57. ¿Inteligencia o Idiotez?

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Jessica

El corazón se me paralizó teniendo la mano de un hombre sosteniendo un cuchillo en mi garganta cerrandome el paso a la respiración y por si fuera poco me tenia contra la pared. Hunter se detuvo al escucharlo y me miró a los ojos pidiéndome que me tranquilice. La risilla del hombre me tintineaba los oídos asustandome y poniéndome a temblar de miedo. El pelinegro me hizo una seña con su rostro, tal vez fue el impulso, pero lo entendí a la perfección. Usar el arma que toda mujer tiene: la seducción.

Respire bajito, intentando tranquilizarme por un instante, cerré los ojos y los abrí creando otra mirada intensa que no tenía miedo, claro que eso era mentira, porque me estaba muriendo lentamente. El hombre no era para nada feo la verdad, tampoco era un viejito, sino que era unos años mayor que yo, supongo. Su cabello era corto y castaño, sus ojos eran oscuros y tenía buen cuerpo, con una estatura alta. Lo miré cautivante, pero ni siquiera se inmutó, relami mis labios y efectivamente nada pasaba.

—Emma me pidió traer su bebida favorita, un mocca latte con diseño de corazón.

Me miró divertido, levantó una ceja y alejó el cuchillo de mi cuello lentamente. Vi a Hunter alejarse en la oscuridad sin llamar la atención.

—Si es así, te puedes ir.

No se si me creyó o no, pero ahora importaba escapar, y esperé a que se diera la vuelta y se fuera por otro pasillo para respirar correctamente y poder salir de ahí. Casi salí corriendo para encontrar a Hunter esperándome, mi corazón latía con rapidez, quería que esto acabará ya. Seguí a Hunter desde todas las direcciones, el lugar era muy grande y lleno de pasadizos en los que debías tener cuidado. Me paralice cuando de repente una figura apareció cerca de nosotros, Hunter me escondió detrás de él y atacó con las manos al individuo que cayó de espaldas al suelo totalmente inconsciente. El pelinegro agarró mi mano y logramos llegar casi a la entrada, solo faltaban unos metros y...

—No respires, no hagas nada, si lo haces Emma nos matará —susurro el pelinegro en mi oído separándose de mí para irse al frente.

De reojo vi el rostro de Emma, impacible, frívolo y con una sonrisa siniestra que nadie se la podía quitar. Sus manos cargaban un arma de fuego, muy grande y que de verdad mataba. El corazón casi se me salía del tórax y mi capacidad de resistencia se vio afectada cuando paso cerca de mi lugar, dio un paso hacia adelante y se detuvo con el resonar de su teléfono, no se que recibió, pero hizo que se diera la vuelta y dejará el lugar.

Mire a Hunter con el pulso a mil por hora, el me hizo una seña con las manos, nos fijamos que habian dos personas en la puerta, que se encontraban hablando animadamente, pero de pronto sus teléfonos vibraron al igual que el de Emma y por sus rostros que decían que algo había sucedido, se alejaron completamente yendo en línea recta, abrieron una de las puertas y realmente no había nadie en la última puerta. Nos miramos entre sí con rareza, eso era algo que no sucedería en un secuestro, dejar la puerta sin nadie vigilando, era un error. Y uno gravísimo, si es que no era una trampa.

—Vámonos —susurré acercándome. —Ya no quiero estar acá ni un minuto más.

—¿Y crees que yo si? —respondió sarcástico. —Es solo que todo esto me da mala espina, dejar sin vigilancia cuando tienen rehenes, eso no tiene sentido, a menos que sea una trampa y lo sabes.

—Qué más da, yo solo quiero irme ya.

Hunter suspiro.

—Joder, bien lo haremos a la cuenta de tres...

Se quedó callado con el ruido de la puerta abriéndose de golpe, unos hombres con uniforme negro, con unos especies de escudo negro, eran policias y venian directo a nosotros, apuntando con armas de fuego.

Tu Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora