[SECCIÓN DE PREGUNTAS]
Pasos acercándose, el suave crujido de la madera doblandose bajo el peso de sus pasos. Leonardo se acercó al sillón de terciopelo, cauteloso y silencioso, las bandas de su cabeza colgando plácidamente sobre su hombro. Las ninjatos se mecían amenazantes en sus manos.
–No parece haber nadie–, murmuró sin dar la vuelta.
En seguida otras dos siluetas aparecieron a sus espaldas. Raphael y Donatello tenían sus armas extendidas, dándose la espalda mutuamente, gruñidos y chasquidos brotaron de sus dientes apretados.
–¡Buenas tardes!–, una voz cantarina apareció de la nada. Los tres hermanos saltaron del susto y se dirigieron a la dueña de la voz. Miraron sin comprender a una mujer de quizá, su edad. Cabellos castaños atados en una media coleta, ojos verduzcos y piel apiñolada. Sentada casualmente en un taburete de madera, tenía puestas un par de gafas para leer y un bloc de notas en sus manos. La sonrisa emocionada en su rostro perturbó a los mutantes.
–¿Quién carajo eres tú?–, preguntó Raphael mostrando los dientes. Las sais se acercaron peligrosamente a su cuello, aunque ella no se inmutó más allá de la sonrisa estirándose en sus labios.
–Mi nombre no es importante, pero sí quieres una pista soy su creadora.
–¿Disculpa? Eso es imposible, no hay algo así como un D...–, Donatello fue acallado con una palma presionándose en sus labios. Ella lo miró con fascinación, perdiéndose la reacción incrédula de Raph al ya no tenerla a su disposición.
–Shhh, precioso. Eso no importa. Ahora mismo estamos aquí para resolver algunas dudas de las muchas fans y recibir con la frente en alto las flechas envenadas de la gente que nos odia.
–¿Porqué nos odiarían? Aparte de nuestros enemigos nadie nos conoce... ¿Dijiste fans?–, comentó Leonardo sin abandonar su guardia alta a la desconocida. Tenía un escalofrío solo de verla, transmitía un aura extraña. Alguien con todo el poder para hacerlos doblegarse con un chasquido, pero a la vez parecía ausente. No pertenecía aquí... Ni ellos tampoco.
–¿Qué puedo decir? El libre albedrío de las personas tiene sus desventajas. En fin, siéntanse libres de acomodarse en el sillón. En un momento llegaran los demás–, se dio media vuelta y saltó de vuelta a su taburete.
–¿Quiénes van a venir?, ¿Dónde estamos?, ¿Quién coño eres tú?... ¡Responde, maldita s...–, las palabras de Raph fueron cortadas cuando la mujer lo miró a los ojos con un ceño fruncido. El aire se tenso, Leonardo se movió para quedar de intermediario entre la desconocida y su hermano.
–Dije. Que. Se. Sienten.
Un chasquido de dedos. Una nube de humo rosa con olor a malvaviscos explotó sobre sus armas y las hizo desaparecer. Antes que cualquiera pudiera hablar, volvieron a oír un chasquido y al momento siguiente fueron arrojados sobre el sillón, obligados a permanecer erguidos y bien sentados con las piernas dobladas correctamente. La tensión se dispersó con la sonrisa casual regresando a los labios de la niña, una mesita apareció con un poof frente a ellos.
–¿Chocolate caliente?– ofreció tranquilamente. Ellos a regañadientes aceptaron la oferta. Probaron la bebida y sonrieron mas calmados.
–¡Oh, llegaron! Buenas tardes, señor Splinter, Ángel.
Los dos mencionados aparecieron caminando hacia el sillón de terciopelo. Splinter olfateo la bebida, ella le ofrece una taza de té de jengibre.
–Té para nuestro querido maestro.
–Eres tan amable, pequeña–. El mutante se sentó al lado de sus hijos, bajo la mirada atónita de los muchachos.
Miguel Ángel llegó con su apariencia humana, vestido de uniforme escolar negro, zapatos grises. Tenía una sonrisa divertida en sus regordetas mejillas, mientras se sentaba en el suelo al lado de la muchacha.
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Resultados Inesperados: El Ángel Caído[TERMINADA]
FanfictionPara sus hermanos, Miguel Ángel es diversión, es alegría, júbilo, emoción en potencia, inocencia, ingenuidad, una mole de eterna juventud aventurera. Pero fuera, en las calles de los barrios bajos, las pandillas hablan de una silueta de sonrisa amab...