53. Ya ni la friegas, Gael

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Matthew

Orales. Últimamente me fascina la boca de mi novia y experimentar lo delicioso que es follarla. La tengo en mi cama ahora mismo, desnuda y cansada por la dosis de sexo mañero que hemos tenido hace segundos. Hace como tres meses que sus hermanos se fueron a Nueva Jersey y nos la pasamos muy a gusto. La protección no falta y por ella me he comprado una nueva caja de condones.

Observó cómo duerme plácidamente en mis brazos, es domingo y ya son las diez. Quiero quedarme así un poco más, pero la maldita alarma tiene otros planes. Jéssica abre los ojos asustada, apaga el sonido de su celular y me observa con un rubor en sus mejillas.

—¡Vamos a llegar tarde! —comienza a gritar vistiéndose. Suelto un suspiro estirando los brazos hacia atrás y ella me mira con incredulidad. —¡Matthew! Prometiste ir conmigo a casa de Bianca. Se supone que ya tenemos que terminar el proyecto y ni siquiera hemos comenzado.

—Cierto, pero tengo sueño. Y además tu ex estará ahí.

Era una excusa la verdad, porque Tyler ya no podía conseguir algo con mi novia, porque ya es mía. Jéssica me quitó la sábana del cuerpo y quedé desnudo ante sus ojos, cosa que la puso roja como un tomate. Le sonreí burlón y ella negó con la cabeza.

—Matt, eso pasó cuando éramos adolescentes, ya quedó en el pasado. Ahora yo estoy contigo y te a...

El corazón me dio un vuelco. Le sonreí alegre y me le acerque desnudo.

—¿Tú me..?

Se sonrojo.

—Yo... ¡Vámonos! —Hice un puchero ofendido. —Es tarde y Bianca nos va a matar.

—Bien.

Me reí. Agarre unos pantalones y una camiseta. Me humedecí los labios antes de coger su rostro y besarla.

—¡Oye! —se dejó besar. Toque su lengua con la mía, suave y exquisito. —Ya...

Le mordí el labio tentándola, la hice tocar mi erección y ella gimió en respuesta. Sus dedos se volvieron curiosos y no se negó cuando la giré a la cama de nuevo. Abrí sus piernas con mi rodilla, tenía una falda puesta y eso me dejó fácil el posicionarme.

—Matt... tenemos que irnos...

Le aparte la tela de encaje jugueteando con su humedad. Estire el brazo para agarrar un sobre de aluminio, lo rompí y me lo puse.

—Será rápido, linda —me hundí de una estocada, gruñendo en el proceso. —Iremos luego de esto y... Joder...

Me moví rápido viendo como me arañaba la espalda.

—Rápido... sí... ¡Matthew!

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—¡Dijeron que llegarían hace una maldita hora!

—La puntualidad está sobrevalorada —respondí divertido. Bianca entorno las cejas. —Por favor, tú también llegas tarde a todo, no te quejes y apuesto que olvidaste que veníamos, considerando que sigues en pijama.

Señale el pantalón suelto con cuadros que se traía, ella rodó los ojos y asintió dejándonos pasar. Jéssica soltó una carcajada burlona.

—Tienes un punto —bostezó cerrando. Camino hasta su sala y su madre estaba ahí.

—Señora Miller, buenas tardes —Jess la saludo amistosa.

—Oh, querida. ¿Cómo has estado? —le sonrió, pero me miró a mí y abrió los ojos sorprendida. —¡Matthew! Tenias razón con la receta de tu madre, ella es muy linda y me la dio sin problemas.

Tu Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora