55. Cadenas y objetivos

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Jessica

—Jess —una voz susurrante y grave me cosquillea el oído insistente. —Despierta, tenemos que irnos.

Moví la cabeza hacia un lado abriendo los párpados que se sentían pesados, como si hubiera estado durmiendo una eternidad y recién acabara de despertar de una pesadilla. Los rayos del sol lastimaban mi visión, pero el cabello negro que se agitaba con el viento daba la impresión de que no estaba sola en esa habitación desocupada y con solo un colchón tirado en el suelo. Los ojos azabaches del pelinegro eran tan sombríos, pareciendo cuencas vacías que ardían en una furia interminable, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa fingida, porque sus cejas fruncidas decían lo contrario.

—¿Qué fue lo que... pasó? —tosí con brevedad, mi garganta estaba seca al punto de decir que estaba deshidratada y dolía. —Y-yo, tu... Estábamos al lado de la tienda y...

La voz me tembló, los ojos se me aguaron y Hunter suspiro con frustración.

—Al parecer nos secuestraron —lo dijo con sarcasmo—. A ti te drogaron y a mi me dieron un golpe en la cabeza. Luego dicen sobre la igualdad de género y esas mierdas.

Rei sin fuerzas. Me quise poner de pie, pero retrocedí con el impulso de las cadenas en mis manos, gemí de dolor, el quejido casi me desgarra la garganta.

—Malditas cadenas.

—Si, eso también es una mierda. No podemos escapar.

—¿Quiénes fueron?

—Ni idea, pero creo que es alguien que obviamente nos conoce y supuestamente nos odia.

—Cuanta sabiduría, cariño —su voz me asustó, el cabello rubio claro, parecido al de Jane, pero más barato, apareció con el rostro de su dueña. Una chica que intentaba con fuerza parecerse a la hermana de mi novio. —¿Me extrañaste, amor mío?

Vi a Hunter fruncir las cejas, rodar los ojos y suspirar con dramatismo.

—¿La conoces? —susurré.

—Si, es la loca que se embarazó y me plantó un hijo que no era mío.

—Ah, ella...

—Los estoy oyendo —al parecer se molesto. —Y si, me llamo Billie y soy la mujer de Hunter.

—La mujer que me malogro la vida, si esa misma.

Me reí, pero mis risas se ahogaron cuando una chica con un cabello chocolate y los ojos castaños idénticos a una persona que conozco. El pelinegro apretó la mandíbula furioso.

—Emma —dijo su nombre entre dientes—. ¿Qué carajos haces aquí? Se supone que teníamos un trato.

La que se hacía llamar mi amiga en el pasado balanceo las caderas y se nos acercó. Se relamió los labios pintados de rojo, seductora y juguetona.

—Si, sobre eso. El trato se cumplió hace mucho por mi parte y ahora estoy aquí —su mirada castaña volcó a la mía, intensa y penetrante. —Oh, si, una disculpa por también llevarte con nosotros, Jessi. Pero Billie se equivocó de persona.

La miré con severidad.

—Entonces suéltame... y asunto resuelto.

Se echó a reír.

—No. Ya estás acá y tenemos asuntos pendientes, pequeña Jessi.

—No me llames así —gruñí entre dientes aguantando las ganas de ir hacia ella. —Estas molesta solo porque tu plan de enamorar a Hunter y luego botarlo como si fuera basura no funcionó. ¿Y todo por qué? La respuesta es obvia, me termine enamorando de él y tus celos no...

Tu Eres MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora