DIA 26 •DIA LLUVIOSO•

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-No sabía que supieras tocar- dijo Rubius acercándose a su pareja y colocándose a su lado.

-La verdad es que hace bastantes años que no toco el piano.

-¿Porque dejaste de hacerlo?- preguntó Rubius- Lo haces genial.

-La verdad es que no tengo una razón- respondió Vegetta algo avergonzado- simplemente lo dejé de lado.

-Pues no deberías desperdiciar tu talento- y dicho esto el menor dejó un beso en los labios de su pareja.

El pelinegro le siguió el beso hasta que un sonido les interrumpió. El menor se asustó y en un impulso reforzó su agarre con el más alto.

-Creo que hoy va a llover- susurró Vegetta.

-¿Enserio? Si no me dices no me doy cuenta- dice el rubio sarcástico.

El menor habría seguido molestando al mayor de no ser porque el pelinegro le calló con un beso.

-Callate Doblas- susurró al separarse de su pareja.

(...)

La lluvia había comenzado a caer por lo que Rubius y Vegetta se encontraban sentados en el sofá, más bien Rubius estaba encima de su novio, tapados por una manta morada y tomandose el desayuno que el más mayor había preparado.

-El sonido de la lluvia me relaja- dijo el pelinegro dejando un beso en el cabello del rubio.

-A mí me dan algo de miedo los rayos- sinceró Rubius mientras mordía una galleta.

La pareja se quedó ahí recostados en el sofá simplemente disfrutando de la compañía del otro y del sonido de las gotas de lluvia chocar contra los cristales de las ventanas moradas.

Cuando Vegetta terminó su chocolate dejó la taza en la mesa al igual que había hecho el rubio.

-¿Que podemos hacer?- preguntó el menor.

-La verdad es que no lo se- respondió Vegetta.

Pero Rubius se percató de algo, ya no escuchaba las gotas de agua chocando contra las ventanas teñidas, pero sabía que no había parado de llover por el hecho de que se veían cosas cayendo.

El rubio se levantó del sofá y al caminar hacia la puerta de salida de la mansión la abrió para contemplar el maravilloso paisaje.

Todo el jardín estaba repleto de nieve, lo cual era normal debido a la época del año.

-¡Vege está nevando!- exclamó el menor corriendo de vuelta hacia el salón.

(...)

Cuando los dos se pusieron algo más abrigado a lo que llevaban antes salieron a jugar un rato con la nieve.

Hicieron muchas cosas, como un muñeco de nieve, peleas de bolas, una montaña...

Y muchas cosas más que se les iban ocurriendo. Para Vegetta, Rubius era como un niño pequeño, puesto que se emocionaba demasiado por cosas normales como podía ser la nieve.

En el pueblo de Karmaland neveba todos los años por lo que ya era algo común ver el pueblo con una capa blanca por encima. En cambio Rubius se comportaba igual de emocionado que un niño la primera vez que ve la nieve.

Y al pelinegro le encantaba, le encantaba la actitud infantil de su pareja, le encantaba su risita cuando hacia alguna travesura, le encantaba su felicidad cuando pensaba que no sabía que hacía cosas malas, le encantaba Rubius en general.

Y nada podría cambiar eso ...🖤...

°• Rubegetta Month •°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora