Gavriel salió de la habitación de Zachary tambaleándose de lado a lado, pálido como un papel y sosteniéndose de las paredes. Habían pasado al menos dos horas desde que su amigo lo mordió, treinta minutos desde que logró despertar y quince para cuando consiguió erguirse. La luz de la casa le dañaba las retinas hipersensibles. Tenía la percepción de ser más alto, no demasiado, pero si notaba la diferencia. También advertía lo ajustada que le iba la ropa, como si su cuerpo fuera más grande. Los huesos se sentían como cemento. Se aseguró de encorvarse y hacerse lo mas pequeño posible, tenia la esperanza de que nadie se diera cuenta de esas diferencias.
Mierda, sus cavidades nasales estaban irritadas dejándolo sin sentido del olfato.
El vampiro le había dicho que esperara a las cuatro de la mañana para intentar fugarse, ya que había oído de su madre que a esa hora Hera por fin dormía.
Los Berkshire no dijeron una palabra al verlo, los guardias demostraron su cotidiana belicosidad y hasta ese momento nadie parecía notar que algo había cambiado en él, pero por mucho que esperara pasar desapercibido le fue inasequible a cada músculo de su cuerpo entrar en corto, olvidar su dolor y emprender carrera escaleras arriba al ver como cargaban el cuerpo inmóvil de Maleon a su habitación. Los soldados quisieron cogerlo, pero no pudieron más que jalarle un poco la ropa, lo persiguieron escaleras arriba directo al imponente macho híbrido mitad fénix que llevaba a la leona inconsciente, y estando así de cerca el corazón se le salió del cuerpo.
Tohma volteó hacia él ofreciéndole un vistazo de la mujer que transportaba. Maleon era una obra trágica de rojo, espasmos, agujeros, mordidas y zarpazos mortales. Gavriel estiró los brazos hacía ella e increíblemente al mestizo dragón de Komodo no le molestó entregársela.
Ella no pesaba demasiado. Sin embargo, no pudo cargarla y cayó de rodillas sobre un escalón como si el mundo lo obligara a rendirse con el cuerpo frío de la mujer que amaba, la abrazó intentando fundirla con su piel y sintiendo el reconfortante aliento de vida de ella contra su oído. Débil. Errático. Pero prueba de que aún vivía.
La humedad se trasladó a él, supo que la sangre empezaba a filtrarse a través de su ropa y le dio un escalofrío.
—¿Qué haces ahí, Siervo? —habló Hera desde la altura. No levantó la cabeza para ver su sonrisa de satisfacción—¿Qué esperas? Muévete para llevarla a sus aposentos, el médico le atenderá las heridas y la dejará lista para seguir impresionándonos. Si te portas bien, tal vez deje que pases la noche con ella. Adelante vamos, Siervo humano.
La voz de la dragona sonaba de la misma forma que lo haría la de alguien a quien le habían contado un buen chiste, se burlaba de esto y le extasiaba torturarlos psicológicamente. Eso hacía con Maleon al permitirle encontrarse con él día a día con excusas de cuidarla. Le exhibía a su enemiga como podría manipularla dándole y quitándole lo que amaba. Hera se había convertido en un verdadero demonio.
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Beso de Ceniza
Fantasy《Libro 1 de la Saga "Criaturas Mitologicas"》 Desde el inicio de los tiempos, se desarrolla una guerra entre criaturas mitológicas que es mediada por el Consejo de Antiguos. Maleon, una de las criaturas más viejas de las que aún pueblan la tierra y m...