41. Los primeros amores

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Capitulo 41.

Tyler

En mi mente daba vueltas la hermosa imagen de Jessica en mi cabeza, no podía expresar el disgusto y el dolor que me causaba verla entre los brazos de Matthew, cada vez que recordaba la escena donde se besaban, un nudo en mi garganta se hacia eterno. Dolía demasiado, mi amor por ella aún seguía intacto, intente una y otra vez olvidarla con otras chicas, pero no funcionaba, jamás lo hacía y es por eso que la besé aquel día de la graduación.

Sus labios calientes tan suaves y carnosos al mismo tiempo no se comparaban con los de otra mujer, ella era única y hermosa. Era una deliciosa tentación tenerla cerca. Todo el cuento de hadas se acabó cuando Matthew nos separó, me tiró un puño directo al rostro, dolió como una mierda, pero me lo merecía. Después de eso la busqué, pero ella no estaba sola, Matthew estaba con ella. En ambos podías observar lo enamorados que estaban el uno por el otro. Como desearía que me mirara como a él.

Dicen que los primeros amores son los más difíciles de olvidar, porque duelen y hieren el alma. Cuanta razón tenían. Jamás pensé que mi amor por ella sea tan fuerte incluso a través de los años seguía intacto. Me quemaba el alma tan solo verla con él. Era como un balazo de fuego en mi corazón.

Decidí olvidarla a como de lugar, no podía seguir así, ella ya había tomado su camino y encontrado su felicidad junto a él, y yo debía hacer lo mismo. Estaba vez por mí.

Era un día blanco, la nieve caía sobre el suelo de las calles pintándolas del brilloso blanco. Hoy era víspera de Navidad y la cena anual se hacía en mi casa. Observé las calles de Nueva York decoradas de verde y rojo, está época de año era la más hermosa. No podía definir con palabras la belleza de esta ciudad.

Llevaba toda la tarde paseando en la feria navideña, oía a la gente cantar y gritar dé emoción, era tan tranquilo. Ya se podía observar el descenso del sol en el cielo, era hermoso. Me detuve a observarlo mejor cerca de las barandas, la apreciación del cielo encontrando el anaranjado sol dando paso a la leve oscuridad, era simplemente precioso. Y justo cuando pensaba acercarme más a las barandas, un delgado cuerpo me empujó al suelo, era el cuerpo de una chica.

Se encontraba encima de mí con su pecho contra el mío y su rostro pecaminoso a centímetros del mío. Llevaba una bufanda roja alrededor de su cuello y un gorro encima de su cabello rojo.

Fruncí las cejas al igual que ella. Se levantó de inmediato con las mejillas encendidas en fuego, sus ojos azules oscuros me miraban con enojo. ¿No se supone que el que debe estar molesto soy yo? -pensé.

Me levanté del suelo limpiando mi abrigo por atrás. La miré por encima del hombro con una ceja alzada, ella seguía con la mirada fulminante acabando con mi poca paciencia.

—¿Porqué me miras así? —inquirí con molestia. —Te recuerdo que tú fuiste la que chocó conmigo.

Sus ojos se agrandaron aún más.

—¡Qué! ¿Estas bromeando? —chillo con la voz incrédula. —Yo pasaba por aquí libremente y de repente choque con un poste.

Pestañe con sorpresa.

—¿Me has dicho poste?

Mi pregunta la hizo vacilar.

—Si, eso parecías.

—¿Parecer? —exclamé. —Tu eres la que chocó conmigo, no yo.

La pelirroja rodó los ojos.

—Eres un idiota, ¿Acaso querías que me cayera contigo?

La miré incrédulo.

—¿Qué? ¿Tú estás loca no? o tienes una falla de neuronas en el cerebro que no te deja pensar, porque si es así, te puedo recomendar un psicólogo que trata muchos...

Tu Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora