Epílogo

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"Estoy un poco lastimado pero no estoy muerto. Me recostare para sangrar un rato. Luego me levantare a pelear de nuevo"

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–Oh dios mío, ¿hay alguien dentro?–Preguntó una mujer, sus ojos admiraban con terror la hoguera de flamas azules en la que se había convertido un edificio. Otra persona le miró un momento, luego contesto –Los bomberos no han sacado a nadie, las ambulancias solo llegan pero ninguna va al hospital. Muchos dicen que esta vacío–.

–Hay incendios por todos lados.

Las sirenas suenan por toda la ciudad, mas fuego azul por todas partes. Hay tantos edificios destrozados por explosiones o incendios. El TCRI estalló hace pocos minutos, las personas huyendo despavoridas en medio de las calles sin sentirse seguras en sus propips departamentos.

–¡Izel, vuelve aquí!

La mujer gira ante el llanto de un niño corriendo lejos de un hombre de ascendencia afroamericana. Observa con ojos entrecerrados al niño de hebras rojizas llamar a todo pulmón a su padre. El hombre carga también a un bebé en un brazo.

–¡Papá esta allá!¡Tío Baxter, sácalo!–, chilla el niño alarmado, sollozante y completamente aterrorizado. Un miedo dedicado a la preocupación del bienestar ajeno floreciendo sobre la piel del suave infantil; ella no sabe cómo ese pequeño puede ser tan dolorosamente perceptivo.

–Miguel Ángel dijo que no salieramos del departamento, vámonos. No es seguro estar aquí. Todas las instalaciones Kraang están borrándose del mapa.

La mujer quiere acercarsele al hombre y preguntar qué es Krack, pero antes de avanzar siquiera dos pasos, hay un feroz estruendo a una cuadra de distancia, vidrios rotos, cartón quemado y cenizas vuelan a todas partes. Olas de gritos, sollozos ahogados y pánico arremete contra la gente, ambulancias, patrullas y más bomberos aparecen al poco tiempo, pero las personas fácilmente notan que provienen de otros estados: Connecticut, Penssylvania y Vermont después de todo las de New York estan saturadas hasta el pescuezo. Se enfoca en la nueva fogata gigante de flamas ardientes, no se percata de las miradas transformadas en sorpresa masiva que invade los rostros del niño y el hombre.

–¡¿Ese también?!–Chilla la voz del desconocido, no hay miedo en su tono ni ira, tampoco terror. Solo incredulidad cruda, desconcierto puro, como sí no pudiera creer que ese edificio en específico explote en llamas.

Para cuando voltea para llamar al afroamericano e indagar o curiosear un poco, se da cuenta que ya no está. Ni él ni el niño.

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Cuando Raphael despierta con párpados pesados, lo primero que encuentra no es un cielo nocturno, ni una luna menguante, tampoco hay nubes grises o techo blanco del Laboratorio ni de su reciente encierro. En cambio, las espesas nubarrones de humo se alzan por todo el firmamento pintándolo de un negro carbón espeluzante, gritos, llanto y pitidos de autoridades movilizándose por las calles, el olor a quemado estalla en sus fosas nasales, tose y se incorpora lentamente. Su cabeza palpita en latidos que amenazan con partirle el cráneo, mira desorientado a su alrededor y contempla luces azules en la lejana ciudad, parecen estrellas caídas. Brillantes, calientes y peligrosas.

Ve a su lado con pánico tan pronto recuerda a Francis y Miguel Ángel, a los Zorros Plateados y Splinter. El recuerdo de amoníaco saluda casualmente su cerebro. Se relaja tan pronto ve a Donatello y Leonardo a sus lados, el cuerpo de Splinter reposando en a unos metros de distancia.

Resultados Inesperados: El Ángel Caído[TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora