujer atravesando el umbral de la puerta, abrigada en medio de una llamada, lista para marcharse. Mikey solto un silbido bajo, al fin una persona que parece tener una buena excusa para andar tan temprano en las calles. Sin embargo, mientras la robusta mujer aparentemente embarazada caminaba hacia la calle principal, seguramente para pedir un taxi, un grupo de seis Dragones Púrpura aparecieron, caminando con un porte engreído, observaron a la pobre dama un tiempo, quien se había quedado estática con el teléfono móvil en mano.
–¿Hey, miren que tenemos aquí? ¿Qué hace tan sola a estas hora señora?¿No sabe que es peligroso?
–Y... Yo...
–Estas gorda, no me gusta. Suelta la plata y no te haremos nada.
Miguel Ángel observo el intercambio con ojos afilados. Esta era una de esas pocas veces que realmente deseaba saltar frente a la víctima y quebrarles la mandíbula a esos imbéciles. Solto un suspiro cuando vio a la señora lanzar su bolso de mano hacia el rostro del tipejo más cercano, sacándole un chorro de sangre de la nariz para, seguidamente, echar a correr con todas sus fuerzas de embarazada.
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Resultados Inesperados: El Ángel Caído[TERMINADA]
FanfictionPara sus hermanos, Miguel Ángel es diversión, es alegría, júbilo, emoción en potencia, inocencia, ingenuidad, una mole de eterna juventud aventurera. Pero fuera, en las calles de los barrios bajos, las pandillas hablan de una silueta de sonrisa amab...