DIA 13 🌛SIRENAS🌜

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Samuel de Luque era el príncipe de las sirenas, hijo del mejor rey que ha tenido esa especie. Y como su padre fue el mejor el pueblo esperaba lo mismo de el.

Pero a Samuel no le gustaba ser un príncipe, prefería pasarle el poder a su hermano menor, Guillermo, y vivir en el pueblo como un ciudadano más.

El problema era que según las normas el hijo más mayor debía ser el heredero del trono. Eso le impedía abandonar el cargo.

Un día, mientras paseaba por el pueblo, vió a un chico probablemente uno o dos años menor que el. Era rubio y tenía los ojos verdes al igual que su cola de tritón.

A Samuel le fascinó la apariencia del muchacho por lo que se acercó a él.

-Hola- saludó el príncipe.

El menor le reconoció al instante, y como no hacerlo, el príncipe destacaba entra la multitud además de por sus ojos, morados como dos brillantes perlas, también resaltaba su cola, morada como una galaxia.

-Hola majestad- saludó con mucha educación el menor.

-No hace falta que te comportes así- dijo Samuel- no me gusta mucho ser de la realeza.

-¿Enserio?- preguntó el chico curioso.

-No me gusta ser tratado diferente- respondió el de ojos morados- ¿Como te llamas?

-Me llamo Rubén- respondió el menor.

-Encantdo Rubén.

Y así dio inicio a una amistad, el único inconveniente es que a Samuel solo le tenían permitido tener amigos de clase alta.

Lo que quiere decir que para ver a Rubén, el cual se había convertido en su mejor amigo, tenía que escapar de palacio.

A Samuel no le importaba escaparse, y no se le hacía difícil, puesto que tenía un cómplice en palacio que le cubría.

Su buen amigo Fargan trabajaba para el, y siempre que tenía que escapar de su hogar, avisaba a Fargan para que nadie se enterara.

Un día tras escapar de palacio Samuel se dirigía a la casa de Rubén, iba vestido de forma que no se le reconociera en lo absoluto.

En esos cinco meses Samuel había empezado a desarrollar sentimientos por el menor.

Rubén por otro lado, también estaba enamorado de Samuel, pero por obvias razones su amor era imposible.
Samuel era un príncipe y Rubén era tan solo un campesino corriente.

El rubio se encontraba en su habitación cuando escuchó a alguien llamar a su puerta. Supuso que era Samuel por lo que fue a abrir la puerta.

Cuando abrió la puerta en efecto vió a Samuel tras ella.

-Hola- saludó Rubén con una sonrisa en el rostro.

-Hola Rubén- dijo Samuel- Quería decirte si te apetece venir a un lugar conmigo.

-Claro, voy a decírselo a mi madre.

Rubén se adentró en su casa y segundos después salió con una sonrisa.

-Vamos.

Ambos chicos fueron caminando hasta llegar a un lugar hermoso. Era una gran barrera de coral, en lugar estaba repleto de colores que a Rubén le parecieron fascinantes.

-¿Te gusta?- cuestionó Samuel sentándose al pié de una roca.

-Es precioso- respondió Rubén sentándose junto al más alto.

-Te he traído aqui para hacerte una pregunta.

-Dime.

-Ruben, desde hace un par de meses me has empezado a gustar, no sabía cómo decírtelo pero el otro día paseando me encontré este lugar y decidí decírtelo aquí.

Rubén no se lo podía creer, estaba sentado al lado del de ojos morados sonrojado y sorprendido.

-Por eso te pregunto, Rubén, ¿Quieres ser mi novio?

Ambos estaban sonrojados pero a Rubén no le salían las palabras de la boca. A los pocos segundos gritó que sí y ambos unieron sus labios en un tierno beso.

No sabían si el reino lo aceptaría pero en ese momento no les importó.

Eran solo dos sirenas completamente felices.

°• Rubegetta Month •°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora