Niño sonriente

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El pensamiento y la estrategia se mueven a un segundo plano en su consciente, mientras salta, gira, corre y se desliza entre los oponentes el crudo instinto de supervivencia, el talento en bruto es lo único que puede tener cabida en cada recoveco de su cerebro. Sin embargo se fuerza a sí mismo a mantener el control, se obliga a limitarse, una cadena alrededor de sus propias manos anclando sus acciones. No tiene permitido matar, ni disfrutar de los órganos que salen disparados en el aire cuando las delgadas  cesga la vida de aquellos espeluznantes duendes encapuchados de apenas un metro de altura.

–¡Donnie, a un lado!–, escucha la ronca voz de Leo, su cuerpo se estremece en genuino placer ante el suave sonido de metal cercenando cuerpos, el chasquido de columnas vertebrales partiéndose en dos. Sin embargo, los duendes vuelven a armarse como un rompecabezas, no importa sí pierden los brazos, las piernas, la cintura o la misma cabeza, regresan a su forma original y Miguel Ángel se sorprende al ver que un duende busca entre el mar de sangre su trozo perdido, ignorando que hay muchos mas iguales de otros duendes. Alza una ceja preguntándose seriamente sí son inteligentes o completos idiotas.

Mikey disfruta de las vistas. Raph gruñe como perro de caza y se abalanza a puños sobre Karai, que esta sentada tranquilamente mirándolo a él. Observa a los alrededores que nadie le preste atención, una vez comprobado le lanza una mirada a la kunoichi capaz de amedentrarla y alza lo que sería su dedo medio.

–¡Tú, maldito...!¡¿Cómo te atreves?!–, el grito encolerizado de la mujer no se hace esperar, el eco del ruido retumba en las paredes de la guarida, Miguel Ángel contiene el deseo de arrancarle la lengua por su osado intento por asustarlo, se muerde la lengua y finge terror.

–¡Raph!

Su voz trémula demuestra su desesperada súplica de auxilio, el chillido es apenas más alto que el ruido de la batalla, sin embargo su llamado es escuchado y el mencionado muestra los colmillos aún más iracundo que antes, sus ojos blancos enmascarados tras la cinta roja empapada de sangre.

–Nadie... Nadie más que yo puede hacer mear al miedica(1) de Mikey–, clamó Raphael con las sais en alto puestas como garras apuntando a su enemiga, un segundo después ya se hallaba luchando contra Karai, tan bruto e impotente enfrentamiento calo la piel del menor.

Oops, creo que me pase...

El niño rodó los ojos ante el poco elegante insulto que el temperamental había aprovechado de lanzarle y volvió a cargar, esta vez con sus nunchakus. Viró los ojos a su alrededor, notando de inmediato que sus tres hermanos lo estaban manejando bien y controlaban el desastre. Aprovecho el momento para deslizarse fuera de la batalla, como una serpiente tuvo total atención en que nadie notará su desaparición en el campo de batalla. Abrió la puerta del sanitario y cerro tan rápido como entró.

–Joder...

Corrió al grifo y abrió la llave, fresca agua limpia cayo, Miguel Ángel no perdió el tiempo, arrojo chorros a sus manos, a sus mejillas y pecho, limpiando la sangre seca que se había impregnado entre sus dedos, gruño cuando no pudo borrar unas cuantas manchas rojas en sus brazos.

–Mierda mierda mierda...

Una idea completamente estúpida cruzó por su mente, hizo una mueca. Había probabilidades 50-50% a que pudiera o no funcionar considerando que Donnie era difícil de engañar, que Leo conocía demasiado bien el color de la sangre y, por otro lado sus impulsos de idiotez eran una especie de carta de triunfo que relucía victoriosa cuando creía que todo estaba perdido. Suspiro abatido, aceptando que tendría que hacerlo.

Con sigilo salió del baño, pasando de largo la escena de explosiones y gritos de guerra a su lado, huyo a la cocina, busco entre los estantes las botellas de kétchup, salsa y chamoy, junto a toda cosa roja y espesa que encontrará. Indeciso abrio las tapaderas, soltando un segundo suspiro empapó sus brazos con las sustancias comestibles. Notó su cuerpo temblando, quizá anticipándose a los nervios o al terror que se desplazaba entre sus extremidades como veneno mezclado de adrenalina. Sí sus hermanos se enteraban...

Resultados Inesperados: El Ángel Caído[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora