Capítulo 1

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Todo va a estar bien

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Todo va a estar bien.

Esas eran las palabras de Bob Marley y pertenecían a la canción Three Litte Birds, su canción favorita. Sin embargo, en este momento exacto cuando su hermana mayor trataba de golpearlo con una plancha a la cabeza mientras le rugía a quemarropa en la cara... pues se tornaba difícil para Gavriel tomárselo en serio, pero no podía hacer nada. Y maldita sea, esa canción de Marley seguía sonando en su mente. Era uno de esos virus cerebrales, como los infomerciales de TV o un tema musical de una película que se atascaba en una reproducción perpetua en su cerebro.

Se agachó en el momento justo en que la plancha salió disparada en su dirección y acabó estampándose en la pared detrás de él. Vio la silueta de su sobrina de siete años correr con su hermanito de la mano hacia la habitación para después cerrar la puerta de un portazo, ya sin ellos a la vista arremetió contra su hermana y la levantó por la cintura, llevándola al baño donde la ducha helada la esperaba.

—¡No me toques! ¡Suéltame y vete, llévate tu puto dinero sucio! —Ella clavó sus uñas en el brazo masculino, trató de arañar su rostro y morderlo, pero él la metió bajo el agua helada haciéndola gritar—¡Esta fría, maldito imbécil!

Peleó un con ella un rato hasta que se quedó quieta y permitió que el agua lavara la inmundicia en su cuerpo: el vómito en su falda, la cerveza en su blusa y algo pegajoso en su cabello. Cuando hubo terminado la alentó a quitarse la ropa mojada para ponerse un viejo camisón de dormir, la ducha parecía haberla espabilado un poco, pero seguía igual de ebria que hacía una hora y por el momento lo mejor que podía hacer era darle algo de beber antes meterla a la cama.

Estando libre de problemas por al menos una noche hasta que ella despertara, Gavriel levantó el dinero esparcido por todo el astillado piso de la sala/cocina/recibidor del apartamento y lo dejó escondido en el interior de una tetera china que estaba dentro de un mueble.

—¿Mamá te lastimó?

Se dio la vuelta para encontrarse a sus dos sobrinos mirándolo fijamente con sus enormes y curiosos ojos miel, por algún motivo le recordaban a los de unos gatitos. Unos gatitos de pelaje café con mucha mala suerte. Se acuclilló a su altura, los dos niños lo abrazaron y él les frotó la espalda.

—No, estoy bien. ¿Por qué fue esta vez?

Lily frunció los labios molesta.

—Papá llamó en la mañana, pero mamá dijo que no hablaríamos con él porque no paga la pensión alimenticia desde hace un año. Pelearon mucho y después ella se puso a beber hasta que viniste. Fue una catástrofe.

Por Dios, la forma tan madura de hablar la pequeña le enorgullecía y dolía en cantidades iguales, ya que una niña que hablara así a tan corta edad no debería ser normal. La situación de su hermana, Hailey, estaba llegando a un punto límite que hacía mucho no colaboraba como algo seguro para sus hijos y si no lograba solucionarlo pronto, no sería de extrañar que trabajadores sociales llegaran para llevárselos. No podía permitir eso, pero para ayudarlos primero necesitaba un trabajo... uno de verdad y no "eso" de lo que vivía el último año.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora