Astillas

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- Han tenido suerte de que el terreno estuviera blando.

- Creí que se habían matado.

- ¡Pero si Harry ni siquiera se ha roto las gafas!

Oía las voces, pero no encontraba sentido a lo que decían. No tenía ni idea de dónde me hallaba, ni de por qué me encontraba en aquel lugar; ni de qué hacía antes de aquel momento. Lo único que sabía era que me dolía cada centímetro del cuerpo como si le hubieran dado una paliza.

- Es lo más pavoroso que he visto en mi vida.

Horrible... Figuras negras con capucha... Frío... Gritos... Abrí los ojos de repente. Estaba en la enfermería. Ambos equipos de quidditch, llenos de barro, rodeaban mi cama y la de... ¿Harry?

- ¡Cassie! - exclamó Fred, que parecía exageradamente pálido bajo el barro - ¿Cómo te encuentras?

Mi memoria se fue recuperando los acontecimientos por orden: el relámpago... y los dementores... los gritos.

- ¿Qué sucedió? - dijo Harry incorporándose en la cama

Ambos nos incorporamos tan de repente que los demás ahogaron un grito.

- Te caíste - explicó Fred - Debieron de ser... ¿Cuántos? ¿Veinte metros?

- Creímos que se habían matado - dijo Alicia, temblando

Draco tenía los ojos rojos, estaba sentado a mi lado

- ¿El partido? - preguntó Harry

- Si Harry y yo estamos aquí...

- ¿No habremos... perdido?

- El partido ha sido pospuesto - aclaró Wood

Harry y yo guardamos silencio, era mejor que perder, pero... El que los culpables sean los dementores nos daba un gran sentido de humillación, al menos a mí sí. Después de unos diez minutos, la señora Pomfrey llegó para mandarles que nos dejaran descansar.

- Luego vendremos a verlos - dijo Fred - No te tortures, Harry. Sigues siendo el mejor buscador que hemos tenido.

Los equipos salieron en tropel, dejando el suelo manchado de barro. La señora Pomfrey cerró la puerta detrás del último, con cara de mal humor. Ronald y Hermione se acercaron un poco más a la cama de Harry, así como Ginny y Draco conmigo. Draco y Ronald, si bien no eran mejores amigos, se llevaban bastante bien... O se toleraban a un muy buen grado.

- Dumbledore estaba muy enfadado - dijo Ginny con voz temblorosa

- Nunca lo había visto así - dijo Draco

- Corrió al campo mientras caían, agitó la varita mágica y entonces se redujo la velocidad de sus caídas - dijo Ronald - Luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó algo plateado. Abandonaron inmediatamente el estadio...

- Le puso furioso que hubieran entrado en el campo... lo oímos... - dijo Ginny

- Entonces los puso en una camilla por arte de magia. Y los llevó al colegio flotando en la camilla. Todos pensaron que estaban...

La voz de Granger se apagó, pero ni cuenta me dí. Pensaba en lo que le habían hecho los dementores, en la voz que suplicaba. Alcé los ojos y ví a todos tan preocupados que rápidamente busqué algo que decir.

- ¿Recogió alguien la Nimbus? - dijimos Harry y yo al unísono

Nos miramos con una sonrisa amable por la gracia del asunto, pero los demás chicos no parecían encontrar gracioso el asunto. Entre los cuatro intercambiaron miradas preocupadas

- Eh...

- ¿Qué pasa? - preguntó Harry.

Nadie dijo nada

- Hablen ya - dije preocupada

- Bueno, cuando se cayeron... el viento estaba muy fuerte... - dijo Ginny con voz vacilante.

- ¿Y? - dijimos Harry y yo, claramente sabíamos lo que había pasado, pero no queríamos oírlo

- Y chocaron...

- ¿Ambas? - ¡¿Merlín, tan mala suerte teníamos?!

- El viento iba en la misma dirección y... Chocaron... contra el sauce boxeador.

- ¿Y? - preguntó Harry, temiendo la respuesta.

- Bueno, ya sabes que al sauce boxeador - dijo Ronald - no le gusta que lo golpeen.

- El profesor Flitwick las trajo poco antes de que recuperarán el conocimiento - explicó Hermione en voz muy baja.

Ronald y Draco se agacharon muy despacio para coger una bolsa que había a sus pies, le dieron la vuelta y pusieron sobre la cama una docena de astillas de madera y ramitas, lo que quedaba de las fieles y finalmente abatida escobas

- Ni siquiera se puede saber que astilla es de que escoba - dije con pena, mirando lo que en algún momento fueron dos grandes escobas

- ¡Ay tú no te quejes, tu papi te puede comprar las escobas que quieras! - dijo Hermione.

Tanto a Ronald, como a Harry, les caía muy bien, por lo que les molestó el comentario de su amiga, a quien miraron muy feo.

- Granger... - Ginny hablaba y miraba como pidiendo que se vaya

Ella buscó apoyo, molesta, en sus amigos, quienes jugaron con sus dedos hasta que ella cerró la puerta de un portazo.

- Discúlpala, a veces se pone un poco... - Ronald hace gestos con los brazos, pero no llega a ningún lado

- Supongo que, desde su punto de vista, soy una niñita de papi que tiene todo lo que quiere. La nimbus fue un obsequio por ingresar tanto a Hogwarts como al equipo, quizá me compre otra, pero...

- En realidad, Canuto - dice Draco con suavidad, quien tenía una carta en las manos - Siendo este tu segundo accidente, mamá no va a permitir que se te compre otra escoba

- ¡¿Qué?!

- Dice que, de seguir en el equipo, tendrá que ser con alguna escoba del colegio o de tus ahorros... No piensa pagar algo con lo que te puedas hacer daño

- Lunático, mayoría de mis ahorros están en Gringotts, y solo ellos tienen la llave, hasta que yo cumpla 17

- Mala suerte - dice Ginny - ¿Y si usas la escoba de Lunático?

- No, si no puedo volver al juego que sigas en el equipo... Pero vas a ver que no va a ser necesario

- ¿Canuto? ¿Lunático? - pregunta Ronald, confundido

- Son apodos que tenemos - digo sin mucho ánimo

- Y ahora ¿Qué vamos a hacer? - dice Harry, en las mismas

- ¿No tienes dinero en Gringotts? Nadie se hace cargo de tu dinero - digo frustrada

- Me quedan cuatro años de estudio mágico, Cass, dudo que sea mucho el dinero que pueda usar en una escoba

- Veremos... 

2) Cassiopeia Malfoy y el prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora