𝚂𝙲𝙰𝚁𝚂 ― james potter

xxiv. ulterior motives

1976 ― Sexto Curso

— ¡Jamie! — exclamó Selene al entrar a las cocinas, con todo su cuerpo exigiendo inmediatamente al menos un trozo de pan, no podía pasar ni una hora más sin comer. El chico la miraba desde una silla en la que se recostaba, con una sonrisa triunfante.

— Sabía que vendrías en algún momento. Saltarse la cena con Lunático... Siempre se les ocurren las peores ideas — se acercó a la mesa, donde la esperaba un plato de pastel, tres tostadas y un té. Se sentó frente a él y él le acercó la comida y sus utensilios —. Menos mal que me di cuenta, o habrías muerto de hambre.

— No necesitaba que me pidieras la comida, los elfos son rápidos, pero lo aprecio. — dijo con su primer bocado en la boca. Se preguntó como harían para tener calabaza de tan buena calidad durante todo el año, dudas que nunca tendrían respuesta porque no se atrevería a preguntarle a nadie.

— James Fleamont Potter siempre estará a tu servicio. Entonces, ¿Cómo estuvo tu día? — incapaz de responder, hizo una mueca que demostraba que no tan bien, él la imitó antes de seguir — Lo sé, la Orden fue... Inesperada, aunque me gustó tu confianza.

— Gracias — tragó un poco de té —, supongo que alguien debía tenerla por todos. Pero en el interior estaba temblando.

— Y en el exterior también, te vi. Realmente no notas que la gente te presta atención.

— Por lo general, la gente no se me queda mirando fijamente.

— No tienen el placer. — dijo con una mirada coqueta, a la cual ella respondió por instinto propio antes de ambos reír. No era común en ellos hacer ese tipo de bromas, pero la siguieron con tanta naturalidad que era imposible sentirse incómodos o siquiera llegar a pensar que había segundas intenciones allí. De hecho, era imposible pensar que había segundas intenciones por muchas razones, siendo algunas la lealtad que le tenía James a Sirius y también que legalmente eran hermanos. Pero no son ellos los que deciden con que tanta fuerza sus corazones latirán, y lo que menos querían pensar ya estaba sucediendo muy en el fondo de sus almas.

— Te tengo una pregunta. — no podía desaprovechar una de las pocas oportunidades que tenia de estar con él a solas.

— Muy bien.

— ¿Has notado algo extraño con Sirius en este último tiempo?

James tensó la mandíbula al segundo en que ella terminó de hablar.

— ¿Cómo qué?

— No lo sé, parece distraído. Y noté que se ha distanciado un poco de Remus, ¿tuvieron algún problema?

— ¿Lunático te dijo algo? Es por eso que se saltaron la cena ¿no? — se apresuró a acusar el azabache, como si el interrogatorio fuera dirigido hacia ella.

— No. Debo admitir que si se le veía un poco triste, pero no me ha comentado nada. Iba a preguntarte de todas maneras, pero si no sabes nada, le preguntaré a Peter mañana. — trató de decir con seguridad, para que no sospechara de ella.

— No han tenido ningún problema del que yo sepa. — volvió a responder con rapidez. Estaba a la defensiva, eso era imposible negarlo. Y Peter había demostrado no ser de los mejores guardando secretos, por lo que algo definitivamente andaba mal, algo de lo que ambos amigos sabían excepto el hombre lobo, algo que debían proteger por alguna razón específica.