Prólogo

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Corre. Corre. Corre.

Este pensamiento resonaba en mi cabeza. 

No te pares. Tropiezo con una piedra y doy un traspié. Casi me caigo, pero no dejo de correr.

Mierda, piernas no me falléis ahora.

Continúe con la carrera, no podía parar. Literalmente mi vida dependía de ello.

Noto como casi me pisan los talones. Ya casi no puedo ni respirar pero continuo corriendo.

Al dar la esquina, me percato de la presencia de un chico. Echo la vista atrás, no tengo muchas opciones.

Me acerco a él con decisión. Sin siquiera pensarlo demasiado.

-Necesito tu ayuda, por favor -Él me observa, inmovilizado por la sorpresa- No tengo tiempo para explicarte porqué pero necesito que fijas ser mi novio.

El chico tragó grueso, asimilando mis palabras. Yo miré detrás de mí, nerviosa. Seguramente el chico estaría pensando que estaba loca, pero ese era mi menor problema en aquel momento.

-Por favor -Le rogué. Él asintió lentamente y me pegó con suavidad a la pared mientras los hombres daban la esquina. Ya solo puedo rezar para que no se den cuenta.

En ese momento el chico acuna mi rostro con sus manos, cumpliendo con el papel. Sus manos temblaban, indeciso.

Lo miro a los ojos, no sabía que pretendía, pero simplemente le seguí el juego. 

Su rostro cada vez estaba más cerca. Podía notar su respiración en mis labios, un aliento cálido.

El corazón me latía a mil a causa de la carrera. 

Un sentimiento familiar el cual estaba dormido surgió en mi interior. Deseo, quizás.

Cerré los ojos a la espera de un beso, el cual no llegó. 

Cuando me quise dar cuenta los hombres pasaron de largo, sin percatarse de mi presencia. 

Espere un tiempo prudencial, asegurándome que estuviesen lejos y me separé despacio.  

Quite las manos que, en un momento sin darme cuenta, había colocado en su pecho.

El chico, cuyo nombre no sabía por obvias razones, me sonrío con desconocimiento y se separó de mí. 

-Ya se fueron - Dijo mirando hacia los lados. 

Solté el aire que había contenido sin darme cuenta y cerré los ojos, aliviada.  

Le sonreí en agradecimiento. 

Pero entonces caí en la cuenta de que debía marcharme, ya que en cualquier momento podrían regresar a buscarme al no econtrarme por allí.

-Gracias por todo, en serio. -Dije franca, podría estarle agradecida de por vida- Debo irme. 

Sin darle tiempo de decir nada más, comienzo a correr lo más que puedo en dirección contraria. 

- ¡Ey espera! -Me gritó. Intentando llamar mi atención. Pero yo continue corriendo hasta estar demasiado lejos para escucharle.


La Chica No Es Siempre La Princesa [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora