Anormalidades

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Tres días después...

Manos frías, garras afiladas, una bestia sin ojos ni boca, sangre brotando de su abdomen mutilado. Miro con ojos oscuros a la tétrica criatura de niebla acariciando sus mejillas, dejando rasguños profundos en su piel verdosa, no hizo ruido, observando con ojos muertos al ente inclinándose frente a él, aquellos brazos estirándose hacia su rostro, un monstruo sumergido en devoción enferma por él. Entonces miro al suelo oscuro, una tierra podrida bañada de hollín caliente, brasas ardientes de fuego negro y azul a su alrededor. No sentía dolor.

-Vete.

Murmuro en un tono despreciable, lánzando un destello de repugnancia a la bestia delgaducha grisácea. De pronto, la criatura se prendio en brillantes llamaradas azules, rugió y chillo en agonía, se retorcía, rasco su propio rostro con vehemencia, sangre supuro de los profundos trazos que se había provocado, arrancanco el par de cuernos que tenía en la cabeza.

Miguel Ángel contemplo a la criatura hacerse cenizas, las cuales se dispersaron con la suave brisa inexistente.

Miro a su alrededor, apreciando el paisaje real e imponente que era el verdadero infierno.

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Abrió los ojos, lo primero que encontro fue un rostro de cuencas vacías donde se supone debería estar el globo ocular, una boca sin labios, colmillos y una lengua bífida de serpiente moviéndose sobre su nariz. Sintio la baba nauseabunda mojar sus pómulos, también la comisura de sus labios siendo lamida por aquella lengua.

No se alerto, ni pretendió gritar.

-... Súcubo.

La bestia siseo. Miguel Ángel le miro sin interés, sabiendo de antemano que él no podría moverse. Vio al demonio esquelético acomodar sus escuálidas piernas alrededor de su cintura, girando sus caderas.

El demonio esta durmiendo, un forastero se ha filtrado a sus aposentos en la madrugada, y no le gusta su visita

Miguel Ángel no presto atención al intento de movimientos exóticos que realizaba sobre su cuerpo, tampoco le tomo importancia cuando aquellas palmas carbonizadas ejercieron presión en sus muñecas, de por sí estáticas. Sintio el tacto gélido, al pecho huesudo frotarse en su plastrón, tratando inútilmente de excitarlo.

Como en los últimos catorce años.

Empezó a sentir el cosquilleo del control regresando a su cuerpo, vio a la criatura hacerse traslúcida apenas unos segundos. Solto un suspiro, Mikey apretó sus dedos, hizo un puño, analizando el nivel de dominio sobre sus extremidades.

-Muere.

De la nada, una explosión de azufre estalló en su cara. Cerro los ojos, resistio la respiración, pero no evito por completo el olor a carne en descomposición que logro sacarle una arcada, más pronto todo se desvaneció. Parpadeo algunas veces, adaptándose a la oscuridad que lo rodeaba, la misma que parecía engullirlo.

-Joder.

Se incorporo de la cama, incapaz de volver a su estado durmiente, estiro sus brazos, ignorando las vueltas que daba su cabeza por levantarse tan rápido de la cama. Miro la alarma digital sobre su mueble de cómics, marcando las 3:22a.m. en símbolos brillando verde neón. Una vez se coloco las rodilleras, el cinturón y demás equipo, salio de la habitación. Fue a la cocina por un vaso de agua, con tal de eliminar el sabor amargo de su lengua, aquella textura pastosa que tanto detesta. Bebió del precioso líquido, como sí de néctar se tratase.

Resultados Inesperados: El Ángel Caído[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora