Con sus maletas ya cargadas, el profesor Frinn y Edel estaban dentro del carruaje que los llevaría a casa de Amélie para salir cuanto antes hacia Salzburgo.
Amélie se sube en el carruaje sentándose al lado de su sobrino. En frente, el profesor Frinn lee un libro evitando mirarla.
Prefería mantener sus ojos en las letras antes de observar a la bella mujer que está a una estancia prudencial y que tanto se ha adentrado en sus pensamientos sin su permiso.
El profesor Frinn siempre se ha ocultado en las cuatro paredes del colegio tapando de alguna manera su soledad.
Después de haber regresado de la guerra, el profesor Frinn nunca se ha interesado por una mujer.
Ha preferido dejar que el tiempo transcurra y ver cómo su piel se ha arrugando y su corazón se ha marchitado por no querer descubrir lo que es el amor.Amélie, sin embargo, lo mira con atención una a una sus fracciones.
Sus rodillas casi se podían rozar debido a las largas piernas del profesor.
Con delicadeza, Amélie se quita sus guantes para hablar con Edel para así evitar mirar al hombre que está delante de ella con su mirada puesta en el libro y que tan cautivada la tiene.
De vez en cuando sus miradas se cruzan, sin darse cuenta los dos sonríen tímidamente bajando su vista al suelo.
El profesor Frinn, no era un hombre muy atractivo, pero tenía las cualidades de todo un caballero y sabía escuchar y mantener una conversación con una dama que a pesar de parlotear y estar repitiendo lo mismo, él la escucha con atención provocando en ella más nervios llegando a imaginarse como sería estar un momento en sus brazos.
¿De dónde había sacado ese pensamiento?
Amélie se regañaba así misma mientras se lava la cara evitando que sus mejillas sigan poniéndose rojas.
Aquello no podía estar sucediéndole, se decía a si mismo el profesor Frinn mirando como corría Edel por el campo.
Habían parado para descansar y darle de beber agua a los caballos.
En ese momento, comienzan a caer las primeras gotas de lluvia.— Señorita Wegner, debo comunicarle que debido al mal tiempo que hace, debemos hospedarnos en una pensión. He preguntado y me han indicado una que hay cerca de aquí. — Amélie lo observa tragando saliva inquieta. Pensar que tendrá que pasar la noche con Frinn, hace que su cuerpo comience a caldearse.
El viento sopla cada vez más fuerte, la lluvia cae con más intensidad, a pesar de correr por encontrar refugio, los tres llegan empapados a la pensión.
El profesor Frinn habla con una mujer mayor para que les dé una habitación y poder dormir hasta que el tiempo mejore y así poder reanudar su viaje.
La anciana, consulta su libro donde apunta a todos sus huéspedes.
Para mala suerte, solo hay una habitación libre y la siguiente pensión está aún más lejos.Amélie le hubiera gustado quejarse, incluso haber salido en mitad de la tormenta a buscar otra pensión. Pero todos están empapados y cansados.
Tiritando y no por el frío que tenía, si no por pensar que pasará la noche con el profesor Frinn, Amélie se adentra sin soltar de la mano a Edel en la pequeña habitación.
Solo había una cama de metal no muy grande y una gran bañera de madera separada por unas cortinas.
Resoplando, Amélie deja su pequeño bolso encima de una silla de madera.
Sin saber que hacer, decide quitarle la ropa a Edel y proponerle que se bañe para así pueda cambiarse de ropa.
Una vez que Edel ya estaba cambiado, debido al cansancio se queda inmediatame dormido.— Señorita Wegner, voy a salir para traer algo de comer. Así le daré su tiempo para que se cambie de ropa.
— ¿Y usted? — Su pregunta suena más a preocupación.
— No sé preocupe, yo estoy bien. — Con una dulce sonrisa Frinn se marcha dejándola sola.
Mientras llena la bañera, Amélie no deja de pensar todo el tiempo en el profesor Frinn y ese efecto que le produce cuando está cerca de él.
Una vez llena la bañera, se sumerge dentro dejando que el agua caliente la cubra por completo cerrando sus ojos para así aislar sus pensamientos de algún modo y relajarse.
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El Noble Sentimiento#PGP2021
РазноеEl conde de Wegner tenía todo en la vida hasta que la inesperada muerte de su esposa transforma de algún modo su vida. Con un hijo a su cuidado, el conde culpa de toda su desgracia a su hijo el cual siendo inocente, deberá cargar con el resentimient...