Capítulo 22

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¿Tenías una mansión con un salón real que envidarían los reyes de hace cien años?

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¿Tenías una mansión con un salón real que envidarían los reyes de hace cien años?

Al demonio, los híbridos celebraban en los terrenos verdes cercados por los árboles.

¿Eras capaz de comprar máquinas de humo, reflectores y las mayores atracciones?

Pues bien por ti, porque los híbridos habían decorado sus alrededores con lámparas de papel, fogatas y tiendas improvisadas con telas llamativas. Para ellos que eran tan viejos como el mediodía les bastaba con el fuego, la luna y las estrellas que pendían por fuera de su alcance como un sueño de cuento de hadas.

¿Creías que las criaturas mitológicas vestirían trajes victorianos?

Entonces la decepción te golpearía duro. Las mujeres llevaban vestidos comunes que les permitían bailar libremente mientras que los hombres se limitaban a estar lo más presentables posibles con camisas lisas y pantalones oscuros. Por otro lado, las ninfas se llevaban todas las miradas. Todas ellas estaban ataviadas con vestidos helénicos, el pelo suelto y sandalias planas con tiras hasta las pantorrillas. Gavriel no pudo evitar admirar tanta belleza femenina junta. Las mujeres eran preciosas, esbeltas y con cierto aire mágico.

El mundo de estas criaturas era uno visceral e irreal. Sin embargo, todo en él estaba impregnado de belleza.

Hacía casi una hora que lo habían invitado a bailar alrededor de la fogata junto a todos, lo miraban de vez en cuando y le sonreían dándole una especie bienvenida. Al comienzo de la noche enseguida se sintió cómodo, cuando creyó que le faltaba su mejor amiga, Darcy apareció en medio de las ninfas adornada como una de ellas, pero en tonalidades plateadas y se movía libre como un ave en libertad mientras alegre tanto por la bebida como por la euforia danzaba con Cassian.

Le habían explicado que las ninfas celebraban cada luna nueva en tributo a la Vestal del Novilunio, una diosa que supuestamente brindó magia a las criaturas mitológicas. En estas noches especiales todas las mujeres sin amor le pedían bendición para encontrar el vínculo con el ser indicado. Tradicionalmente una dama del lago, antiguas hadas poderosas que nacieron en los inicios de la magia, sería quién dirigiría las danzas y a falta de esta, Aislinn ocupaba ese lugar con la apariencia de una divinidad dorada con sus prendas color oro y su cabello rubio platino. La exreina sí que era una proeza para el arte del baile, lástima del planeta tierra o por lo menos por parte de los humanos que se perdían semejante habilidad.

Ella y él habían trabajado juntos esa tarde preparándolo todo, tenía que admitir que muchas de sus propuestas como la comida o la música de este siglo mezclada con la medieval no asemejaron gustarle a la ninfa, pero en este momento se la veía bastante feliz con Katy Perry acompañándola con su voz.

Todo era risa, baile y cortejo.

Las solteras movían sus caderas sinuosamente. No reparaban en nadie, les daba igual si las miraban. Estaban disfrutando de su sensualidad juntas, entre ellas, y no se avergonzaban ante el público. Muchos acabarían embobados ante su coqueta desinhibición y tenía que admitir que él lo estaba.

Beso de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora